Notas al margen
David Fernández
El problema del PSOE-A no es el candidato, es el discurso
Perfil
Manuel Chaves. ¿El presidente de la Junta? Chaves. De esa manera respondían muchos andaluces cuando oían la pregunta a pesar de que ya hubiera dejado el cargo y pasado los trastos de San Telmo a su sucesor, José Antonio Griñán. 19 años como presidente tienen la culpa. La imagen de Chaves, su rostro, era automáticamente asociada al Gobierno, y al poder, en Andalucía. Ayer renunció a su acta de diputado y, por tanto, a su condición de aforado tras conocerse su inculpación por el Tribunal Supremo. La salida de la política de Chaves se produce por un caso que él definió como una cuestión "de tres o cuatro golfos" y que sin embargo ha crecido como un tsunami e implica a más de 250 personas.
Su renuncia sigue, semanas después, a la de su sucesor en la Junta. Con la etiqueta de "histórico" bien zurcida, amigo personal de Felipe González, con quien compartió despacho laboralista, Chaves ingresó en el PSOE en 1968. Fue elegido diputado nacional por Cádiz en las primeras elecciones de 1977 y reelegido en 1979, 1982, 1986 y 1989. Tras la segunda victoria socialista, en 1986 fue nombrado ministro de Trabajo, cargo del que cesó en abril de 1990 para ser candidato a la Presidencia andaluza en las autonómicas de junio. La oposición le llamó entonces el "candidato a palos" por su resistencia inicial. En 1997 normalizó el partido al cerrar el enfrentamiento entre guerristas y renovadores con el apoyo de la Ejecutiva, lo que le valió el alejamiento del ex vicepresidente Alfonso Guerra. En el 35 Congreso del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero fue elegido secretario general y Chaves presidente. Fue reelegido al frente de la Junta en 2004, y en esa legislatura se culminó el proceso de reforma del Estatuto de Autonomía, que impulsó y diseñó. Revalidó un nuevo mandato como presidente de la Junta tras los comicios autonómicos de 2008, y al año siguiente dio paso a Griñán.
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