"Andalucía es un objetivo clave para el yihadismo"
Jordi Marsal, especialista del Centro de Estudios Superiores de la Defensa Nacional, analiza la evolución del terrorismo ante investigadores de Sevilla y de Cádiz
"El territorio de Andalucía y la ciudad de Barcelona constituyen objetivos estratégicos para el terrorismo de corte yihadista". Quien realiza esta aseveración es Jordi Marsal Muntalá, adjunto civil a la Dirección del Centro de Estudios Superiores de la Defensa Nacional (Ceseden), uno de los mayores expertos españoles en dicho ámbito.
El especialista mantuvo una conversación con este medio, previa a su intervención como orador invitado en un seminario de alta cualificación: el Ágora de Seguridad UCA-EULEN. Dicho foro está organizado por la Universidad de Cádiz con patrocinio de la firma Eulen y se celebra en la Facultad de Derecho en Jerez, bajo el tenor de la regla de Chatham (ver recuadro en la página anexa).
"La inspiración y el modo operativo del nuevo terror yihadista -abunda Marsal- ha sufrido cambios tras aparecer el autodenominado Estado Islámico con un ámbito territorial bajo su control. El Daesh ha accedido a fuentes de financiación (cobro de tributos a los habitantes de las ciudades sometidas, extorsión a empresas propietarias de plantas petrolíferas en poder de sus milicias…) de las que carecían hasta ahora los movimientos terroristas de idéntico corte".
Marsal Muntalá, filósofo y profesor universitario, fue parlamentario en el Congreso de los Diputados durante seis legislaturas, vocal en la comisión de Defensa y vicepresidente segundo de la delegación española en la Asamblea Parlamentaria de la OTAN, antes de ejercer como adjunto civil al director del Ceseden.
"Los planificadores del terror yihadista -refiere este experto- se fijan como objetivos estratégicos primordiales escenarios con unas características comunes: gran presencia de residentes extranjeros, importantes flujos turísticos, identidad bien conocida y consolidada ante la opinión pública, y cercanía geográfica al Mediterráneo. En este contexto, las capitales andaluzas encarnan perfectamente ese patrón, como también lo haría Barcelona, tras la difusión de su imagen en otros países, a raíz de convertirse en sede olímpica".
Estas opiniones de Marsal Muntalá se hallan refrendadas por las informaciones que barajan hoy el Centro Nacional de Inteligencia (CNI), el Centro de Inteligencia de las Fuerzas Armadas (CIFAS), las Fuerzas de Seguridad del Estado y el propio Departamento de Seguridad Nacional (DSN), adscrito a Presidencia del Gobierno.
En su documento Valoración de la amenaza sobre la seguridad nacional que representa el autodenominado Estado Islámico, los analistas del DSN afirman que "no debe subestimarse la posibilidad de la comisión de atentados en Occidente por parte del Daesh(…) pues desde que se desencadenó la guerra civil en Siria (2011), alrededor de 10.000 voluntarios extranjeros han acudido a enrolarse en las diversas organizaciones yihadistas. De ellos, 1.500 serían procedentes de Europa (160 españoles), según estima el Servicio Europeo de Acción Exterior".
El DSN, coordinador de los servicios de inteligencia civiles y militares, además de los órganos de captación de información de los distintos ministerios nacionales, se muestra tajante al señalar que "casi la mitad de ese contingente procede de países situados en el Mediterráneo Occidental, por lo cual la amenaza para la seguridad estatal no se circunscribe únicamente a aquellos con origen en territorio nacional, sino también a los retornados a los países vecinos, fundamentalmente Marruecos y Túnez.
El Departamento de Seguridad Nacional, motejado como el búnker por hallarse sus dependencias emplazadas en varios niveles subterráneos bajo La Moncloa en Madrid, considera que el mayor peligro radica en que "una parte considerable de esos individuos retorna con una profunda experiencia en la confección de artefactos explosivos y la ejecución de acciones terroristas (…), ya sea a las órdenes de las organizaciones a las cuales se adscribieron, a otras relacionadas con las primeras pero basadas en sus países de origen, o incluso mediante la realización de acciones individuales".
Jordi Marsal perfila el escenario que esos lobos solitarios suelen traer en mente: "Ciudades pobladas y con gran afluencia de turistas extranjeros, bien mediante operadores turísticos, como sucede con Sevilla, Granada y Córdoba, o bien mediante la llegada de grandes transatlánticos como sucede en Málaga, Cádiz o la propia Barcelona. Incluso se decantarían por alguna que reúna ambas características".
Dicha afirmación refuerza el contenido de un análisis del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), que ya alertaba sobre la vulnerabilidad de la zona del Estrecho de Gibraltar ante posibles atentados contra buques militares o civiles. Un temor compartido también por los homólogos militares, pues incluso el propio Centro de Inteligencia de las Fuerzas Armadas (Cifas) recomendó desarrollar prácticas de instrucción antiterrorista (conocidas en jerga como Terrorex), por parte de unidades de la Armada española.
Tales entrenamientos han venido desarrollándose desde 2011 hasta la fecha. El pasado 17 de marzo, fuerzas de la Infantería de Marina española realizaban el último de estos adiestramientos especiales, dentro del ejercicio Respuesta Fría de la OTAN (Cold Response significa en jerga policial anglosajona acudir las fuerzas de intervención al lugar de emergencia sin conectar las luces prioritarias ni alarmas sonoras de los vehículo).
Incluso el Batallón número 2 de la Unidad Militar de Emergencias (UME) en Sevilla se desplazó a Cádiz el pasado octubre para realizar simulacros de intervención de tenor NBQ (nuclear, bacteriológica, químico), en el arsenal de La Carraca en San Fernando, así como las instalaciones de Puntales y el Castillo de San Sebastián de la capital gaditana.
Las provincias de Sevilla y Cádiz presentan además una circunstancia singular que el Estado Islámicoha esgrimido en sus soflamas y vídeos proselitistas: la presencia de fuerzas militares de la Alianza del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Frente a estas amenazas, los servicios de inteligencia españoles y las fuerzas de seguridad nacionales cuentan con la experiencia atesorada tras el amargo episodio del 11-M.
Desde 2005, el Centro Nacional de Inteligencia y las FSE desarrollan actuaciones puntuales que mantienen el foco de vigilancia en las redes dedicadas al tráfico clandestino de emigrantes a través del Estrecho.
Por otra parte, durante los últimos meses de 2015 y principios de este año, la Guardia Civil ha desarrollado en toda Andalucía diversas acciones contra una trama dedicada a introducir ilícitamente a ciudadanos paquistaníes, cuyos servicios habían sido usados ya por los yihadistas.
A esto se suma la operación lanzada en marzo último por Europol y Eurojust (la Fiscalía de la UE), junto a las policías de España, Alemania, Holanda, Italia y el Reino Unido. Dicha cadena de intervenciones desmantelaron una red de blanqueo de dinero, gestionada por delincuentes iraquíes.
Aunque el objetivo aparente de esta trama era lavar ganancias procedentes del tráfico de heroína, al desmantelarse la base central de esta red en territorio germano, se comprobó que también había movido fondos en beneficio de grupos yihadista, mediante el sistema conocido como Hawala (pagos mediante un corresponsal financiero).
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