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En la Andalucía ‘vacía’ se vive más

Un estudio del CSIC revela que las personas que viven en zonas urbanas con alto nivel de desempleo, más contaminación y más hogares unipersonales presentan una mayor mortalidad

Una pareja de ancianos pasea frente a la iglesia de El Madroño. / Juan Carlos Vázquez

18 de abril 2019 - 04:00

El pasado 31 de marzo, la España vaciada clamó en Madrid para recordar a los urbanitas que están ahí, azotados por la falta de oportunidades y empleo, aislados de las grandes infraestructuras. En aquella marcha por la capital hubo andaluces, sobre todo de provincias limítrofes con Sierra Morena o de las Alpujarras granadina y almeriense, las zonas más afectadas en el sur del país por esta despoblación. Ahora un estudio del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) revela que hay factores que hacen que la población rural presente menor mortalidad respecto a los habitantes de las zonas urbanas.

Diego Ramiro, el investigador del Instituto de Economía, Geografía y Demografía del CSIC que ha dirigido la investigación, explica que, “a pesar de que en las ciudades se tiene mayor acceso a recursos asistenciales, sociales y sanitarios” en igualdad de condiciones socioeconómicas, individuales y familiares, persiste una sobremortalidad con respecto a las zonas rurales”.

Esta conclusión difiere del pensamiento tradicional, que establece que, desde finales del siglo XIX y principios del XX, cuando la población comenzó a trasladarse de forma masiva a las ciudades, la mortalidad era mayor en el ámbito urbano que en rural. “Es una idea anticuada”, apunta Ramiro.

El grupo de expertos que ha dirigido este investigador del CSIC se sirvió de los datos del censo de población del Instituto Nacional de Estadística para conocer la información sobre el medio ambiente y la composición de la población andaluza. Y cruzó estos datos con una muestra de la Base de Datos Longitudinal de Población de Andalucía que elabora el Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía, “una joya de la producción estadística”, que Ramiro compara con otros documentos similares que se realizan en países del norte de Europa, como Suecia, y que es uno de los motivos por el cual han elegido Andalucía para elaborar este estudio.

El investigador explica que, tradicionalmente, el nivel de urbanicidad de un territorio se medía por la cantidad de población, pero Andalucía, región con un importante número de agrociudades, muy pobladas pero relacionadas con el ámbito rural. “Son localidades con poblaciones de entre 20.000 y 50.000 habitantes que, en otros países, podrían considerarse zonas urbanas”, apunta Diego Ramiro.

El índice de urbanicidad elaborado por estos investigadores del CSIC han utilizado información sobre la densidad de población por secciones censales, la densidad de las carreteras –averiguada vía satélite–, la accesibilidad a servicios de salud y la superficie artificial, es decir, la que ha sido modificada por la acción del hombre.

Esos datos permiten afirmar que las personas que residen en áreas con mayores niveles de desempleo, mayor presencia de hogares unipersonales y una elevada contaminación “se enfrentan a pequeñas, pero persistentes desventajas en la supervivencia”.

En el ámbito rural, explica Ramiro, “hay menos contaminación y sus habitantes están más cerca de la naturaleza”. Son factores que mejoran la calidad de vida e inciden en la mortalidad, a pesar de que hay más oportunidades en las ciudades. Esa mayor posibilidad de obtener, por ejemplo, un puesto de trabajo, es un importante factor en el proceso de despoblación rural de España, pero en las ciudades se concentran esas zonas con peores datos de desempleo, mayor contaminación y con más hogares unipersonales.

Esta situación es problemática en Andalucía, ya que, según el Instituto Nacional de Estadística, 11 de los 15 barrios más pobres de España están al sur de Sierra Morena: cinco en Sevilla, cuatro en Córdoba y dos en Málaga. Sin embargo, el estudio del CSIC liderado por Diego Rivero “no han encontrado una concentración de las áreas de alto riesgo” en la parte occidental del territorio andaluz.

Este fenómeno puede deberse, entre otras razones, a que “las diferencias de mortalidad entre la población rural y urbana de Andalucía tienen más posibilidades de verse por la composición familiar y la calidad medioambiental” que por el grado de urbanicidad que ha utilizado el estudio.

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