Cirugía en el corazón de Doñana
El Ministerio de Transición Ecológica volverá a conectar el Caño del Guadiamar, que fue la principal entrada de agua al parque, la madre de la marisma
El plan incluye compra de fincas de cultivo de arroz entre el río y su antiguo cauce
Tres de las cinco masas de agua subterráneas del parque están sobrexplotadas
Así es el acuerdo al que han llegado Juanma Moreno y Teresa Ribera
Doñana es un espacio natural, pero no es un territorio virgen. Desde las primeras décadas del siglo XX la actividad humana ha transformado el paisaje original; se desecó buena parte de la marisma primigenia para luchar contra el paludismo y utilizarla como tierra agrícola, se construyeron muros para manejar las inundaciones y se desviaron cauces para regar las parcelas hasta el punto de que mucha del agua que entra y sale en la actualidad lo hace de un modo artificial por medio de compuertas y canales. Es un territorio en peligro, pero el milagro es que se haya conservado.
A la vez, los pequeños arroyos que nutrían lo que hoy es el espacio natural protegido, la suma del parque nacional y del natural, también fueron alterados por esta sucesión de agresiones que se ha mantenido activa durante un siglo. El cultivo de la fresa, concentrado al norte del parque, sólo ha sido el último en llegar. De hecho, es un cultivo que comienza a expandirse a partir de los años noventa del siglo pasado.
El Marco de Actuaciones para Doñana del Ministerio de Transición Ecológica trata de renaturalizar este espacio transformado de la mano del hombre. Volver al estado original es imposible, pero aún se puede recuperar una parte de esa hemodinámica primitiva que es la que llena de vida Doñana para superar un deterioro ambiental que ha encendido las alarmas de la Unesco y de la Comisión Europea. Una de las actuaciones más interesantes, y que está a punto de comenzar, es la recuperación del Caño del Guadiamar, que es el antiguo cauce final del río homónimo que llevaba agua desde Sierra Morena hasta el corazón de la marisma antes de desparramarse sobre el limo y unirse con el Guadalquivir. Se trata de una operación quirúrgica en una de las grandes arterias del parque.
La madre de las marismas
Doñana es agua, también pinares, dunas y monte mediterráneo, pero sobre todo es agua, y el agua procede en la actualidad de su acuífero, que mantenía llenas varias lagunas, y de dos arroyos que desembocan en la marisma, el de la Rocina y el Partido, ambos bastante recuperados hace pocas décadas. Sin embargo, la mayor afluencia llegaba del río del Guadiamar, que se desvío y encauzó décadas antes de la declaración del parque nacional en 1969. Este río sigue aportando algo de agua a la marisma a la altura de Entremuros, pero lo que ahora se pretende es enlazar su cauce antiguo, el llamado Caño Guadiamar, con el trayecto moderno, mediante una obra que meterá bastante más líquido al norte del parque.
Aquel encauzamiento del Guadiamar provocó que el aporte de agua disminuyese hasta un 40%, ya que la entrada quedó reducida a las pequeñas aportaciones de la Rocina y del Partido, más la debida a las precipitaciones anuales. En el año 2015 ya se consiguió que parte del Guadiamar aportase más recursos con la restauración del Caño Travieso. El desastre ecológico de Aznalcóllar, en la cabecera del río, aconsejó durante años que el cauce estuviese domesticado por si se producía un nuevo accidente. Pasado ese episodio, que además supuso la recuperación del trayecto medio conocido como Corredor Verde, ahora le toca el turno al Caño Guadiamar. Este proyecto que se desechó en el plan anterior de recuperación del parque.
El Ministerio encargó el diseño del trayecto que une el río con el cauce a Tragasatec y ahora queda por decidir su anchura y, con ello, la inundabilidad que aportará esta nueva entrada hídrica. Una vez terminado el diseño sobre el papel, se aprobarán las expropiaciones de algunas parcelas destinadas al cultivo de arroz y comenzará la obra. Por experiencia de renaturalizaciones en otros espacios se sabe que la capacidad de regeneración natural es muy alta.
El Ministerio de Transición Ecológica ha presupuestado 375 millones de euros para la recuperación de Doñana. La del Guadiamar es sólo una de sus actuaciones, pero quizás sea la que mayor interés ha levantado en los gestores del parque, debido a que aportará agua de muy buena calidad. El dinero que el Gobierno central tiene adjudicado para la compra de fincas es para esta operación, no incluye, por tanto, los posibles acuerdos a los que llegue con los freseros de la Corona Norte.
Esta última zona es la que ha generado la polémica entre el Gobierno central y la Junta de Andalucía, a cuenta del proyecto de ley que el PP y Vox llevaron al Parlamento andaluz para declarar de riego unas 700 hectáreas. La ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, y el presidente andaluz, Juanma Moreno, llegaron a un acuerdo esta semana para retirar la ley a cambio de nuevas inversiones en Doñana y su comarca, mediante un plan económico y social que suma otros 350 millones de euros.
El asunto más complejo pasa por el futuro de estos agricultores, son propietarios que no tuvieron los permisos de riego en 2014 por diversas razones y que, desde entonces, vienen intentando forzar una nueva regularización. El Gobierno central no contempla la compra de sus fincas, pero los negociadores saben que tendrán que articular algunas compensaciones para quienes se iban a ver beneficiados por la ley.
Una de las opciones que se ha barajado, aunque de modo oficioso es la permuta de los terrenos afectados por otros situados en zonas de Huelva donde sí se pueda regar, per nadie se ha atrevido aún a abrir el melón de la parte más conflictiva de la negociación. El presidente de la Junta ya aseguró el martes que la solución no tiene que contentar a todo el mundo, con lo que deja abierta la posibilidad de que la solución no sea aceptada por todos.
De hecho, la ley que se iba a aprobar en el Parlamento el 11 de octubre ni cuantifica las hectáreas que pasarían a ser de riego ni a los beneficiarios, porque este asunto se dejaba para un momento posterior en que se estudiaría caso a caso. La principal afección del cultivo de frutos rojos en Doñana es que la mayor parte comenzó a regar con agua del acuífero, lo que tenía una traducción significativa al norte del parque. La urbanización de Matalascaña también contribuye a la sobreesplotación, ya que sus vecinos beben de varios pozos.
Junto a la operación del Guadiamar, el plan del Ministerio pasa por desenganchar a los freseros del acuífero, mediante la aportación de agua en superficie que llega a través de una trasvase desde la cuenca vecina del Odiel, Tinto y Piedras. Lo mismo ocurriría con Matalascañas. Este es el 'match poin' en el que se encuentra el parque: sobrevivir o agostarse para siempre.
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