Canal Sur, la vuestra
Dos años del cambio en Andalucía | Análisis de la situación de la RTVA
El recorte de 14 millones exigido por Vox para el presupuesto de 2021 ha enervado a la plantilla
El futuro sigue igual de incierto en la corporación, sin mejorar en la calidad de contenidos y sin remontar en audiencia
Convertir a los 1.410 trabajadores de la RTVA en sospechosos de su labor no crea calma en el seno de la plantilla y no despierta confianza sobre el plan futuro que tenga el bipartito sobre la corporación más visible de la Junta. Dos años después Canal Sur parece la misma aunque con otros jefes para encabezar los noticiarios. El ruido político en torno a la televisión autonómica, en tiempos que deberían ser de reinvención y modernización, contribuye a emborronar méritos y aspiraciones de los que trabajan en la casa.
Aunque a la plantilla se le garanticen los puestos pese a accederse al tajo del 10% del presupuesto exigido por Vox de cara a 2021, el futuro se plantea incierto para un colectivo con tal alta edad media y sobredimensionado por necesidades de otro tiempo. La carga de personal en tareas auxiliares y administrativas, más muchos puestos acomodados en facetas nebulosas, deja poco margen de recursos humanos para hacer radio y televisión (e internet y redes), cuando además el mapa andaluz obliga a extenderse por complejidades y centros territoriales. Una plantilla como la de la RTVA supone unos 91 millones de euros anuales cuando la transferencia prevista para 2021 será de 134,5 millones, 6 millones por debajo del contrato-programa que vino a regir durante los últimos años socialistas. Los 140 millones no eran suficientes para que también se pudiera renovar el apartado técnico, amén de las programaciones en sí. Realmente en Canal Sur no hay tanta gente para hacer los contenidos, como admiten profesionales de la corporación, pero el destino inestable vuelve a ser para las productoras externas, a las que se les va a pedir otro 10% de reducción y aumentar el esfuerzo. Ese recorte es un daño añadido a la brutal caída de la facturación publicitaria con la pandemia, los peores meses de nuestras vidas. Con un panorama así se presenta una etapa aún más complicada para que Canal Sur Televisión recupere espectadores y, por tanto, presencia en la sociedad andaluza. Alterar la tendencia y mejorar 8% de estos meses (6,9% en abril, en pleno confinamiento) requiere un compromiso colectivo que no se vislumbra.
El panorama
Los despidos, con el recuerdo y lecciones de Telemadrid y Canal 9, no se vivirán a corto plazo en San Juan de Aznalfarache, pero sí de manera silenciosa en esas empresas, más o menos próximas a intereses particulares, que hacen la televisión generalista para la cadena autonómica. Ya viene pasando desde los primeros recortes en producción externa de 2009 (con Pablo Carrasco, productor ahora del teatral El show de Bertín, recién llegado a la dirección general).
La producción propia se encarga de la cobertura informativa en televisión amén de una más que correcta programación radiofónica donde no se viven los seísmos de la pantalla. Los 14 millones pedidos por Vox no cortan la cabeza a nadie, pero sí son un recorte evidente a una empresa pública tan cuestionada sobre su utilidad y servicio público. El bipartito no ha sabido en dos años labrar una confianza sobre su labor en Canal Sur, que sigue lastrada como si fueran un problema de hoy aquellos reproches que lanzaba la oposición conservadora, con los mismos argumentos que ahora se apropian las formaciones de izquierda.
La radiotelevisión pública es un servicio esencial por proximidad y vertebración, palabras que sobre el papel suenan a administración eficaz, pero en el caso de nuestras cadenas (nacionales, autonómicas y locales) son expresiones que se disipan por la continua intervención política. En TVE se han alcanzado cotas preocupantes de intervención por la interinidad y pese al aumento de la transferencia pública de cara a 2021. En el caso de Canal Sur el panorama es inverso por la exigencia de ese recorte del 10% de la contribución directa de las arcas.
