La Alpujarra y su idilio centenario con la pólvora, protagonistas de las Fallas

Fiestas

La tradición pirotécnica de esta comarca se remonta a la época minera y está vinculada con las fiestas católicas, en las que el suelo tiembla a raíz de las explosiones y cada pueblo trata de hacer el mayor ruido posible

En la actualidad, el modelo se exporta gracias a empresas pirotécnicas de la zona, haciendo espectáculos en festividades como el vivido este sábado en las Fallas de Valencia

La empresa pirotécnica de Granada que golpea en las Fallas de Valencia con su 'Martillo de Thor'

Vídeo del castillo de fuegos artificiales de la Pirotecnia Alpujarreña en las Fallas de Valencia 2023
Salva Rodríguez

19 de marzo 2023 - 05:00

Granada/La cultura por los fuegos artificiales está muy extendida por el área del Mar Mediterráneo, tanto en España como en Europa. Pintar la oscura y silenciosa noche con explosiones coloridas y llenas de sonido para celebrar es una tradición en múltiples lugares casi desde que se inventó el elemento fundamental para poder hacerlo: la pólvora. Ahora ya se puede vivir en cualquier festividad, pero antes estaba reservada sólo para unos pocos. Y la Alpujarra de Granada, así como también la zona de Almería, tienen un papel destacado en la historia de los cohetes y las tracas.

Una historia que ha sabido ser exportada. El caso reciente de la Pirotecnia Alpujarreña Nuestra Señora del Martirio de Ugíjar, que desde 2015 triunfa en la cuna de las tracas y las mascletás, Valencia. Esta es solo una muestra de como una tradición de más de 130 años de historia se ha modernizado y ahora triunfa allá donde monta un espectáculo.

En la madrugada de este viernes al sábado, esta empresa familiar granadina de cuarta generación se ha convertido en la primera pirotécnica que no es valenciana en lanzar el castillo de fuegos artificiales para cerrar uno de los días grandes de las Fallas 2023. Los colores de los cohetes han usado como lienzo la noche valenciana, y como fondo a los edificios de la Ciudad de las Artes y las Ciencias para hacer historia con un espectáculo que deja en buen lugar a La Alpujarra.

Todo el personal de la Pirotecnia Alpujarreña Nuestra Señora del Martirio posa en Las Artes y las Ciencias
Todo el personal de la Pirotecnia Alpujarreña Nuestra Señora del Martirio posa en Las Artes y las Ciencias / G. H.

Uno de los gerentes de la Pirotécnia Alpujarreña, Alfonso Baños, describía a Granada Hoy el espectáculo mientras terminaba de perfilar los últimos detalles. "Va diseñado con mucho movimiento, con disparos ágiles, para cubrir un espacio que es como un lienzo muy grande. No lleva música, por lo que usaremos el ritmo de las explosiones para hacer sonidos y marcar el tempo".

Para este espectáculo, el ya famoso 'Martillo de Thor' no ha hecho acto de presencia, puesto que el invento de la empresa está diseñado para espacios más cerrados y lanzamientos como las mascletás. Aun así, el espectáculo pirotécnico llevaba un buen cierre sonoro para finalizar por todo lo alto.

Un show exclusivamente diseñado para la ocasión y que ya ha quedado en la memoria de los falleros. Y en sus móviles, pues muchos se afanaban en grabar el histórico momento. "Es un espectáculo efímero, pero que queda en la retina y en la vivencia de la gente, en las sensaciones que te deja. Por eso es único", destacaba Baños.

Una tradición minera ligada a vírgenes y santos

Para llegar hasta donde la Pirotecnia Alpujarreña ha llegado, es necesario mirar atrás y tratar de averiguar de donde viene esa pasión por las explosiones y la pólvora. Diversos documentos consultados por este periódico sitúan la tradición arraigada por la amplia presencia de la minería en la zona. Estos trabajadores eran unos expertos en el uso de la pólvora y las explosiones para la extracción de materiales, y las empresas almacenaban grandes cantidades para poder desarrollar su actividad.

