Arriate, entre el alivio y el dolor

La detención cae como un mazazo al tratarse del hijo de una familia asentada en Arriate durante varias generaciones · Más de 100 vecinos se concentraron en la calle de la familia del menor durante el registro

J. Flores · J. Cintora / Arriate

04 de febrero 2011 - 01:00

Conmocionados pero un tanto aliviados. La detención del menor por su presunta implicación en la muerte de María Esther Jiménez tranquilizó ayer los ánimos en Arriate tras 15 días marcados por la incertidumbre y la tensión. "Las detenciones se estaban demorando. Deberá ser un juez el que dictamine si este chico es el culpable o no, pero lo que sí le puedo asegurar es que este arresto servirá para tranquilizar los ánimos del pueblo", aseguraba Francisco, propietario de un bar. El mismo mensaje de mesura trasladaba Francisco Ruiz, vecino de Arriate: "Estamos bastante más tranquilos que ayer [por el miércoles], pero todavía no sabemos si el caso está cerrado, si este menor la mató o si lo hizo con la ayuda de otras personas. Hay que esperar".

Unos minutos después de que la Guardia Civil replegara el cordón que impedía el acceso a la calle Viñilla, la incredulidad era la nota predominante entre los vecinos de la familia del menor arrestado. "Esto es un mazazo y una pena para Arriate. La noticia me ha hecho mucho daño porque a su abuelo lo conozco desde que era chico. Él es el tesorero de una asociación de jubilados y tanto él como su familia son unas bellísimas personas", aseguraba Rafael. En la misma calle, Maruja Torres, con la puerta de su vivienda entreabierta, tampoco salía del asombro: "Es una familia muy trabajadora . Todos los días hablo con ellos y jamás han dado problemas. No me lo puedo creer".

"Todo el mundo esperaba que no fuera del pueblo. Esto va a representar un serio problema para la familia. Estamos aliviados, sí, pero dolidos porque el chico que han arrestado es de aquí, con lo que eso representa para un municipio tan tranquilo y en el que nunca se han producido altercados como Arriate", aseguraba Carmen C., otra vecina.

Durante el registro de la vivienda, que se prolongó por espacio de más de tres horas, más de cien vecinos se concentraron en la céntrica calle Vinilla. Tal era la expectación, que hasta los estudiantes del instituto Escultor Martín Higuero se desplazaron hasta esta calle para seguir las evoluciones de los registros. "En el pueblo no se habla de otra cosa", aseguraba uno de ellos.

Mientras tanto, los padres de María Esther Jiménez, que prefirieron no hacer declaraciones, permanecían en su vivienda viendo en directo el desenlace de la investigación. "Están muy afectados y prefirieron no hablar", aseguraba una de sus vecinos.

En el Ayuntamiento de Arriate, convertido durante estas dos últimas semanas en cuartel general de los investigadores y en el epicentro de todos los movimientos de la investigación, la actividad era mínima. Al filo de las 17:30, uno de los agentes desplazados desde Madrid sacaba sus cajas personales y se dirigía a su vehículo para poner fin a los 15 días más complicados de Arriate.

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