Andalucía, furgón de cola
El PIB por habitante de la comunidad es el peor de España por tercer año consecutivo
Varios economistas exponen sus causas, coinciden en señalar a la baja productividad, pero hay diferencias sobre las posibles mejoras en el futuro
El 58% de los andaluces viven en lugares de rentas bajas
Estos son los municipios más pobres de la comunidad
Andalucía, furgón de cola. Lejos de los mensajes triunfalistas de los gobiernos de la Junta, tanto los de Juanma Moreno como de los anteriores presidentes socialistas, Andalucía está lejos de ser el motor económico de España, sino que sigue siendo como hace décadas una de las comunidades que menos riqueza genera por habitante en el conjunto nacional. Y desde hace tres años, no es una de las postreras, sino la última. En la clasificación de territorios ordenados por su PIB por habitante sólo queda por debajo la ciudad de Melilla, ya que Extremadura y Canarias la han adelantado. Varios economistas responde a esta singularidad andaluza que se traduce en que la convergencia con España sigue estando lejos. Según el dato que el INE ha ofrecido esta semana, relativo al año 2022, el PIB per cápita de los andaluces sólo es el 74,9% de la media nacional.
El PIB que se generó por habitante en Andalucía el año pasado fue de 21.091 euros, lejos de los 28.162 de la media española y más aún de los 38.435 de Madrid o los 35.832 del País Vasco. Es sabido que un salto de convergencia no se logra en una legislatura, puede que ni siquiera en dos, pero la tendencia andaluza sigue siendo la misma desde hace décadas. Se crece, pero en el mejor de los casos al mismo ritmo del país o sólo un poco por delante. En tiempos de crisis o de una sequía larga como ahora, el incremento es incluso menor. Sin guerras ni grandes catástrofes, la riqueza de los territorios crece de modo natural, pero la diferencia entre éstos requiere de otro tipo de actuaciones, muchas de las cuales no corresponden sólo a las administraciones publicas, sino a los inversores, el empresariado y los trabajadores.
Francisco Ferraro, catedrático de Economía Aplicada, sostiene que en última instancia lo que se podría denominar el pozo andaluz es un fenómeno "cultural", si entendemos por ello una resistencia social al cambio motivada por una pretendida satisfacción que afecta tanto a trabajadores como a empresarios. Tal como explica, para mejorar el PIB por habitante de una región hay dos vías, compatibles entre sí: o aumentar el número de empleados por habitante o o mejorar la productividad. Ferraro mantiene que los esfuerzos de las administraciones andaluces sólo se centran en disminuir las cifras de desempleo, lo que tampoco se consigue del todo. Andalucía tiene un paro del 18,7%, casi siete puntos por encima de la media española. Por eso, en su opinión, la clave está en aumentar la productividad, que se lograría con una mayor cualificación de los trabajadores y un incremento del capital productivo.
¿Un factor cultural?
Francisco Ferraro defiende que la mejora de la productividad incumbe a todos los actores económicos, desde los trabajadores a los empresarios, y en parte a las administraciones. Él es de los que sostienen que los nuevos gobiernos del PP no han aportado cambios significativos en materia económica, más allá de una rebaja de impuestos que considera inapreciable en términos macroeconómicos.
El PIB por habitante también podría mejorar si la región perdiese habitantes, que es lo que le puede suceder a comunidades como las castellanas o aragonesa, pero no en la andaluza, donde ni las altas cifras de desempleo ni su baja posición económica provoca una salida del territorio, sino todo lo contrario. Se da la paradoja de que, siendo una de las regiones más pobres, es el lugar donde una mayoría de españoles señala que le gustaría residir, un hecho relacionado pero en positivo con esos factores culturales.
Sectores como la construcción, el turismo y la agricultura aportan una productividad baja. Andalucía marcó su récord de convergencia en los años del boom inmobiliario, con un 77,6% de la media, pero se esfumó tan pronto llegó la crisis. El turismo aporta mucho trabajo, pero que genera una riqueza suficiente como para dejar los puestos de cola. Con la agricultura sucede algo parecido, aunque cultivos innovadores como los de Almería o Huelva sí marcan una diferencia. De hecho, la provincia más agrícola, que es la almeriense, es la mejor situada, mientras que la peor es Málaga, la más turística de todas, es la última.
