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El Carlos Haya de Málaga duplica en 10 años los trasplantes de médula ósea

Los tratamientos han pasado de 32 en 2002 a 85 en 2012, con un 15% de niños beneficiados

Tanque en el que almacenan las donaciones para trasplante.
Leonor García Málaga

29 de marzo 2013 - 05:04

Son más difíciles de explicar y de entender que los trasplantes de riñón o hígado. Quizás por eso, los de médula ósea son menos conocidos; aunque ya han salvado a muchas personas. Casi mil, desde que en 1989 se hiciera el primero en el Hospital Carlos Haya de Málaga. Exactamente 992 vidas. Su nombre también es más difícil y rimbombante: trasplante de progenitores hematopoyéticos. Dicho así suena difícil de comprender, pero la hematóloga responsable de estos tratamientos en adultos en el Hospital Carlos Haya, María Jesús Pascual, lo explica con mucha pedagogía: "Es como una siembra. Primero hay que quitar las malas hierbas, pero como la quimioterapia no es selectiva, quitas todo. Luego del trasplante, es como un campo en el que salen las matitas". Los progenitores hematopoyéticos son células madre que se infunden a pacientes enfermos con cánceres de la sangre (leucemias agudas, síndromes mielodisplásicos, linfomas y mielomas) para que transformen su médula ósea enferma en sana.

Hace 24 años que el Carlos Haya realiza estos tratamientos. Pero ha sido en la última década cuando los trasplantes de progenitores hematopoyéticos han dado un gran salto. Desde el año 2002 se han más que duplicado. De los 32 trasplantes realizados en aquel año, se pasó en 2012 a 85.

El crecimiento tiene su explicación. Cuando comenzaron, solo se trasplantaba médula ósea. De ahí su nombre. Pero los científicos fueron descubriendo que las células madre o progenitores hematopoyéticos necesarios para curar a un enfermo también podían obtenerse de la sangre periférica y de la de cordón umbilical. Así se fueron incorporando nuevas fuentes de tratamiento y el abanico terapéutico se fue ampliando.

Con cada descubrimiento se abrían opciones de curación que antes no existían y se podían salvar más vidas. "Los trasplantes se han duplicado porque hay más formas de tratamiento", explica la jefa de Hematología del hospital, Anabel Heiniger. A estos avances médicos se sumó una mejora en los recursos. En 2010, el Hospital Carlos Haya pasó de cuatro habitaciones de aislamiento para estos pacientes a ocho. Este recurso es indispensable porque para curar la enfermedad -las malas hierbas, según la comparación de la hematóloga- es necesario dejar la médula del enfermo prácticamente a cero, transfundirle las células madre sanas del donante, esperar a que implanten y que regeneren una nueva médula ósea.

El proceso dura en torno a un mes en el que el paciente es vulnerable a cualquier infección, por lo que debe permanecer en habitaciones de aislamiento. Tener el doble del espacio disponible, ha permitido al hospital incrementar su actividad. Una labor nada desdeñable si se tiene en cuenta que las vidas salvadas rozan las mil, de las cuales un 15% son niños.

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