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Crimen organizado

La Costa del Sol es desde hace dos décadas uno de los centros neurálgicos del lavado de dinero de la mafia de la cocaína que tiene en jaque a Países Bajos

Ficha policial de Ridouan Taghi
Pedro Ingelmo

28 de abril 2024 - 07:00

Países Bajos tiene un problema muy serio con el crimen organizado y parece que la justicia española no se ha enterado a juzgar por lo pasado esta semana.

El problema de Países Bajos es que el puerto de Rotterdam es el principal punto de entrada de cocaína en Europa, por encima de Algeciras, que seguramente será el segundo empatado con Amberes, pero en Países Bajos las bandas criminales están dispuestas a echar un pulso al Estado, algo que aquí, de momento no sucede.

La mafia holandesa es conocida como Mocro Maffia. Esto no quiere decir que sea una organización homogénea. No, el apelativo hace referencia a distintos grupos de narcotraficantes que se pelean por el dominio del mercado de la cocaína en Europa y que sólo tienen en común el origen marroquí de sus cabecillas. Como en las monarquías, se crean lazos de sangre a través del emparejamiento de sus mujeres y, cada cierto tiempo, los jefes de los clanes organizan cumbres que suelen celebrarse o en Dubai, donde residen gran parte del tiempo, o en Marbella, la lavadora de dinero a través de sociedades de compraventa de inmuebles. Mientras, los centros de operaciones comerciales se reparten entre Medellín, el exportador, y Ámsterdam, el importador. Por lo demás, como en las antiguas monarquías, entre algunos de estos grupos se llevan a matar. No sólo se llevan a matar, sino que se matan entre ellos. Y, de paso, matan a algunos más, como al periodista Peter de Viers, asesinado en julio de 2021. De Viers era el reportero de Sucesos más famoso de Países Bajos. De Viers había recibido amenazas de muerte, al igual que el entonces primer ministro, Mark Rutte, o la princesa heredera, Amalia. A él le llegó la orden de ejecución por proteger a un testigo protegido.

Detención de Karim Bouyakhrichan el pasado enero en una imagen distribuida por la Policía Nacional.

El pasado martes miembros de la Policía, indignados con los jueces, decidieron filtrar a la cadena SER que Karim Bouyakhrichan se había fugado. En España, salvo los muy enterados en el negocio de la droga, nadie tenía ni idea de quién era el tal Bouyakhrichan, pero en Países Bajos vaya si lo sabían.

Taxi se las pira

Los que tampoco parecían saberlo era un juez de la Audiencia Nacional, los jueces de la Audiencia Provincial de Málaga y un juez instructor de Marbella. La secuencia es conocida. Karim, alias Taxi, es detenido en enero en Marbella, Países Bajos emite una petición de extradición (OEDE), la Audiencia Nacional cursa la petición la Audiencia Provincial, que dice que no puede entregarlo porque está en curso un procedimiento contra él por blanqueo en el juzgado de instrucción número 4 de Marbella. Mientras, Taxi está en libertad (con el pasaporte retirado) desde el 22 de febrero con una fianza de 50.000 euros. Sus abogados han argumentado que “no hay indicios racionales de criminalidad suficientes” y que no hay riesgo de fuga al tener el arraigo en Marbella de una pareja… que vive en Dubai. Estupefacción en el fiscal antidroga y en Países Bajos. Alarmados, dede Países Bajos envían una ampliación de la OEDE a la Audiencia Nacional que viene a decir: hey, ¿ustedes saben a quién han puesto en libertad?. A continuación, Taxi se las pira. En la jerga judicial se decide bautizar esto como un ”problema de descoordinación”. A Karim se le espera desde el pasado 1 de abril para que vaya a firmar al juzgado y pueden seguir esperando sentados. Es ciudadano marroquí y Marruecos no extradita a sus compatriotas. Cerca de Tetuán se han montado su propia Marbella. Se llama Tamuda Bay, una urbanización de lujo. Ahí existe la mayor concentración de multimillonarios marroquíes en busca y captura del planeta.