Los organizadores de las fiestas patronales quisieron darle un uso más a ese material explosivo minero, y lo comenzaron a hacer estallar para hacer ruido y así llamar la atención de los santos y vírgenes patrones de las localidades al paso de sus procesiones. De esta forma intentaban que, con ese sonido, la divinidad se fijara en ellos. Eran los propios mineros los que pagaban esos cohetes, como ofrenda de fe y para que les cuidara en su duro trabajo.

El alcalde de la localidad de Órgiva, Raúl Orellana, ha narrado a Granada Hoy como, a raíz de eso, los encargados de organizar las fiestas patronales de la capital de la Alpujarra granadina pedían a los mineros esa pólvora y se creaban los cohetes que serían lanzados en las distintas procesiones y festividades.

Imagen de una traca preparada para estallar al paso del Cristo de la Expiración de Órgiva, en la Alpujarra de Granada
Imagen de una traca preparada para estallar al paso del Cristo de la Expiración de Órgiva, en la Alpujarra de Granada / Juan Pino

"Los mineros eran los que ponían la pólvora. Como había muchos, los coheteros pasaban por las casas preguntando para saber cuánto material pirotécnico se iba a disparar cada año. Cada uno pagaba su parte y luego, durante la procesión, en la puerta de la casa de esa persona se tiraba los cohetes que esa persona había comprado. De esta forma, además de en la salida y en la llegada de la imagen, durante toda la procesión se iba tirando", ha comentado.

Todo lo relacionado con las fiestas supone cohetes, en mayor o menor medida, por toda la Alpujarra. Tanto en la parte granadina como en la zona almeriense, destacando Berja y Dalías. Pero en Órgiva, hay ocasiones en las que el municipio se convierte en una pequeña Valencia. Destaca la festividad del Cristo de la Expiración, el acontecimiento más aguardado de toda la Alpujarra y que más pasión inspira. Todos los años se celebra cuando quedan diez días para la Semana Santa, y siempre una semana antes del Viernes de Dolores. Este año será el próximo viernes 24 de marzo. Una procesión que un día antes se prepara con una bajada que ya aglutina a múltiples personas, y cuyo acto central se alarga hasta la madrugada.

"Las minas vienen de los romanos, pero en el siglo XIX fue cuando estuvieron en su mayor auge en toda la comarca. El trabajador que no era minero, era agricultor. Hasta el punto de que una gran multinacional, Peñarroya, explotaba aquí y crea en la pedanía de Los Tablones muchas casas para que la gente que trabajaba en la mina, ingenieros y personal, tengan hogar", relata Orellana.

Pirotecnias para surtir las festividades

Precisamente de finales del siglo XIX, concretamente del año 1890, es de cuando data el primer documento oficial de la Pirotecnia Alpujarreña de Ugíjar, aunque la tradición venga de antes. La creación de esta empresa, que ha ido pasando de generación en generación, responde a la alta demanda de fuegos artificiales para las fiestas patronales. No es la única de la zona, también destaca la empresa Hermanos Ortega, en Órgiva, y ya en la zona almeriense la Pirotecnia Alborán de Berja.

La de Ugíjar es sustento para 30 trabajadores en la actualidad. Una plantilla fija, la mayoría con un oficio heredado, y que han vivido y disfrutado con el olor de la pólvora desde pequeños. "Este oficio no se aprende en la universidad o en una Formación Profesional. Requiere años de experiencia el poder trabajar aquí", destaca el gerente de la empresa.

La segunda generación de la familia Baños de Ugíjar, encargados de extender el negocio pirotécnico
La segunda generación de la familia Baños de Ugíjar, encargados de extender el negocio pirotécnico / G. H.

"En la actualidad la tradición pirotécnica ya va ligada a las fiestas en general, sean las de los patrones o las de otros santos relevantes en la Alpujarra como San Marcos o San Antonio. Hay muchos disparos, tanto de los organizadores como de los particulares en sí", analiza Baños.

Muchos de los lanzamientos de cohetes son ofrendas de los particulares para ese ser querido que le falta, otras dan gracias por haber tenido una enfermedad y superarla, otros celebran que no ha pasado nada malo... Cualquier motivo es perfecto para encender la mecha en la Alpujarra y que el estallido retumbe a los pies de Sierra Nevada. Una tradición centenaria que se vive y suena más fuerte que nunca, y que ahora llega a todos los puntos de la geografía nacional.

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