Bretón quiso citarse con una amiga tras decir a Ruth que devolvería a los niños

Juicio a bretón

El acusado llamó a Ruth compungido y un minuto después intentó ligar con una conocida

Bretón quiso citarse con una amiga tras decir a Ruth que devolvería a los niños
Bretón quiso citarse con una amiga tras decir a Ruth que devolvería a los niños
Ángel Robles

05 de julio 2013 - 11:57

La personalidad manipuladora de José Bretón quedó ayer al descubierto. No hizo falta recurrir a exhaustivos informes psiquiátricos ni a eruditos forenses. Bastó con escuchar algunas de las conversaciones que el juez instructor, José Luis Rodríguez Lainz, autorizó grabar al presunto asesino para tener un retrato minucioso de su persona. La decimocuarta sesión del juicio que se sigue en la Audiencia Provincial de Córdoba consistió en la audición de conversaciones telefónicas con Bretón como interlocutor y en el visionado de algunos de los vídeos en los que también es el protagonista, como la reconstrucción en el Parque Cruz Conde. Y, con estos documentos, Bretón se retrató a sí mismo.

Reveladoras fueron, sobre todo, sendas llamadas que el acusado hizo el 16 de octubre a su mujer, Ruth Ortiz, y a una amiga de juventud. Bretón quedó arrestado al día siguiente, y horas antes aprovechaba para mostrarse ante su mujer como un padre preocupado y, acto seguido, para intentar ligar con una antigua amiga. La llamada a Ruth se realizó a las 18:17. "Qué pasa", le dice ella, casi sin habla, al descolgar el teléfono. Él también deja arrastrar la voz para mostrarse preocupado. "Quiero animarte", le dice, aunque siempre has sido "más fuerte". Apenas hablan unos segundos, Ruth murmulla frases inaudibles, intercambian unas palabras sobre Ruth y José y él, finalmente, le promete: "Te los tengo que devolver, y eso me da fuerzas". El matrimonio, ya roto, se despide, arrastrando apenas la voz, entre murmullos.

Pero, pasado apenas un minuto, a las 18:18, Bretón parece recuperar la fuerza y la voz. Con otro tono completamente diferente, relajado y animado, como si la desaparición de los niños no le afectara, llama a una antigua amiga para citarse con ella. La conversación es más propia de adolescentes que de dos adultos: "¿Sabes de qué me estoy acordando? De hace 14 años. Del día que tuviste el flemón y me quitaste el beso que te iba a dar", se queja Bretón. "Hace ya tantos años...", le responde la antigua amiga. "Parece que tengo grabadas las conversaciones que tuvimos", replica él, mostrándose ajeno a la tragedia por la pérdida de sus hijos.

El caso estaba a punto de dar un giro con la detención de Bretón, pero en la conversación el presunto asesino parece más preocupado en recuperar amores de juventud. Hablan del fin de semana -no hay ni una referencia a los niños- y reviven la última vez que se vieron. "Hace tanto tiempo que no te veo que seguro que estás más guapa", le lanza. "¿Cuándo te casas?", le pregunta. "Cuando encuentre novio. ¿Y tú, estás casado?", dice ella. La respuesta de Bretón es reveladora: "Eso ya es una historia más larga". Y al momento cambia el sentido de la converación: "Las pocas vivencias que hemos tenido han sido consistentes". "¿Has dejado de fumar?", pregunta él. "No, fumo menos que antes, porque no se puede fumar en ningún sitio", responde. "Yo lo he intentado, pero no lo consigo. He fumado y me quito. No me sé tragar el humo", sigue Bretón, que de pronto le muestra su intención.

"¿Te puedo acompañar un día a tu casa después del trabajo?", le propone. Acto seguido recuerdan la última vez que se vieron, 14 años atrás. "Ibas con una amiga tuya", le dice ella, refiriéndose a Ruth Ortiz. Él sigue sin decirle nada de lo ocurrido. "Estarás más guapa, seguro", le dice él con alegría en la voz. "Yo me he quedado más delgado, pero eso se recupera", detalla, y se acuerda de su "boquita pequeña" que tanto le gustó. "Parece que te estoy viendo. Voy a recogerte el día que menos te lo esperes. A ver si me haces un poco un hueco en tu vida", le pide. Ella le da esperanzas: "Cuando tú quieras".

