Aprobado general a la gran caja
Fin de curso generoso. Griñán, Arenas y Valderas escenifican un amplio consenso sobre la creación de una gran caja en Andalucía, basada en la unión de Unicaja y Cajasol
COMO si estuviesen interpretando el guión de una obra de teatro, en la fiesta de fin de curso, los jefes de los tres partidos del Parlamento andaluz escenificaron ayer una coincidencia total de puntos de vista sobre la necesidad de concentrar las cajas andaluzas bajo una misma bandera. Puso el toro en suerte el portavoz de Izquierda Unida, Diego Valderas. Entró a fondo en el asunto el presidente Griñán, y lo hizo también de manera reiterada en sus dos intervenciones el líder popular Javier Arenas. Han quedado en verse la semana que viene; estamos en vísperas de grandes noticias.
El último pleno ordinario del actual periodo de sesiones no ha defraudado. Arenas había planeado una sesión de control al Gobierno para desenmascarar un supuesto plan B de recortes ocultos del Gobierno andaluz. Pero su estrategia quedó muy en segundo plano.
Pero el que dio en la diana con el asunto estrella del día fue el jefe de los izquierdistas. Valderas centró monográficamente su intervención en la gran caja, que es el nuevo nombre artístico que ha tomado la antigua caja única. Dijo muchas cosas. Criticó los localismos que impiden fusiones intraregionales, mostró su desacuerdo con las integraciones con entidades de fuera; clamó contra la privatización de las cajas en el futuro, como pretende según él la derecha financiera; descalificó la doctrina al respecto del Banco de España...
En resumen, reiteró el valor que su organización le da a la naturaleza pública de las cajas y a su función social. Y exigió a Griñán que no sea neutral en este proceso. Valderas leía su guión. Como a continuación hizo el presidente Griñán, de manera evidente, para decir las frases del día: que su Gobierno trabaja en la configuración de la gran caja andaluza, un objetivo importante y posible, para impulsar la recuperación económica y revertir sus beneficios en la región. Y que invita a todas las cajas, a sus presidentes, a sus consejos, a sus órganos de decisión para que trabajen en la construcción de un gran proyecto de integración financiera netamente andaluz.
El presidente precisó que cuando se refería a todas las cajas, la de Granada no se le olvidaba. Inicialmente, no mencionó a ninguna por su nombre, pero sí las numeró; las tres que quedan en Andalucía con plena capacidad de obrar tienen una morosidad -dijo- por debajo de la media de las cajas y del entero sistema financiero español.
El resultado de esta concentración daría el cuarto bloque cajista español, según las cuentas de Valderas; y uno de los más importantes, si acudimos a la expresión utilizada por Griñán. Al final de su primera intervención hizo un relato de los procesos de fusiones en marcha, para concluir que el objetivo del Gobierno andaluz es la creación de una gran caja, sobre la base del entendimiento entre Unicaja y Cajasol, al que sería bueno que se incorporase Cajagranada, tras una reflexión profunda de sus órganos de decisión, que estaría abierta a otras entidades no andaluzas, que aporten solvencia y eficiencia, y que se podría completar con la incorporación de Cajasur cuando la adjudique el Banco de España. Esto es lo que hay. En su texto, minuciosamente redactado y leído, el presidente evitó pronunciarse sobre el domicilio social, argumento de litigio infinito entre Sevilla y Málaga. Anunció Griñán algo tan impreciso como que el domicilio estaría en Andalucía. "Aproximadamente", podría haber añadido.
Valderas volvió a la carga: una entidad resultante con más de 100.000 millones de euros de activos. Izquierda Unida está en contra de las cuotas participativas, con derechos políticos. No es lo que parece; esos derechos políticos serían votos en los órganos de decisión y un caballo de Troya para la privatización, mientras que IU pretende que las cajas sean bancos públicos, para entendernos. Huyendo de los desacuerdos, Griñán eludió este lado del debate. Se limitó a decir que la naturaleza de las cajas no está en cuestión y se concentró en el consenso político que pretende para conseguir su objetivo. El lunes hablará con la izquierda parlamentaria, el embrión de un eventual Gobierno en 2012 si el PP es el partido más votado, pero no tiene mayoría absoluta, como dicen ahora las encuestas. Recibirá a Valderas y a Velasco; por separado, claro está. Y el martes tendrá la tarea más complicada con el presidente del PP andaluz, Javier Arenas.
El jefe de los populares traía otro debate preparado de casa, pero vio rápidamente dónde estaba la noticia del día. Así que hizo su declaración institucional sin guión. Y le salió muy elegante. El resumen, en un decálogo, es de un servidor. 1. El intercambio entre Valderas y Griñán le había parecido edificante. 2. Las cajas no deben ser terreno partidista. 3. Hay que buscar que sean viables y solventes. 4. El objetivo que se plantea necesita un consenso social amplio. 5. También, un respeto escrupuloso a los órganos de gobierno. 6. Es muy importante que las fusiones no supongan pérdida de empleos. 7. Las entidades deben mantener su vinculación con el territorio. 8. Los cargos públicos no deben estar en los consejos. 9. Hay que establecer una hoja de ruta. Y 10. Es sustancial la estación de llegada.
Un espectador imparcial diría que Arenas está por la labor. Pero un rumorcillo en los bancos socialistas en su inicio mostraba el escepticismo en las filas adversarias. Puesto a ponerle bálsamo a cualquier inconveniente, el presidente se había tirado un farol en una de sus primeras intervenciones: dijo que no es verdad que la fusión de cajas de un mismo territorio produzca solapamientos. Lo dijo con muchísimo énfasis, pero ningún espectador imparcial se lo pudo creer. En todo caso, ya ven que sube el tono de los argumentos a medida que se acerca la solución.
Al final no se echó el telón. Habrá algún pleno extraordinario, en la segunda quincena de julio.
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