Andalucía peina canas: 600.000 menores de 44 años se caen del padrón

La población mayor de 65 años crece un 16% en la última década

El envejecimiento ya no es sólo rural, también alcanza a las grandes áreas metropolitanas

Una residente, en  silla de ruedas, ve  la televisión en una  sala de ocio en un  geriátrico sevillano.
Una residente, en silla de ruedas, ve la televisión en una sala de ocio en un geriátrico sevillano. / Juan Carlos Muñoz
Encarna Maldonado

29 de mayo 2022 - 06:00

Andalucía envejece. A buen ritmo y sin vacilación. En la última década se han evaporado del padrón más de 600.000 habitantes menores de 44 años. Es el equivalente a una población casi tan grande como la ciudad de Málaga. Mientras este segmento de edad ha caído un 12%, la población mayor de 65 ha aumentado en un 16,7%. Los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) muestran que ahora hay 214.000 andaluces más por encima de la edad de jubilación que en 2011.

Pirámide de población de Andalucía. Fuente: INE.
Pirámide de población de Andalucía. Fuente: INE. / Departamento de infografía

Las diferencias son todavía más acusadas si nos vamos a los extremos: la cifra de niños menores de 4 años ha descendido un 24%, mientras que el número de mayores de 85 años ha subido un 48%.

De los 785 municipios de Andalucía, sólo 38 han ganado población menor de 44 años en la última década, mientras 480 lo han hecho en el segmento de los mayores de 65 años. Aun así, hay 305 localidades que han reducido población de más edad y no ha sido por por su dinamismo demográfico, sino justamente por lo contrario, porque son los más afectados por la despoblación, el envejecimiento y la caída de la natalidad, de modo que a medida que pasan los años cada vez son menos los vecinos que llegan a la edad de jubilación.

Éste es el resultado de una sociedad con una de las tasas de natalidad más bajas del mundo y una de las mejores esperanzas de vida del planeta. Sin embargo, bajo este mapa general se ocultan los detalles que son, precisamente, los que informan de la diversidad y heterogeneidad demográfica de Andalucía.

El proceso de envejecimiento es general, pero hay dinámicas territoriales diferenciadas. Unas veces porque entraron antes en la senda del envejecimiento, como sucede en Jaén, Córdoba y Granada, y otras porque tienen capacidad para atraer población activa, que es el caso de Almería y, especialmente, de Málaga. Finalmente, están las áreas metropolitanas, grandes aglomeraciones urbanas en torno a las capitales que desde los años 90 han atraído fundamentalmente a familias y que ahora son, por una parte, las que tienen más población joven pero también las que por primera vez empiezan a tener grandes bolsas de mayores.

De los 785 municipios, sólo 38 han ganado población menor de 44 años

Un ejemplo: Mairena del Aljarafe y Tomares, en Sevilla, figuran a la cabeza de Andalucía por ser los municipios en los que más ha aumentado la población mayor de 65 años desde 2011, con incrementos del 73% y 72% respectivamente. No son excepciones. Almensilla, Valencina, Palomares, Gines, Espartinas o Castilleja de la Cuesta, todos en el Aljarafe sevillano también están en este ranking.

El fenómeno no es exclusivo de Sevilla. En Rincón de la Victoria y Alhaurín de la Torre, principales núcleos del área metropolitana de Málaga, el número de habitantes de 65 o más años ha subido un 54% y 51% respectivamente en la década. La fotografía se repite en los gaditanos de Puerto Real (47%), Chiclana (44%) y El Puerto de Santa María (41%), o en Granada, con Ogíjares (68%) a la cabeza, seguido de Cenes de la Vega (60%), Jun (45%) o La Zubia (44%). Es la misma imagen de Huelva, con un aumento del 71% de la población mayor de 65 años en Aljaraque y del 61% en Punta Umbría, mientras que en Almería destaca Roquetas de Mar, con una subida del 57%.

En este caso, la explicación es doble: aquellos pioneros que abandonaron en los años 90 los cascos urbanos para instalarse a las afueras se han hecho mayores. Pero, además, son lugares atractivos para mudarse al llegar a la jubilación. En consecuencia, sus ayuntamientos se exponen a una doble presión. Por un lado son los que tienen más población joven y los que más crecen, con la consiguiente demanda de servicios e infraestructuras infantiles y juveniles, pero por otro tienen que dar respuesta urbanística, social y sanitaria a los vecinos más edad. Afrontan al mismo tiempo la tensión por la falta de institutos, de centros de mayores y hasta de capacidad en sus cementerios.