En TVE maniobra Unidas Podemos y en el caso de la autonómica es una exigencia, de apariencia persecutoria, de Vox. Los extremos se tocan para tocar las cadenas de todos. Son formaciones políticas que no confían en la TV pública. Los partidos extremistas no creen realmente en el servicio público de los medios porque parecen ansiar un servicio particular para sí del que precisamente se han venido quejando de los demás. Canal Sur fue durante años una herramienta más o menos eficiente para los intereses de los gobiernos socialistas. Incluso en etapas de mayor bonanza y mayorías dulces la cadena andaluza llegó a ser líder en el mando de las casas (había menos botones y mucha menos competencia). El declive definitivo del PSOE andaluz coincidió con una crisis de contenidos y de dirección de la RTVA, que no ha sabido a lo largo del último decenio adaptarse a su lugar en la consideración del público. Las cadenas de proximidad deberían situarse en estos tiempos en un rincón lucido: el del prestigio, incluso con airosa discreción. Y la cercanía, la identificación.
La actitud
En el caso del bipartito PP-Ciudadanos la historia sólo ha cambiado de signo y se siguen reiterando errores de otros tiempos. Control y maquillaje de la información para protagonismo de las formaciones en el poder y en el entretenimiento contenidos fáciles y señas de identidad manidas. La tentación de enfocar los desvelos generalistas a un público de clase media baja, de avanzada edad y de ámbito rural ha alejado a un público numeroso que dejó de identificarse, y que a día de hoy sigue sin hacerlo, con la cadena de su tierra.
Con un consejo de administración que tardó más de una legislatura para ponerse al día (beneficiándose de ello PSOE y PP), los cambios en la cúpula de la RTVA llegaron tarde, seis meses después de la toma de posesión. El director general interino Joaquín Durán, tras seis años de prestado en el cargo, tuvo una propina inesperada para extender sus decisiones, cuando por entonces se temían represalias inmediatas. Los ajustes de cuentas después han ido llegando a ritmo de farruca.
En el meridiano del mandato de Juan Manuel Moreno Bonilla (a 683 días de su toma de posesión) Canal Sur no ha mejorado en ningún aspecto evidente y lo más valorable es la actitud conciliadora y tranquilizadora del director general, Juande Mellado, nombrado hace año y medio con aceptación del PSOE. A lo largo de estos últimos meses en los que se ha agriado el panorama en el seno de la plantilla ha apagado algún incendio en las redes por omisiones en los informativos e insiste en que los puestos de la plantilla están garantizados pese a unos recortes que de nuevo supondrán la mencionada nueva sangría entre las productoras.
El clima dentro de la RTVA bulle de tensión social, un paisaje que incluso parecía desear Vox desde que se ufanara en pedir el cierre de la corporación, y los sindicatos han convocado dos jornadas prenavideñas de huelga general. Las razones precipitadas de los apagones de febrero se antojan ahora mínimas frente a la amenaza real sobre el futuro de la cadena que plantean esos inesperados recortes aprobados por el Gobierno autonómico.
El consejo de administración, presidido por un periodista, Rafael Porras, ha mostrado su preocupación por el contexto actual, aunque parece una comisión que históricamente se toma las cosas con conformismo. Durante mucho tiempo pagó cargos que se dedicaban a otra cosa, los consejeros ahora tendrían la oportunidad de ganarse el magnífico sueldo.
Juande Mellado, esforzado pese a todo por la paz social y por la mejora en las condiciones de trabajo, se ha interesado por la dotación de nuevos equipos y modernización de instalaciones, con partidas destinadas expresamente como los 3,5 millones que se preveían para 2021, más todo lo que supone tratamiento del fondo documental para la plataforma bajo demanda, aliciente para rentabilizar la producción propia.
El periodista Ignacio Martínez acuñó en estas páginas de manera certera el término de “San Telmo Televisión” para definir ese concepto de televisión informativa oficialista (tan de cadenita local) centrada en los logros del Ejecutivo. El presidente de la Junta aguarda incluso al inicio del Noticias 1 para aparecer en sus últimas comparecencias de estado de alarma, como si tratara de animar los audímetros y creer que su popularidad estriba en el share y en imitar las formas de Pedro Sánchez.
