Un Arenas resignado condena al bipartito
El líder del PP, visiblemente afectado por los resultados del 25-M, augura un "rotundo fracaso" a la coalición de gobierno PSOE-IU.
Desde que se conocieran los resultados de las elecciones andaluzas existe una especial afición por escrutar el semblante de Javier Arenas y adivinar lo que piensa hacer en el futuro. Como esta suerte de telequinesia no da resultados, los comentarios se afanan sobre su estado, si a través de sus sensaciones es posible aventurar su destino, si va a quedarse en Andalucía los próximos cuatro años. Sin la dureza de sus oponentes ni la condescendencia de sus afines, la certeza es que a Arenas se le observa alicaído, nostálgico, como deprimido, y muchos proyectan ese ánimo a su aspecto físico. El debate de investidura ha sido una prueba exigente y Arenas, político veterano, ha tirado de manual, aguantando el tipo, profesional, aunque sin espantar la sensación de que los mejores días de su aventura política en Andalucía han finalizado.
Un Arenas resignado por el resultado de las autonómicas se ciñó a su papel de oposición, el que le ha tocado al PP en solitario. El líder popular anticipó su voto negativo a la investidura de José Antonio Griñán como presidente de la Junta de Andalucía y dio su razón: "No creemos en un modelo PSOE- IU, como los gobiernos de Zapatero y de Griñán, que conocemos en Andalucía, en Sevilla, Córdoba y Jaén, el tripartito de Cataluña, y creemos que se va a parecer mucho, un rotundo fracaso", sentenció.
Como él mismo describió después, a la primera parte de su intervención le imprimió un perfil institucional. Comenzó con un recuerdo en su día a la libertad de prensa (como los demás portavoces), felicitó al presidente de la Cámara y a los diputados y situó su discurso en Andalucía, en referencia al cariz europeísta y a la enmienda a la totalidad al Gobierno del PP de Griñán en su intervención el miércoles. Arenas lamentó que el PSOE ni siquiera escuchase su oferta de coalición y le reconoció "toda la legitimidad al presidente" que iba a ser investido una hora después. Asimismo, aprovechó la ocasión para echar en cara a Valderas que el apoyo de los andaluces a IU en las elecciones fue para generar "el cambio, no para que salieran los mismos de hace 30 años".
En esta primera parte Arenas cumplió con el guión. Culpó al PSOE de las desgracias de la comunidad, que no son pocas (33% de paro, fracaso escolar, déficit presupuestario...) y expuso los desafíos de la comunidad y las reformas que a su juicio necesita. Las dos grandes patas estas primeras semanas son la situación económica, sobre la que el PP siembra dudas, y los ERE. Arenas cargó contra la opacidad del "recortazo" de 2.697 millones y preguntó si afectará a sanidad, educación y servicios sociales. Griñán aplazó la concreción al futuro gobierno y culpó de esos futuros recortes al Gobierno central.
Tampoco concretó si habrá que aumentar la ratio de alumnos por aula, pero Griñán acercó esta posibilidad al atisbar "problemas" por la falta de profesores debido al recurso del Ejecutivo de Rajoy a las oposiciones y el despido de interinos por el recorte educativo.
En cuanto a las reformas, Arenas recordó que Griñán prometió un adelgazamiento de la Administración, que esta vez no se le oyó. Griñán ni siquiera tomó nota.
Arenas deseó que Andalucía no se convierta en un "fortín frentista" contra el Gobierno y en su segundo turno, más a la ofensiva según él, defendió las políticas del Gobierno central y el cumplimiento del objetivo de déficit. Los socialistas se ofuscaron porque Arenas, precisamente, eligiera los recortes como ariete.
Griñán, no sin sorna, recibió a Arenas en la réplica con un "me alegro de verle en este debate" y reiteró su intención de tener una relación de lealtad con un Gobierno central que "parece que nos ataca a nosotros", en alusión a los recursos a las oposiciones a profesores y a la subasta de medicamentos.
Antes de finalizar, Arenas se ofreció repetidamente al diálogo, aunque no precisó si el PP aceptará la oferta de reuniones propuesta un día antes por el presidente andaluz. "Para hacernos fotos, el PP sobra", dijo.
Como punto y final, Arenas hizo mención a lo que más se esperaba, alguna referencia a esa situación personal que tanto interés concita: "Yo he sido candidato en cuatro ocasiones, en tres no gané y en la última sí, aunque no con la mayoría que deseábamos ni como daban las encuestas, pero lo que sí tiene un mérito extraordinario es que sin ganar las elecciones, usted vaya a ser dos veces presidente de la Junta", concluyó.
Arenas regresó a su escaño, abrazó a Antonio Sanz y dio la mano a Carlos Rojas, posible delfín. "El final de su intervención creo que demuestra su estado de ánimo", le asestó en la vuelta Griñán, a quien hace sólo mes y medio muchos le veían en la cara un gesto resignado.
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