Mairena del Aljarafe se consolidó como ciudad metropolitana de Sevilla a partir de la Expo. Aquellos primeros profesionales son ahora jubilados y componen un colectivo "exigente en servicios culturales y sociales", reconoce su alcalde, Antonio Conde (PSOE). "Tenemos tres centros de día, complementamos con un presupuesto anual de 400.000 euros los servicios de dependencia y toda la programación deportiva y cultural se orienta también a la población mayor", incluso dispone desde hace lustros de un Aula de la Experiencia en colaboración con la Universidad de Sevilla. La gestión municipal se impregna de las necesidades actuales y futuras de los mayores: "Cada vez que reurbanizamos una calle la hacemos de plataforma única, sin bordillos, para facilitar la movilidad. Queremos también promover las relaciones intergeneracionales con viviendas de alquiler protegido, porque la soledad es otra cuestión a tener en cuenta", puntualiza. Otro ejemplo del peso de esta bolsa de población es que el primer proyecto de cohousing o vivienda colaborativa de Andalucía haya arrancado en Mairena.

El alcalde de Rincón de la Victoria y presidente de la Diputación de Málaga, Francisco Salado (PP), precisa que la pandemia ha acelerado el proceso y muchas segundas residencias se han convertido en permanentes. "Familias ya mayores que tenían una casa de vacaciones, ahora se han venido a vivir a Rincón. Nuestro padrón ha crecido mucho en los dos últimos años". El municipio, que históricamente ha tenido que hacer frente a falta de espacio en su sistema educativo precisamente por su pujanza demográfica, tiene en obras el centro de mayores para triplicar su capacidad, hay varias empresas a la busca de suelo para construir residencias y centros de día, y el Ayuntamiento ha tenido que reorientar la oferta cultural para responder a la demanda de ocio de los mayores.

Esta realidad convive con la despoblación y el envejecimiento del interior de Andalucía, un fenómeno empujado por la pérdida de servicios en los municipios más pequeños y la precariedad de las infraestructuras. Francisco Salado, en su calidad de presidente de la Diputación de Málaga, subraya el esfuerzo por dar visibilidad a la vida en las localidades más pequeñas, con programas como Vente a vivir a un pueblo o iniciativas como el centro de innovación social y digital de Benarrabá. Empezó a funcionar en marzo y su alcalde, Silvestre Barroso (PP), no oculta su entusiasmo porque ya ha habido tres teambuilding, o sea, encuentros de teletrabajadores promovidos por las empresas necesitadas de que su personal disperso tenga contacto directo de vez en cuando, un hackathon para hacer un videojuego y dispone de un coworking que es punto de referencia de un puñado de teletrabajadores y profesionales liberales que hasta ahora habían pasado incluso desapercibidos para el Ayuntamiento de este minúsculo municipio de 438 vecinos del Valle del Genal.

Es el caso de Laura. Intérprete formada en el Reino Unido, con la llegada de la pandemia vio que congresos y reuniones se desplazaban a internet y, con ellos, la interpretación se mudaba a la plataforma Zoom. Esto le ha permitido vivir y trabajar en Benarrabá, de donde es su pareja y donde crían a su hija de dos años y medio. "Me encanta la naturaleza y el ritmo de vida tranquilo que se respira aquí. Hay muchas ventajas, como alquileres más bajos y deportes de aventura", explica a través de un mensaje de Whastapp en el que destaca el "precioso centro de coworking" del pueblo y, por supuesto, la importancia de tener fibra.

La pieza angular para que todo funcione, dice Silvestre Barroso, es la fibra. "Afortunadamente en el pueblo la tenemos desde 2018". Hace falta infraestructuras de telecomunicaciones, pero también bancos, supermercados o bares, además, por supuesto, de acceso al sistema educativo y sanitario.

Todas las provincias andaluzas, salvo Málaga y Almería, han perdido población adulta joven

Eugenio Cejudo, profesor de Geografía de la Universidad de Granada, insta a no hablar de problemas, sino de desafíos. Argumenta que esta pirámide demográfica, que se estrecha en la base y se abomba en la cúspide, es la combinación de una sociedad que decide en libertad los hijos que quiere tener y de los avances científicos que alargan la esperanza de vida, así que llama a buscar soluciones, pero con criterios nuevos. Por ejemplo, cuestiona la utilidad de que un municipio pequeño tenga una mero autobús diario con el centro urbano más próximo si no ofrece horarios que garanticen gestiones profesionales, administrativas o sanitarias. "Hay que analizar qué servicios hacen falta y para quién. Es posible que frente al autobús sea preferible tener un taxi o que se compense de alguna manera a algún vecino que se haga cargo trasladar a quien lo necesite", propone. Recuerda un estudio que dirigió para la Diputación de Granada que desvelaba que todas las localidades a más de 30 minutos de viaje de un hospital pierden habitantes.