Esta misma semana también se ha conocido los índices de competitividad regional, un estudio anual que realiza el Consejo General de Economistas. Muy relacionado con la productividad, la competitividad andaluza también es la de las más bajas del país, sólo se encuentra por abajo Extremadura, si bien, y a diferencia del PIB por habitante, Andalucía es la comunidad que más ha mejorado este índice en el último año.
Mejor competitividad fiscal
Joaquín Aurioles, profesor de Economía de la Universidad de Málaga, es más optimista y apunta a que las rebajas de impuestos acometidas por el Gobierno de Juanma Moreno sí han conseguido que Andalucía salte varias posiciones en competitividad fiscal. "El PIB por habitantes son dos parámetros, el PIB y los habitantes, y Extremadura nos ha adelantado porque ha perdido habitantes, pero eso no sirve como excusa, porque si ganamos habitantes, también deberíamos ganar producto", apunta.
Aurioles coincide con Ferraro en que la productividad es el lastre de la economía andaluza, pero cree que la "estrategia del Gobierno andaluz de ganar competitividad fiscal mediante las rebajas de impuestos es acertada y debe notarse más adelante si no se hacen trampas". Con las "trampas" se refiere a las correcciones que el Ejecutivo central pueda hacer sobre la política fiscal de la Junta, como ha sucedido con la bonificación del Impuesto de Sucesiones, casi eliminada por la aprobación de un nuevo impuesto estatal sobre las grandes fortunas. En ese sentido, Aurioles teme que la negociación bilateral con Cataluña dé a esta comunidad un margen fiscal en detrimento de otras.
"La estrategia de la competitividad fiscal -prosigue Aurioles- tiene efectos sobre el consumo, pero lo que importa es que estimule la inversión interna y atraiga la de fuera, y eso me parece un buen camino, siempre que las trampas no nos conduzcan a un territorio peligroso".
El índice de competitividad fiscal de las autonomías que elabora la Tax Foundation coloca a Andalucía como la quinta comunidad más competitiva en cuanto a impuestos, sólo por detrás de Madrid, que es la región más rica del país, y las tres provincias vascas. Cataluña es una de las últimas, junto a Extremadura. Para Aurioles, Andalucía tiene poco margen para lograr diferencias competitivas respecto al resto del país. La salarial, por ejemplo, está condicionada porque los convenios son estatales, y tienden a la igualación de sueldos con independencia de la productividad de la zona, pero la fiscal sí está en manos de las autonomías, siempre que el Gobierno central no lo corrija. Lo que sí carecía de sentido es que Andalucía, una de las regiones con menos renta, fuera la que soportase unos impuestos más altos.
Energías renovables y futuro
Manuel Alejandro Cardenete es catedrático de Económica en la Universidad Loyola Andalucía y fue consejero de Educación en la anterior legislatura del PP y Ciudadanos. "Desgraciadamente, es cierto que somos de los últimos en PIB por habitante, pero esto viene de muy atrás, casi desde el principio de las series históricas; sin embargo, se produce un cambio en la convergencia a partir de 2019, con los gobiernos del cambio". Si se compara con 2018, el del último Ejecutivo socialista, la convergencia andaluza era ocho décimas menor que ahora, un dato positivo que contrasta con el descenso de la posición relativa respecto a otras comunidades.
Cardenete apunta a que Andalucía puede seguir creciendo por encima de la media española, pero la previsión que Loyola hace para 2024 es que el PIB de la comunidad se incrementaría un 1,4%, mientras que el de España sería del 1,8%. "¿Esto es solventable?", se pregunta: "Es posible, para ello serían necesarios dos factores. Uno es la lluvia. Hay que tener en cuenta que el sector primario, la distribución y la transformación agrícola supone un 15% de nuestro PIB. Y estamos atravesando una sequía que está estropeando, además, la balanza comercial. El segundo factor son los fondos europeos, con ellos podríamos seguir subiendo por encima de la media".
Este catedrático defiende que "la apuesta por sector industrial es real, en especial en todo lo relacionado con las energías renovables, como la producción de hidrógeno verde y las eólicas, pero eso tarde como mínimo de cinco a diez años". A diferencia del sector turístico, el de las renovables tiene un comportamiento anticíclico, mejora en tiempos de crisis, que es lo que Andalucía necesita para no sufrir como la que más los períodos de contracción económica.
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