Coros y danzas, la más pura televisión en blanco y negro
Canal Sur destina cada noche de media 35.000 euros para una programación caduca
Canal Sur Televisión es vista por el 8,5% de una audiencia dispersada, una población que en 1989 recibía con toda la ilusión un tercer canal y que 27 años después tiene un universo entre la TDT, las plataformas y los contenidos grabados. La repercusión que podía antes tener un canal autonómico no puede ser similar en estos tiempos. Aunque la cadena andaluza, con vocación de proximidad, ha vivido años felices, cuando incluso cualquier déficit se sufragaba con generosidad por parte de la Junta (antes de 2008), en estos momentos no llega al 9% la audiencia que sigue los programas de la RTVA. Los andaluces no se reconocen en una pantalla cuajada de copla, pueblos, aroma rústico complaciente que dibujan un peligroso contraste con el resto de la oferta televisiva.
Tanto tiempo después de su fundación, necesaria para la vertebración territorial y formando parte de la vida cotidiana de la población aunque sin la fuerza de pocos años atrás, Canal Sur sigue con sus viejos defectos y vicios, con una plantilla desproporcionada (garantizada por el contrato-programa rubricado por el Gobierno de la Junta) y una programación estelar en manos de las productoras, una externalización precaria no sólo en lo económico sino también en los contenidos.
Antonio Ramírez, tras el fiasco de la inoperante Carmen Amores (ahora directora general de la televisión manchega) y Joaquín Durán han creado una parrilla a su imagen y semejanza que a una gran mayoría de andaluces no les gusta, con datos que rondan menos de ese 8% de media, cayendo a ridículos del 3% ó 4%, impensable en la pasada década.
Cada prime time cuesta de media unos 35.000 euros, según informó Durán en el Parlamento, más otro tanto el resto de la parrilla. Una cifra que ahora delata el alto precio de 15.000 euros para un programa de madrugada como El club de la vida buena, y los 25.000 de cada uno de sus documentales sobre el aceite de Ausbanc. Las ideas caducas, propias de una televisión en blanco y negro, predominan en esta parrilla de entretenimiento, remedo de los coros y danzas con los que se inauguró TVE en 1956. Lo último ha sido AD Fiesta, reportajes de las fiestas en los pueblos, pese a que también tenemos Éste es mi pueblo y La mañana de Ana era un monográfico sobre pueblos hasta hace pocos días. Esta extensión del abanico rural de Andalucía Directo está producida por ADM, donde está un ex director de Canal Sur Televisión, Ricardo Llorca.
La productora Happy Ending (irónico nombre), formada por otros ex directivos de la casa, es la que más encargos ha recibido en esta etapa, como Los descendientes, con el regreso de Toñi Moreno, y que pasó de largo por las noches del pasado verano, recibiendo con sorpresa propia y extraña un premio Ondas (Durán ha mantenido siempre una excelente relación con Radio Barcelona, donde trabajó); o El legado, homenaje retrospectivo a fallecidos artistas y figuras como Raphael o Chiquito, a cargo de Enrique Romero (Toros para todos). Happy Ending también trabaja con Mediapro para el reality de obesos, La báscula, y uno de los socios, Pepe Flores, ex director de producción ajena, también produce 75 Minutos, reportajes sociales que han ido derivando en el folclorismo y más costumbrismo rural. Los otros socios son José Miguel Fernández Cuadrado, Lepo, ex director de producción, y Francisco Romacho, ex subdirector general. Ahora preparan un reality viajero Objetivo Chimborazo. Los próximos estrenos de la casa son Yo soy del Sur, talent sobre sevillanas con María del Monte, y Fenómeno fan, talent infantil que entra en el estilo del veterano Menuda noche, de ZZJ, productora de tinte conservador donde trabajaba Pablo Carrasco antes de ser llamado por Manuel Chaves para que fuera director general. Carrasco mimó especialmente a la productora de Manu Sánchez, 16 Escalones. Sus reportajes personalistas (girando hacia el costumbrismo), Vuelta y vuelta, han estado muy por debajo de la media de la cadena.
Un debate de actualidad, ¿Y tú que opinas?, producido por Medina Media, de Ricardo Medina, acabó siendo protagonizado por personajes como El Lute. Tenemos la inversión estrella, Se llama copla, del productor Antonio Jiménez Filpo, bajo la marca Green Light, tras muchos quebraderos económicos. Y la gran estrella, Juan y Medio, y su propia productora Índalo y Media. La tarde, aquí y ahora, es un hábito para la audiencia mayoritaria de Canal Sur: mayores de 65 años de entorno rural.
En esta temporada se ha vuelto a probar suerte con la ficción, para rejuvenecer los datos de seguidores, Brigada de fenómenos, basada en las novelas costumbristas de humor de Rancio Sevillano, recibida con frialdad por la audiencia. El humor se insiste con Ofú, de Tomás Summers, creador de Saque bola; tras persistir con las bromas de El gran queo, de ZZJ. El único programa de producción propia en las noches de Canal Sur es Los reporteros. Muchos otros contenidos de obligado cumplimiento, de productoras menores, se pierden a deshoras por la parrilla o por Andalucía TV, que no viene a recuperar ni de lejos la audiencia que tenía una marca consolidada como Canal Sur 2, clausurado en 2012 y cuya señal se utiliza para la emisión de los intérpretes de signos, que estuvieron en huelga durante más de dos meses protestando por unos sueldos por debajo de los 700 euros mensuales. Los Servicios Informativos engrosan más de 30 millones anuales de personal, con unos noticiarios que han bajado en audiencia aunque estén por encima de la media.
Una parrilla alejada en años respecto a la realidad de Andalucía, que no contacta con el público de las ciudades, complaciente con lo institucional y que para rebañar audiencia cae aún más en las celebraciones festivas como el inacabable Carnaval de Cádiz o la cobertura desproporcionada del Rocío.
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