Los informativos
Pese a ese empeño de ensalzar todo lo que sea gobierno y amigos, un presidente de imagen cercana y ponderada como la de Juanma Moreno no necesitaría manipulaciones, fanfarrias y acentos perversos para convencer de una gestión razonable. Tampoco la del vicepresidente Juan Marín. La mayoría de los consejeros no requerirían de protección mediática, frente a las estridencias que resuenan por Vox y esa olla de grillos de Adelante Andalucía.
El problema de Canal Sur vuelve a ser de comunicación en los informativos. Y a tenor de unas cifras discretas en los noticiarios un rechazo a la polarización innecesaria y a los sesgos, a la apropiación de tantos minutos de alfombra. No sirve de nada tener un programa en prime time como Andalucía a dos voces para que sea una galería de consejerías y afectos y que lo vea menos del 2%, como sucedió con la titular de Cultura. Quien ha dado mayor audiencia ha sido una polémica parlamentaria de la oposición, Teresa Rodríguez. En la sobremesa, como suplemento de un matinal que despega a marchas forzadas, se instaló la Mesa de análisis de Teodoro León Gross, de apariencia plural y aportaciones interesantes que anota sobre la mitad de Al rojo vivo, pero plataforma el Noticias 1.
La actitud del director de Informativos, Álvaro Zancajo, con presiones internas, defenestraciones y conflictos personales, tampoco es de las que contribuyen a un horizonte esperanzador. La idoneidad del fichaje de este directivo, con el fin de que los contenidos fueran del agrado del Gobierno y sus allegados, es dudosa. Recomendado desde el PP de Madrid, no se ha mostrado como una persona de motivación y que atraiga con implicación al grueso de los profesionales. Más allá de conocer la realidad andaluza y de lo que supone Canal Sur en la vida de los andaluces (aspectos de los que Zancajo no podría hacerse una idea como la de un profesional de la casa como el breve director Javier Domínguez) dirigir los informativos de la autonómica del Sur no es tanto cuestión de propaganda e imposición, sino de proximidad y de sensibilidad. Y el público lo nota. Madrid sigue siendo Celtiberia, un centro que sigue estando lejos de Tartessos, como demuestran esos analistas sólo preocupados en los desatinos e intrigas de la Carrera de San Jerónimo, el mismo sitio donde vascos y catalanes sacan la pasta.
Tenemos un mal Gobierno en Madrid, pero el revanchismo de allá no se puede transportar con frivolidad a Andalucía. Convertir en secuaces tóxicos, por ejemplo, a veteranos profesionales, como si nuestro pasado reciente de PSOE andaluz fuera una rémora bochornosa, es desconocer Andalucía en sí misma. Haber trabajado en Canal Sur antes de la llegada de Juanma Moreno a San Telmo no debería ser convertido en crimen. Ya tenemos bastante guerracivilismo.
En los días de la pandemia ha habido jornadas muy preocupantes que llevaron a los espectadores andaluces a sintonizar con su cadena autonómica, pero esos datos puntuales no deberían ser esgrimidos precisamente como méritos de nadie. Si hay que escudarse en los datos vayamos a días convencionales: el Noticias 1 de este martes anotó 239.000, 11,1% y el miércoles, 230.00, 9,5%. El Noticias 2, 270.000, 8,9% el martes; y 283.000, 8,7%, el miércoles. Para ser contenidos de hábito las cifras no son brillantes y no justifican la masacre vivida en la redacción desde marzo porque los datos son parecidos a los de un año atrás y palidecen con los mejores tiempos.
En comparación, los informativos de TV3 siempre están por encima del 20%; en Galicia la media ronda el 15%, como en la ETB 2 vasca o en la joven cadena de Aragón. Todas estas autonómicas ya superan en media anual a Canal Sur, líder de las autonómicas hace quince años, y en parte se debe a esa fidelidad diaria en los informativos que se ha perdido desde hace tiempo, mucho antes del vuelco electoral del PP. Cambiar el rumbo de los informativos de una cadena pública no se hace atrayendo a los simpatizantes de cada uno, sino a todos los contribuyentes. Es lo que ha conseguido una cadena privada, Antena 3, cuyos informativos escalaron hasta ser líderes desde que precisamente Zancajo abandonó esta cadena.
