Editorial: 'La crisis del bipartito'
LA reunión del comité de enlace PSOE-IU que a lo largo de todo el día de ayer trató de encontrar una salida a la crisis del bipartito no sirvió para cerrar una crisis que amenaza con romper la coalición que gobierna en Andalucía. La situación se consideraba anoche de máxima gravedad, aunque la solución no se da por descartada y está previsto que hoy haya nuevos contactos entre las dos fuerzas políticas, cuyos dirigentes han demostrado en esta ocasión una evidente falta de reflejos políticos. La crisis originada en el problema social y político generado por el movimiento okupa vinculado a IU les estalló, en efecto, en las manos después de haber permanecido enquistado durante casi dos años, el tiempo que ha durado la ocupación ilegal de viviendas propiedad de una entidad bancaria en un barrio sevillano. Dejar pudrir los conflictos tratando de ocultar las grandes diferencias que mantienen socialistas y poscomunistas produce efectos más negativos que afrontarlos en tiempo y forma. La decisión de IU, a través de la Consejería de Fomento y Vivienda, de facilitar viviendas a un grupo de las familias desalojadas, saltándose el orden del registro oficial de demandantes de pisos públicos, es contrario a la justicia y la igualdad ante los ciudadanos y, evidentemente, ilegal. Se comprende, en consecuencia, que la presidenta de la Junta haya salido al paso de la maniobra de sus socios, subrayando con toda lógica que el Gobierno andaluz ha de respetar la legalidad por encima de otras consideraciones. Pero esta elemental reacción ha sido acompañada de la elaboración urgente de un decreto mediante el que retiraba a IU las competencias sobre la adjudicación de viviendas públicas. Ahora bien, estas competencias les fueron asignadas a la coalición en virtud del pacto gracias al cual el PSOE conservó la Presidencia de Andalucía (primero Griñán y ahora Susana Díaz), de modo que esta reasignación sólo puede ser producto de una revisión y negociación entre los firmantes. Es lo que ha esgrimido IU en las tensas conversaciones de la jornada de ayer, y lo que cabe señalar para poner de relieve que la presidenta de la Junta ha preferido dar un golpe sobre la mesa y reforzar su autoridad, sin medir bien las consecuencias. Y las consecuencias son la crisis de estas horas, pero también hay otras: la confianza entre los dos coaligados del Gobierno autonómico puede haberse roto para siempre. De este modo, incluso con un acuerdo de mínimos que salve la crisis, el bipartito queda herido. La hipótesis de un adelanto electoral parece más probable que antes de esta división. Sería la constatación de que la coalición PSOE-IU ha terminado siendo un fracaso para la comunidad autónoma andaluza. Esta crisis ha sido fruto de errores de los dos partidos. Veremos si son capaces de superarlos.
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