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Canal Sur, tan cerca y tan lejos

La RTVA ante la sociedad andaluza de 2022

La audiencia no se acerca a los informativos de la autonómica en la proporción de otras comunidades

La producción encargada a productoras de Madrid no ha funcionado entre el público

El set de Canal Sur en el día de la toma de posesión de Moreno Bonilla / RTVA

Pese a la pandemia habrá muchos andaluces que no habrán pisado un hospital público o un centro de salud, un lugar de esos de colas infinitas. No conocen un juzgado, no tienen hijos en edad escolar, no tienen vínculo con la universidad o simplemente su vida discurre por barrios alejados de crudas realidades. Hay muchos andaluces que no sabrían precisar si en estos últimos años han mejorado, o no, los servicios públicos de proximidad por lo que su mejor termómetro social es la televisión. En muchas casas incluso es el ventanal más luminoso.

Hayan ido o no a un hospital, la práctica totalidad de los andaluces dedican unos minutos de la semana a ver la televisión y según los datos que arroja nuestra cadena pública de proximidad, Canal Sur, no es muy alentadora la identificación que tienen los propios andaluces con la televisión de su tierra. Sí, era una tendencia que ya viene de lejos, pero según las cifras de seguimiento, de aceptación, no ha existido un cambio real en estos tres años. Sólo han cambiado los políticos que abusan de la pantalla en los informativos. Quítate tú y aparezco yo.

Sin entrar en disecciones de décimas, la RTVA terminó 2021 con un 8,1% de cuota de audiencia, el 8% que luce en estos momentos y que es el mismo número de 2019, último año de Susana Díaz, cuya gestión sólo podría resumirse en decepción. En 2020 Canal Sur tuvo de media 7,5%, no llegó ni al 8% incluido el eterno 0,4% de invisibilidad de Andalucía TV. Aquel descenso de audiencia precisamente fue por el aumento de consumo: con todos los andaluces en sus casas, un rating absoluto, los usuarios prefirieron en el encierro informarse y entretenerse en otras señales de la TDT. Canal Sur tuvo en aquel abril con su peor dato histórico, 6,9%.

Fueron meses con la dirección en Informativos de Álvaro Zancajo, según se decía por entonces recomendación impuesta “de Génova”, de Pablo Casado, al bipartito de Moreno y Marín. Entendían que había que aplicar propaganda y mano dura en un lugar donde sólo era necesario motivar, invertir y aprovechar recursos. Si no se ha sabido mejorar algo tan ‘fácil’ como la televisión muchos futuros votantes tienen la duda razonable de si se habrá mejorado en el resto de la administración. La televisión pública es sencilla de descifrar.

Si el cambio del PP y Cs ha sido hablar mal de Pedro Sánchez, colocar muchas corridas de toros, una misa los domingos (todo ello para contentar a la formación que quiere cerrar ese servicio público, Vox), más programas enfocados a los mayores o películas franquistas y de Hollywood que se ven ya en cualquier plataforma, el 8% de cuota representa el mismo desencanto de 2019: realmente nada ha cambiado.

Habíamos mencionado a Álvaro Zancajo, representante de profesional de fuera, del epicentro de Madrid, que nos conoce por tópicos y clichés, que no sabría localizar con precisión medio mapa de pueblos y que entró en tromba, con la fea actitud que ya había mostrado en anteriores responsabilidades. Más de media redacción se plantó para pedir su cese, una petición nada caprichosa.

La entonces delegada en Madrid, Carmen Torres, ocupó su lugar con la misma intención y modos similares. En Canal Sur se habla mucho de delegados provinciales, santos, notas de prensa y se habla demasiado de Madrid. Hay, por ejemplo, contertulios como Carlos Dávila cuya opinión aporta bien poco a la mirada de Andalucía hacia sí, España y la Humanidad cuando precisamente Andalucía tiene menos peso que nunca en el resto del país.

Las autonómicas nacieron en los 80 como vínculo comprometido con su entorno. Los informativos de proximidad van desde la ciudad y la comarca hasta la guerra de Ucrania, con enfoque de la tierra y en sus lenguas o acentos. La media de los informativos de sobremesa de la autonómica vasca en castellano, ETB 2, fue del 20,6% de cuota en 2021 (139.000 espectadores); y los de la televisión gallega también un 20,6%, (156.000), un 19,2% en las noticias de la noche. Urkullu y Feijoo tienen un papel muy representativo y consolidado en sus respectivas comunidades. En Aragón la cifra se dispara a un 32,3% en los informativos de sobremesa de su autonómica, una cadena mucho más joven que otras regionales, y donde tienen a un presidente socialista, Javier Lambán.