Nada tiene que ver la actitud de Bretón con la que muestra con su mujer. De padre cabizbajo y preocupado, sollozante, pasa a mostrarse como un hombre despreocupado, sin problemas. La actitud de Bretón provocó rostros de estupefacción en el público y en los miembros del jurado popular, que hasta ahora sólo habían podido conocer el perfil del presunto asesino por las declaraciones de los testigos y por los forenses. En la sala se escuchó otra conversación con Ruth Ortiz. Su voz vuelve a ser la de un padre compungido: "Ayer estuve hablando con el jefe de la brigada. Estuve hablando de la relación, de los niños, de que había un alejamiento entre nosotros, de la búsqueda...", le explica. La madre de Ruth y José apenas puede mantener la conversación. "Pensar en los niños me da fuerza", dice él en un momento. Ella, con un hilo de voz, le replica: "Nuestra felicidad depende de los niños". "¿Pero entonces los vas a traer?", le pregunta. "Te los tengo que traer, tarde más o tarde menos", zanja él.

Bretón pasa los días previos a su detención bajo una fuerte vigilancia policial. Los agentes lo interrogan continuamente, convencidos de que sabe más de la desaparición de los niños de lo que ha contado. El sospechoso pasa horas y horas en la Comisaría. En dos ocasiones, llama a un amigo guardia civil para desahogarse. "De trato no puedo tener ni la más mínima queja", le reconoce el día 14 de octubre. Bretón, en cambio, sí se queja de que los agentes le han dicho que ya no saldría de allí. "¿Qué te han detenido?", le dice su amigo. "Eso es lo que quieren", responde Bretón. El guardia le pregunta si ya tiene abogado, y él dice que no. "Si no te han detenido, ¿por qué te tienen que tener allí?", le replica, sospechando que Bretón le oculta algo. "A mi hermana le dijeron que estaba todo superclaro", dice el ahora acusado, molesto por tantos interrogatorios: "Yo me puedo defender de lo que veo, igual que al principio me dijeron que tenía cuerda y precinto en el coche y una navajilla. Eso sí, pero yo no sé nada de unos cuchillos".

También se queja de que los agentes le insistan en que el día 8 pusiera como coartada que había quedado con unos amigos para comer. "En ningún momento he dicho que quedé con nadie", replica Bretón, que insiste en que puede justificarse "de todo". Y, pese a que ayer quedó en evidencia su deseo de reencontrarse con una antigua amiga, aquel día se quejó de que, precisamente, hubieran intentado adjudicarle un ligue: "Hoy me han querido relacionar una aventura a mí". Bretón recueda, además, su encuentro con una prostituta: "No se me levantó ni pude hacer nada. Me están machacando, machacando. Si vienes, te lo agradezco enormemente", le pide finalmente a su amigo.

En las conversaciones también queda clara la animadversión de Bretón hacia los periodistas -"no me quiero quedar en mi casa por que me salga el puto nene con la alcachofa"- y se queja del escaso apoyo que recibió, según su versión, cuando buscó a los niños en el circuito deportivo del Parque Cruz Conde: "No conseguí que nadie se viniera conmigo cuando se perdieron en el parque. Es muy triste. Me parece increíble".

También se escuchó en la sala la llamada que José Bretón realizó al Centro de Coordinación de Emergencias (Cecem) 112 el 8 de octubre a las 18:39:50. El acusado y el técnico parecen no entenderse, a juzgar por las numerosas preguntas de este último. Bretón aporta el nombre y la edad de los niños y detalla que ninguno de los dos menores tienen tratamiento médico. "Íbamos a la Ciudad de los Niños y hemos atravesado el parque. Había un montón de gente y no los veo", explica el procesado, que calcula que no los tiene localizados desde "hará media hora". Esta referencia temporal podría ser clave para aclarar si Bretón pudo simular la pérdida de los pequeños, si bien los numerosos análisis a los que el móvil del procesado ha sido sometido no han podido precisar sus movimientos de aquel día.

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