Bajo el mapa general otro detalle inquietante es la emigración de adultos jóvenes. Ha sido la opción del 3,8% de los jóvenes que tenían entre 15 y 34 años en 2011 y que una década después, cuando tienen entre 25 y 44 años, ya no viven en su municipio. Es decir, de 2,3 millones de personas, más de 90.000 han hecho la maleta al entrar en la etapa de consolidación y progresión profesional, justo antes de fundar familias, tener hijos y entrar en las fases más estables del proyecto vital.

Envejecimiento de la población por provincias. Fuente. INE.
Envejecimiento de la población por provincias. Fuente. INE. / Departamento de Infografía

Ocurre en todas las provincias salvo Málaga y más tímidamente en Almería, mientras Córdoba, Granada y Jaén son las que sufren con más intensidad esta tendencia.

En términos absolutos destaca la provincia granadina. La emigración en este segmento ha alcanzado a 30.459 vecinos (11%), un número que difícilmente se puede justificar por los movimientos de los alumnos de su pujante universidad, porque apenas una decena de pueblos han sido capaces de retener esta franja de población. Alcanza a los pequeños pueblos rurales, pero también a la costa y el área metropolitana. Desde Motril, de donde se han ido el 17% de quienes tenían de 15 a 34 años hace una década, a Almuñécar (15%), pasando por Maracena (14%) o Santa Fe (17%).

Desde el punto de vista relativo, sin embargo, Córdoba es la provincia andaluza en la que más población entre los 15 y 34 años ha emigrado. Exactamente el 16%. El proceso se ha registrado en todos sus municipios sin excepción: desde la capital (15%), hasta Zuheros, de donde se han marchado desde 2011 el 39% de los vecinos en estas edades.

A continuación figura Jaén, con un pérdida de cerca del 12% de los habitantes que hace una década tenían de 15 a 34 años y que ya no viven en esta provincia, un éxodo del que únicamente se libran La Guardia y Los Villares y que en términos absolutos es especialmente acusado en Linares y Andújar.

En Cádiz, aunque el fenómeno es más sutil, con un 4% de emigración en este bloque de edad, únicamente San Roque, Chiclana, Conil y Los Barrios arrojan datos positivos. Es decir, no sólo mantienen a los residentes que hace una década tenían de 15 a 34 años, sino que han crecido. Por el contrario, Jimena de la Frontera destaca en el contexto andaluz por haber perdido el 40,6% de los vecinos que en 2011 tenían de 15 a 34 años. En total se han marchado 1.710. Este movimiento de población en busca de mejores expectativas laborales y vitales no se limita al ámbito rural, sino que alcanza también a la Bahía, especialmente a Cádiz capital, de donde han salido 4.599 personas (14%) en esta franja de edad y periodo, San Fernando (2.538 personas, 9%), El Puerto (1.610, 6%) y Jerez (2.132, 3,7%).

Finalmente en Sevilla, la emigración de adultos jóvenes se sitúa en el 1,7% (7.730 habitantes) en un escenario marcado por la diversidad. Desde 2011 se han marchado de la capital hispalense 5.673 personas que entonces tenían de 15 a 34 años, pero el área metropolitana y especialmente Mairena del Aljarafe, Dos Hermanas, Espartinas, Mairena del Alcor, Palomares, Gelves y Umbrete han crecido lo suficiente en este tramo de edad para compensar en gran medida el retroceso.

En el extremo opuesto está Málaga, con una proverbial capacidad para atraer jóvenes en plena consolidación profesional. La provincia ha recibido 27.160 habitantes de entre 25 y 44 años en la última década. En términos estadísticos significa que no sólo ha retenido toda la población que en 2011 tenía de 15 a 34 años, sino que le ha sumado un 6,2% más. El asentamiento, no obstante, no ha sido homogéneo, sino que destaca la franja litoral, desde la capital a Rincón de la Victoria, Benalmádena, Fuengirola, Mijas, Marbella o Estepona. En términos relativos, destacan Casares y, sobre todo, Benahavís, donde un 75% de sus vecinos de entre 25 y 44 años han llegado la última década. Este proceso migratorio hacia la costa, contrasta con el retroceso de la Serranía de Ronda, los municipios de la alta Axarquía y la comarca de Antequera.

Almería también fija y hasta crece en población adulta joven. Tiene excepciones. Algunas muy notables porque la Alpujarra almeriense y Los Filabres pierden vecinos. El caso más notorio es Castro de Filabres, con una emigración del 48% de los jóvenes de 15 a 34 años en la última década o, incluso El Ejido (10%), mientras que, en el extremo opuesto, el 25% de todos los vecinos que tienen de 25 a 44 años en Pulpí han llegado desde 2011.

El profesor Cejudo aporta dos claves elocuentes: Andalucía no es sólo un territorio que recibe inmigrantes. Todavía emite emigrantes, "con la diferencia de que ahora son los jóvenes mejor formados". El fenómeno, además, no es sólo rural, también urbano, "Desde hace 20 años la mitad de las ciudades medias de España pierden población".

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