Los informativos en las autonómicas son las piezas claves de cercanía y a su vez de reconocimiento en los índices de audiencia. Por tanto, el independentismo catalán puede seguir en sus cuarteles de invierno con el 23,1% que tienen los informativos de sobremesa de TV3, con una media de 528.000 espectadores en 2021. Incluso en una cadena cuestionada como Telemadrid, dinamitada por Díaz Ayuso (con su victoria puso al hombre duro del PP en TVE, José Antonio Sánchez, que a su vez practicó el ERE en la autonómica), sus informativos de proximidad son capaces de reunir a un 9,8% de cuota. En todas estas cadenas los informativos están bien por encima de la media general. Podrá interesar más o menos el resto de contenidos, pero sus noticias son referentes. Y cuanto más consolidado está el presidente autonómico esos datos son más altos y regulares.

Moreno Bonilla y su equipo no han logrado ese reconocimiento en Canal Sur, ni lo van a conseguir. Pueden manejarse otros factores, pero basta ese 8,1% de media total de la autonómica para saber que los partidos del gobierno actual podrían tener unos resultados electorales más discretos de lo que esperan. No hay que jugar a ser sociólogo.

Para ser la vitrina más lucida y presente que tiene el gobierno en las casas de los andaluces Vox ha jugado sus bazas de recortar el presupuesto a un medio público en el que no cree pero donde le encanta aparecer. Van a sacar rédito de sus exigencias mientras la RTVA se desangra con dos centenares de puestos que no se cubren y una plantilla envejecida. A favor de la cadena pública hay que recordar la inversión para modernizar equipos e instalaciones (qué valioso son los centros provinciales y qué poco valor tienen en esa programación) y la puesta en marcha con fatigas de la plataforma bajo demanda con la que se puede obtener una repercusión añadida ante una audiencia escéptica.

Moreno Bonilla suspendía los actos del 28F en Madrid por la grave crisis de su partido y es un ejemplo de la equivocada veneración con que se mira, por no incomodar, a la capital. En una actitud provinciana la actual dirección de Canal Sur se ha puesto en manos de productoras de fuera de Andalucía para escamotear inversión y talento autóctonos.

Pese a esa equivocada estrategia los contenidos encargados fuera están recibiendo la indiferencia de los espectadores, Chef al oído (Warner), Centenarios (La Cometa), Lingo (Unicorn Content). Crear un contenido para una comunidad autónoma no es lo mismo que un programa pensado para toda España. La atención ‘local’ requiere conocimiento de su identidad.

Incluso en los contenidos de entretenimiento se puede tener una concepción limitada de esa identidad, optar por dirigirse a un público concreto (por ejemplo, mayor, rural) y de ahí todo lo que es programación vespertina, anterior a la llegada del PP, que luce cifras correctas pero que nunca van a crecer ya.

Canal Sur ya era una cadena de corte reaccionario antes de que Vox pusiera sus exigencias sobre la mesa. Y ahí tenemos las cifras de El show de Bertín, que dependen más del invitado que del anfitrión. El realmente el show es de otros. Los dos rostros más populares de Canal Sur, Bertín y Toñi Moreno, pertenecen también a Telecinco, cadena que vive un mal momento.

El gobierno de Moreno Bonilla por dar margen en Canal Sur hasta hace negocios con la productora del independentista Jaume Roures. Lo más visto de la autonómica, en la franja caramelo donde los informativos nacionales nocturnos van despidiéndose, funciona en comandita Atrápame si puedes, formato que se produce a lo largo de las autonómicas con su versión local para beneficio de Mediapro.

En Andalucía había hasta ahora ingenio para tener formatos propios. En los últimos tres años se ha desbaratado esa confianza. Para construir una rotonda, por ejemplo, hay que contar con informes, criterios, hasta estudios de viabilidad... pero para tener un programa en Canal Sur, que como se observa es material electoral sensible a diario, sólo se tiene en cuenta el criterio de la persona designada por Elías Bendodo. El eje para aparecer en Canal Sur ahora discurre entre Madrid y Málaga.

Con los directivos nombrados por el bipartito, esquivos a los medios que no sienten afines, tal como tenemos la sensación ante los que protagonizan las guerra del PP madrileño, esta cúpula de la RTVA no quiere opiniones ni críticas internas: sólo quieren palmeros incondicionales, en la redacción y fuera de ella. Y Las peticiones de entrevista a los directivos de la RTVA ya ni se responden.

Igual que de anteriores crónicas de este periódico se copiaron, con mal enfoque y nulo aprecio, las sugerencias que se proponían en estas páginas, ya en este medio se vaticinaba que el equipo directivo que surgiera de la interinidad consentida por Susana Díaz lo iba a tener difícil y era inevitable que se fuera a peor. Los siguientes responsables, dentro de uno, cinco años, serán mejores que los que están en estos momentos. Lo más triste de este 8,1% del Canal Sur que piensa más en Madrid que en Guadalquivir es que ya es una etapa superada aunque sigan durante más temporadas al frente.

Y su trabajo, con los obstáculos de Vox, no hará visible si el actual gobierno cambió tanto Andalucía como dicen ellos.

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