Los programas
En el apartado de entretenimiento la dirección la ocupa una persona de la confianza del consejero Elías Bendodo, la malagueña Isabel Cabrera, ejecutiva de programas antes de llegar al cargo y que ha mantenido una línea continuista en las tardes, pilar consolidado de audiencia desde hace lustros, entre el magacín de Juan y Medio y el veterano formato Andalucía Directo (la infantería es la mejor conexión con el espectador medio), por encima de los dos dígitos de cuota aunque con una progresiva y lenta pérdida de seguidores respecto a temporadas anteriores, apartado en el que también se incluye Cómetelo.
Los espacios de puro servicio público mantienen a sus seguidores por encima de los vaivenes, al margen de la política, como sucede con Tierra y mar, Destino Andalucía, Salud al día, Espacio protegido, Los reporteros, los de siempre. Otros contenidos similares, con documentales y redifusiones se instalan en Andalucía TV, segundo canal que sigue sin remontar desde su invisibilidad del 0,4%.
Con el ex director general Pablo Carrasco, revalorizado por la actual directiva, se aceleró la pérdida de audiencia y bajo su mandato desapareció Canal Sur 2, la cadena de los niños y jóvenes además de ser el complemento cultural y alternativo. Su pérdida en el mando tuvo más consecuencias de fidelidad que el ahorro mínimo que aparejó su desaparición. Carrasco se encontró con una audiencia media anual del 15,6% y en el año de su marcha, 2013 (se llevó a TVE a Toñi Moreno con el formato que ella presentaba en las mañanas), la media anual fue de 9,9%. El programa de Bertín Osborne, que se graba en el mismo teatro que Tierra de talento, es el más caro de la autonómica (unos pocos euros por encima del talent de Manu Sánchez) y sólo la presencia de María del Monte ha superado los dos dígitos.
La Universidad, tan olvidada en Canal Sur, elevó la voz a través del rector sevillano Miguel Ángel Castro, quien lamentó que para financiar ese programa la autonómica recibiera 11 millones de euros del fondo de emergencia habilitado por el Covid. Si Canal Sur tiene furibundos detractores a veces los responsables parecen empeñados en darles argumentos.
La conformación de la parrilla de Isabel Cabrera ha llevado una deriva algo dispersa, guiada a veces por la improvisación, la precipitación o en la inspiración de canales más conservadores, como Trece o Intereconomía, claro guiño a Vox que va más allá de Todo caballo, Toros para todos y una abundante temporada taurina. No se entiende que ahora se programen películas del Oeste en los fines de semana o se retransmitan misas romeras con poca audiencia. Para tener una programación folclórica al gusto de Vox ya durante lustros anteriores Canal Sur iba sobrada, así que era difícil complacer aún más.
Las películas de los martes y viernes están registrando más espectadores que la mayoría de los programas nocturnos de la autonómica, franja de prime time antecedida por un formato de Mediapro, la multinacional de Jaume Roures, que versionan distintas autonómicas, Atrápame si puedes, presentado por Manolo Sarria, y cuyo nivel de preguntas se aleja de los formatos de La 1 o Antena 3, cadena que agranda su papel de referente.
En etapas anteriores la oposición del PP lanzaba el dedo acusador contra las productoras amigas de los directivos de Canal Sur. La dirección de Juande Mellado ha creado protocolos para la aprobación de proyectos creativos pero en este año y medio inicial parece que hay determinadas firmas que han tenido ventaja para poner en marcha programas e incluso documentales especiales de alto coste.
La originalidad y el riesgo no han sido la tónica y hubo un formato, Aguja flamenca, que podría recibir una futura demanda de la productora Shine por plagio de Maestros de la costura.
Al cabo de 31 años, 9 meses y 2 días, 11.598 días desde que comenzaron las emisiones, Canal Sur sigue perdiendo presencia. El cortoplacismo, el resultadismo para presentar a los políticos, es la obsesión que impide metas más ambiciosas. De los 11.598 días sólo 683 han sido con el gobierno de Juanma Moreno, plazo corto para cambios revolucionarios pero margen suficiente para escapar de errores de los antecesores.
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