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Costa Ballena Chipiona sigue esperando a su príncipe azul

desarrollo turístico | los efectos del estallido de la burbuja inmobiliaria

La zona chipionera del macroproyecto turístico ve levantarse al fin una promoción de viviendas tras una década sin máquinas en la zona Más de una decena de parcelas están en venta El Ayuntamiento confía en que Best Hotels acometa en breve su proyecto 'resort'

Una valla publicitaria que ha quedado ilegible por el paso del tiempo preside una de las muchas parcelas de la zona chipionera de Costa Ballena que está sin construir y en venta.
Fco. Sánchez Zambrano Chipiona

03 de abril 2016 - 05:04

Al oeste del oeste de Cádiz nada despierta a la Bella Durmiente de la provincia. Ni el oleaje del Atlántico, ni el graznido de las gaviotas logran acabar con ese letargo en el que quedó sumida hace ya casi una década. Y ahí sigue, a la espera del beso de su príncipe azul. Un príncipe que ni está ni se le espera. Aunque nadie pierde la fe.

Estamos en uno de los muchos paraísos que la madre naturaleza regaló a esta provincia. A la izquierda, mirando al mar, llega el bullicio del sinfín de promociones residenciales que configuraron hace tiempo el macroproyecto turístico de Costa Ballena en suelo de Rota. Allí hay algo de jaleo, sí, y eso que ni es fin de semana, ni ha llegado el verano. Y a la derecha, aunque no se ve, se sabe que el santuario de Regla y un faro con muchísima solera vigilan el quehacer diario de los chipioneros. Entre un lado y otro, aquí en medio, donde miramos un océano tranquilo, estamos en un emplazamiento que sigue siendo Costa Ballena pero que también es Chipiona, aunque curiosamente no parezca ni una cosa, ni la otra.

Hay farolas que siguen todas en pie, papeleras intactas, coquetos bancos en las avenidas que no se cansan de esperar a que se siente algún peatón despistado, aparcamientos para bicicletas y pasarelas peatonales que no saben lo que es una gamberrada y duchas en los accesos a la playa que incluso ahora, con la primavera recién estrenada, regalan agua sin rechistar. El Ayuntamiento de Chipiona hizo su trabajo. Lo hizo tarde, porque se llevó su tiempo, pero lo hizo bien. Y la entidad de conservación de esta cuarta parte de Costa Ballena se sigue afanando en que todo esté a la perfección. El miércoles pasado, sin ir más lejos, empleados de jardinería trabajaban tijera en mano arrancando las malas hierbas. Y cerca de ellos, compañeros de mantenimiento repintaban las señales de tráfico de la calzada. Porque todo debe estar listo para cuando llegue... ¿quién?

Todo empezó a torcerse hace una década. Y la culpa fue, cómo no, de la dichosa crisis económica que trajo consigo el estallido de la burbuja inmobiliaria y que provocó la huida despavorida de esta provincia de todo lo que oliera a ladrillo. El planeamiento de las 122 hectáreas de Costa Ballena Chipiona se inició en el año 2000 -mucho después de que el proceso arrancara en suelo roteño- pero la Junta de Compensación no quedó constituida hasta 2003 y las obras de urbanización se extendieron hasta tres años más. En ese 2006, el fatídico año en el que empezó el final del principio de Costa Ballena Chipiona, sólo tres de los 12 residenciales proyectados cumplieron sus tareas. Casi sobre la bocina, las promotoras Vallehermoso, Seinsa y Conysproan lograban construir y vender como rosquillas las aproximadamente 350 viviendas repartidas en sus respectivas urbanizaciones: Mar Abierto, Jardines del Infante y Tres Piedras. Y sanseacabó. De las 1.800 viviendas anunciadas en Costa Ballena Chipiona apenas vio la luz un 20%. El resto pasó a dormir el sueño de los justos. Y lo mismo le pasó a los hoteles que estaban previstos en primera línea de playa, y a un centro comercial que se pensaba levantar en las cercanías de la carretera A-491 y a unas instalaciones deportivas también contempladas en el planeamiento.

Hoy, salvando esas tres promociones que parecen tres oasis en un desierto de fincas convertidas en eriales, no hay casi nada. Bueno, sí, enormes vallas publicitarias. Unas anuncian que esa parcela en cuestión está en venta; otras ni siquiera eso, porque el paso del tiempo ha ajado sus lemas publicitarios. Y es que hay una quincena de parcelas sin uso, y de ellas una decena buscan nuevos dueños.