Cosas que sabía la policía, cosas que sabía el fiscal, cosas que sabían en Países Bajos y cosas que, al parecer, los jueces no sabían: Taxi era el hermano de Samir Bouyakhricham, Scarface en adelante. Scarface era el número uno de la Mocro holandesa en 2014. Dejó de serlo el 28 de agosto de ese año. Aquella jornada pasó la tarde/noche en el pub All in 1del centro comercial Monte Halcones, en BenahavísAll in 1. Sus acompañantes eran lo más granado de los hijos de los fundadores de la Mocro. Una auténtica cumbre. Estaba Mohamed Benali, primogénito de El Laca, una institución en la ‘narcoaristocracia’ y conocido como el rey de la coca en la Costa del Sol. Estaba Naffel, aliado de Ridouan Taghi, que disputaba el trono en aquella época a Scarface, y del que ahora hablaremos. Estaba Ziggy Himmich, que había sido el delfín de Gwenette Martha y al que había traicionado meses atrás. Martha había sido una joven promesa del Ajax antes de meterse de lleno en el negocio y tener el cuajo de robarle 200 kilos de cocaína a Ridouan Taghi en el puerto de Amberes. Martha, aquella incipiente estrella del Ajax, había sido asesinado en mayo de ese año de 80 tiros en Ámsterdam. Ziggy lo había entregado. Y, por último, completaba la reunión, Richard Riquelme, Rico, el chileno más peligroso del mundo, que jugaba a varias barajas porque era el que mejores contactos tenía en Colombia y Ecuador.

La muerte de Scarface

Esa noche todos tenían algo contra todos, pero sólo murió uno. Fue Scarface, acribillado por la espalda mientras se encontraba en bañador y en chanclas en la terraza del All in 1. Fue un trabajo de precisión. Ninguno de sus acompañantes resultó herido, aunque uno de ellos no tardaría en acompañar a Scarface. A Ziggy Himmich le vieron por última vez en Madrid tres meses después. Su cadáver no apareció, pero nadie en la Mocro dudaba de que andaría por algún lado. O lo que quedara de él, si es que quedaba algo.

Taxi, hermano mayor de Scarface, heredó de él tres sociedades de compraventa de bienes inmuebles y terrenos urbanizables con sede social en Málaga, su parte del negocio de la Mocro y un ajuste de cuentas pendiente con el asesino de su hermano. El que dio la orden no podía haber sido otro que Ridouan Taghi, que en aquella reunión tenía a dos de sus hombres, Naffel y, de algún modo, Rico. Los únicos que estaban vivos cuando acabó 2014.

Poco a poco aquellos líderes de la Mocro de hace diez años han ido cayendo en manos de la Justicia holandesa, lo que no ha impedido que la coca siga entrando por Rotterdam. Los investigadores holandeses saben que decenas de estibadores e incluso autoridades portuarias están en el ajo. Es un flujo imposible de parar.

Taghi, al que se le considera responsable del asesinato del periodista De Viers y de las amenazas a la heredera de los Orange, fue capturado en Dubai en el año 2019 y juzgado en un complejo judicial de máxima seguridad de La Haya conocido como el Búnker el pasado febrero. La condena fue de cadena perpetua. La lectura de la sentencia se transmitió en directo a todo el país pero se omitió en el vídeo el rostro del juez. Los periódicos tienen prohibido publicar su nombre.

Taghi era el enemigo número uno de Taxi y, tarde o temprano, uno de los dos hubiera muerto si no hubiera actuado la Justicia, pero con Taxi en libertad hay todavía cuentas que ajustar. Y la Mocro, en cualquiera de sus ramificaciones, salda sus cuentas en cualquier lugar del mundo.

En Cádiz se pudo ver su modo de actuar. En enero de 2022 apareció en Chiclana el cadáver de un ciudadano holandés con un agujero en la cabeza que le había dibujado una bala del calibre 22. Fue ejecutado de rodillas. La víctima era uno de los testigos protegidos que tendrían que declarar en el juicio contra Taghi. En aquella ocasión la colaboración entre las policías holandesa, francesa y la española hizo posible la detención de los cinco autores de aquel crimen, que ofrecieron información valiosa para seguir luchando contra la Mocro.

La fuga de Taxi, por contra, supone un paso atrás en lo que parece una batalla imposible entre el estado holandés y su principal enemigo, un monstruo de mil cabezas.

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