No es una de las nuestras
Los funcionarios denuncian que Isabel Pantoja tiene privilegios en la prisión de Alcalá de Guadaíra
En Uno de los nuestros Martin Scorsese reconstruye la pitanza del gangster Paul Cicero y sus muchachos en prisión. A la mesa no le falta de un detalle. La escena abre el apetito del espectador. El mafioso está interpretado por el actor Paul Sorvino y es una recreación fiel de la figura de Paul Vario, Big Paulie, capitán de la familia Luchesse. Estaba entre rejas, pero vivía bastante mejor que muchos de los que estaban fuera. No era un recluso más.
A Isabel Pantoja no se le conocen vínculos con el hampa. Se le descubrieron lazos, mucho más que afectivos, con Julián Muñoz, alias Cachuli. La pasta negra que floreció en esa relación la llevó al trullo. En la cárcel de mujeres de Alcalá de Guadaíra ella tampoco es una presa más. Los funcionarios han puesto el grito en el cielo. Denuncian que disfruta de privilegios impensables para el resto de las reclusas, que también han levantado la voz.
El periódico El Mundo desveló hace unos días que la folclórica ha conseguido con la colaboración de la dirección del centro convertir su celda de la prisión en la suite de un balneario. El problema no es que ella se crea especial, el problema es que también lo creen los máximos responsables de la cárcel. Así, Pantoja se mueve en la trena igual que Big Paulie. Y con descaro flamenco.
La tonadillera ha conseguido rodearse de algunos funcionarios "más afectuosos" que velan por ese trato de favor. El conflicto surgió a su regreso del permiso de cuatro días del que disfrutó a primeros de este mes. Pantoja se dio de bruces con funcionarios no tan serviciales que sí cuestionan que la presa se salte las normas internas del centro y que la trataron como a una más. Y el choque se produjo.
La situación no pasa desapercibida al resto de las reclusas. Varias mujeres ya se han quejado también por los privilegios de la tonadillera, que ha desayunado con la directora, ha fumado en zonas donde y cuando no está permitido, se ha quejado de los cacheos e incluso ha gritado "¡esto es una vergüenza!" a los funcionarios al intentar éstos impedir sus transgresiones. Ya "no es una de las nuestras" para otras presas, algo que contrasta con el supuesto afecto que Pantoja quiso transmitir a sus "fans de la prisión" al lanzarles un beso cuando salía de permiso camino de su finca Cantora.
Hay más animadversión que admiración entre muchas reclusas, de forma que los funcionarios, que se sienten desautorizados por sus superiores, temen que las demás mujeres les reprochen que Pantoja "manda en la cárcel", según reveló un trabajador al periódico madrileño.
Mientras tanto, la Administración guarda silencio. El único en hacer referencia a la polémica ha sido el delegado del Gobierno en Andalucía, Antonio Sanz, que ayer dijo a Europa Press que el trato que se da a "todos los internos" de las cárceles del país "es el mismo". Sanz apenas se extendió sobre el asunto. "Lo que conozco y sé" por parte de la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias es que "las instrucciones que se dan en relación con los internos son las mismas para todos, no me consta nada distinto", agregó el delegado.
Los funcionarios de la cárcel de Alcalá de Guadaíra denuncian que la Pantoja es la excepción a la regla. Es una presa especial.
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