Hace apenas un mes la Junta de Andalucía anunciaba que sacaba a subasta, por 18,8 millones de euros, tres parcelas de Costa Ballena ubicadas en suelo chipionero que suman casi 84.000 metros cuadrados y donde se pueden levantar 400 viviendas. Es la viva imagen de la desesperación, de quien ya no sabe qué hacer con un suelo al que no le ve futuro. Pero no es el único caso. La promotora sevillana Gabriel Rojas también dio carpetazo a su sueño de levantar las dos parcelas residenciales y la hotelera que adquiriera lustros atrás. Y hasta el propio Ayuntamiento de Chipiona sacó a subasta pública en dos ocasiones (en 2007 y 2008) otra finca. Pero el éxito fue cero.

Todo se frenó hace una década y la pregunta fluye sola: ¿tiene futuro Costa Ballena Chipiona? Hace muy poco ha surgido un pequeño rayo de esperanza ya que la promotora Seinsa se ha decidido a levantar la segunda fase del residencial Jardines del Infante en la misma parcela en la que hizo la primera fase. Hace una década construyó 84 viviendas y ahora levantará las 54 que faltaban, repartidas en tres bloques. Seinsa se lo ha pensado mucho, pero como tenía el suelo y el proyecto, ha tirado de valentía. Eso sí, el proceso ha cambiado: ahora construye después de tener garantizada la venta. El primer bloque, que acomete la constructora Felipe Castellanos, ya está en marcha y la entrega de llaves está comprometida para mayo de 2017. Eso sí, los precios de venta se han fijado a partir de 125.000 euros, esto es, un tercio de lo establecido hace una década. Casi nada.

Pero algo es algo. Las máquinas han vuelto una década después a Costa Ballena Chipiona. Pero, ¿habrá efecto contagio? Antonio Peña (PP), que suma cinco años como alcalde chipionero, no pierde el optimismo. Reconoce que no está aún el horno para bollos porque hay promotoras que llegan al Ayuntamiento preguntando por el suelo que está en venta, aunque lo hacen sin demasiada convicción. Pero el gobierno local cree haber visto una luz al final del túnel. Y esa luz tiene un nombre propio: Best Hotels. La cadena catalana, propietaria de una treintena de hoteles por toda España, sigue teniendo la titularidad de la mayor de las tres parcelas hoteleras ubicadas en primera línea de playa de este enclave. Best Hotels no ha puesto en venta este suelo, lo que puede entenderse como una muestra evidente de que sigue interesada en ese proyecto que contempla un hotel resort de cuatro estrellas y con 530 habitaciones.

El regidor chipionero ve viable incluso que las máquinas de este futuro hotel pudieran empezar a trabajar en esa parcela de 50.000 metros cuadrados antes incluso de que concluya este año. Pero eso está por ver, primero porque la financiación necesaria no fluye aún desde los bancos con tanta agilidad como había antes de la crisis, y también porque el sector hotelero no ha dado aún el paso de ponerse a construir establecimientos de tamañas dimensiones en ningún rincón del país. Mientras tanto, esa amplia parcela seguirá sin uso, aunque a mediados del próximo julio, como sucediera el año pasado, volverá a acoger el festival de música Alrumbo.

La página web de Costa Ballena Chipiona, que no se actualiza desde hace muchos años, tiene, entre otras cosas, un fallo y un acierto. El dato erróneo es el que detalla que, al margen de los tres residenciales ya finalizados, "el resto de las promociones, hoteles, centro comercial, etc. se prevé que culmine su construcción en 2016". Y eso, evidentemente, no se producirá.

Pero esa web acierta cuando dice que Costa Ballena Chipiona es un lugar "a la medida de tus sueños". Porque realmente es un lugar paradisiaco y porque, tristemente, la crisis dejó aquí sus zarpas y lo condenó al sueño eterno.

Quién sabe. Igual el Ayuntamiento de Chipiona tiene razón y Best Hotels termina siendo ese príncipe azul que despierte a esta Bella Durmiente que es la zona chipionera de Costa Ballena. El problema es que no se sabe si ese príncipe azul ya está en camino o si también está durmiendo.

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