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Canal Sur se encuentra a la cola de Europa en inversión y audiencia

el servicio de tv ante el futuro | el coste de canal sur y rtve

Las cadenas públicas españolas se hallan en mínimos de seguidores.

La 1 y Canal Sur pelean por el 10% de audiencia, la mitad que los principales canales europeos.

Cada español paga 38,9 euros por la TV pública.

'Yo soy del Sur', el contenido de 'prime time' más visto de Canal Sur en 2016. / Rtva
Francisco Andrés Gallardo

05 de febrero 2017 - 02:35

La cantinela durante años ha sido "televisión pública con público", un empeño complicado, una obligación de servicio que se torna titánica con las estructuras anticuadas de nuestras empresas públicas audiovisuales, arrinconadas desde que han ido aumentando el número de canales y de posibilidades de consumo.

Un desafío para las corporaciones públicas españolas que responden con unas parrillas tan triviales como cualquier privada, con unos índices de seguidores que revelan la desafección popular a unas empresas, unas marcas, que los espectadores deberían sentir "como suyas", no del partido que gobierna, según el sitio; más unas dotaciones presupuestarias que han ido menguando hasta la asfixia.

9,1%Audiencia. Suma de los canales de la RTVA en 2016, mientras en 2009 la cuota era de un 19%

TVE no tiene anuncios desde 2009 y los españoles no están obligados a pagar por un canon, pero el recorte presupuestario del Gobierno de Rajoy hasta dejar la subvención en 340 millones, cuando llegó a superar los 440 millones, ha ido condenando a la corporación a soportar los vaivenes de las tasas de telecomunicaciones y cadenas privadas y a la mendicidad de los llamados "patrocinios culturales". En una televisión sin anuncios, las marcas comerciales tienen ahora más poder para sufragar cualquier esfuerzo que se plantee RTVE, que ha reducido su déficit a costa de una parrilla de La 1 cada vez más cutre.

Sólo las cadenas de radio mantienen el prestigio histórico de nuestras corporaciones. El actual presidente de RTVE, José Antonio Sánchez, ha desvelado sus simpatías abiertas al PP y el director general provisional de Canal Sur, Joaquín Durán, comparece ante un consejo de administración que no concuerda con la representación parlamentaria, en una gestión interina que va aguando los tuétanos corporativos.

En el caso de Canal Sur, el objetivo de la Junta ha sido a lo largo de estos años sostenerla en una UVI financiera, con un contrato-programa que ha venido a extenderse durante tres años más, con una subvención de 137 millones de euros anuales, lo que supone 16,7 euros por andaluz. La Junta no quiere verse en los titulares por deshacerse de Canal Sur, tal como hicieron los gobiernos populares de Valencia (cerrando la cadena por las bravas) y de Madrid (practicando un ERE que afectó a 800 empleados).

Con su dotación se garantiza la estabilidad de una plantilla que ronda los 1.500 trabajadores, a costa de contener sueldos y, sobre todo, apretar cada vez más las tuercas a las productoras, donde sí se ha producido el desmantelamiento de más de la mitad de los puestos de trabajo. El resultado: una parrilla cada vez más floja, a la altura de la escueta dotación, y con un reparto muy discutible de los empeños de los trabajadores de la casa y de las contrataciones externas de programas, con productoras predilectas pese a sus malos resultados de aceptación. La cúpula de la RTVA sigue cobrando por encima del sueldo de la presidenta de la Junta aunque el 9,1% de audiencia en 2016 de los dos canales (Andalucía TV es casi invisible) no justificarían esas nóminas tan altas.

En el Parlamento andaluz se seguirá oyendo también la cantinela del descenso de audiencia y de escuálidos ingresos publicitarios por el aumento de la competencia (sobre todo desde el apagón analógico), pero ninguna otra cadena del mando ha bajado como Canal Sur en estos años de mayor competencia. La media de la autonómica andaluza en 2009 fue del 15,5% más 3,5% del segundo canal, frente al 8,6% del pasado año y 0,5% de Andalucía TV (en total 9,1%). Canal Sur ha perdido casi la mitad de sus seguidores en lo que llevamos de década. Telecinco ha pasado del 15,1% de 2009 al 14,4% de 2016 (pese a todos los defectos de esta cadena, sólo tiene 7 décimas menos); Antena 3, del 14,7% al 12,8%; Cuatro, del 8,2% al 6,5%; La Sexta, del 6,8% al 7,1% (aunque con tendencia descendente)... Y La 1, del 16,4% al 10,1%, dejándose entre medias déficits anuales de más de 100 millones de euros. Son las públicas las que han sufrido de manera especial esta dispersión de los espectadores, y la indiferencia a sus propuestas, aunque la programación temática de la TDT no sea para tirar cohetes.

Los cinco canales de RTVE reunieron el pasado año a sólo un 16,8% de los espectadores (15,3% entre los andaluces), y el canal y medio de la RTVA, 9,1%. Son cuotas de audiencia ridículas respecto a lo que suman las cadenas europeas, en países donde, por ejemplo, la televisión de pago está aún mucho más arraigada.

Los canales de la BBC consiguen aún atrapar a casi un tercio de la población británica (donde se paga 145 libras al año por hogar por este servicio). En Italia, con financiación mixta (canon y publicidad), el conglomerado de la RAI supera el tercio de la audiencia. En Francia y Alemania, países tan complejos en lo audiovisual y cultural como España, las cadenas públicas han bajado del 30%, pero mantienen un prestigio popular enraizado y se evidencia en sus contenidos, sin tantos talk shows, por ejemplo. Los países nórdicos, idealizados siempre en las comparativas, en televisión también nos dan lecciones. Son corporaciones caras, pero muy aceptadas y reconocidas. En Dinamarca (sí, la de la serie Borgen) cada habitante paga más de 164 euros a través de un canon, pero sus nueve canales públicos son los más vistos; tal como sucede en Suecia, donde se paga 85,9 euros; o en Finlandia y Noruega, 87, países de relativa poca población y donde también donde el nivel de vida es más alto.

En nuestro entorno sí encontramos casos similares a lo que sucede con las públicas españolas. La pública portuguesa es barata, o más bien se invierte poco en ella, y los dos canales de la RTP apenas llegan, en un país casi como Andalucía, al 14% de la audiencia. Cada luso paga al año 20,5 euros por unas cadenas rebasadas por las dos grandes privadas, TVI y SIC. En nuestro país las dos privadas más vistas son cabezas de sendos gigantes de la TDT que se reparten el 80% del mercado publicitario, un desajuste al haber dejado a TVE fuera del sistema mixto de financiación.

Según un estudio universitario sufragado por las autonómicas (englobadas en la Forta) la inversión en nuestras cadenas regionales son económicas y de un impacto acorde con su dimensión. Pero pagar casi 40 euros al año entre TVE y Canal Sur por unas cadenas que no interesan ni a la cuarta parte del público es al menos cuestionable.

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