"La droga es un cáncer, podemos reducir sus efectos pero no eliminarla"

Alfonso Rodríguez Castillo, general en la reserva y ex jefe de la IV Zona de la Guardia Civil

Su etapa como general jefe de la IV Zona se inició marcada por la pandemia, de la que recuerda que "parecía una película de ciencia ficción"

Tomó la decisión de eliminar la macrounidad contra la droga porque se concibió para un momento puntual, pero ahora hay 150 agentes especializados más en la comunidad

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Entrevista al general de la Guardia Civil Alfonso Rodríguez Castillo / Juan Carlos Vázquez

Es uno de los pocos guardias civiles que ha llegado a general de brigada partiendo desde el escalón más bajo, el de guardia. Ingresó en el instituto armado el 1 de septiembre de 1978, en los años de plomo de ETA. Su trayectoria se inició en el cuartel de Estella (Navarra), al que luego volvería como oficial. A los 45 años dentro del cuerpo hay que sumarles todos los que le contaron su padre y su hermano, también guardias civiles. Buena parte de su carrera profesional la desempeñó en la provincia de Cádiz, cuya comandancia mandó antes de ascender a general, en 2019, y dirigir desde diciembre de ese año la IV Zona, que comprende todo el territorio de Andalucía, Ceuta y Melilla. El 19 de septiembre se despidió de la bandera y ahora pasa a la reserva.

-Con lo primero que tuvo usted que lidiar fue la pandemia del coronavirus, ¿cómo recuerda aquella época?

-Parecía una película de ciencia ficción. Es un género que me gusta leer y ver. Y precisamente había visto poco antes películas de virus que se propagaban. Pero desgraciadamente no era una película, era una realidad que se llevó por delante las vidas de muchísimas personas. Era espeluznante ver la ciudad y las carreteras con esa soledad. Recuerdo las videoconferencias, cómo se generaban diariamente multitud de videoconferencias con todos los estamentos, como la Delegación del Gobierno, la Junta de Andalucía y otros muchos, para coordinar todo lo que había que hacer ante lo desconocido. En los pequeños pueblos de la España vacía hubo que hacer una labor humanitaria importante. La Guardia Civil llevó a cabo un esfuerzo muy considerable. Prácticamente todas las patrullas de Andalucía se dedicaban a controlar la movilidad para que el virus no se propagase.

Alfonso Rodríguez Castillo, el pasado miércoles en el acuartelamiento sevillano de Eritaña.
Alfonso Rodríguez Castillo, el pasado miércoles en el acuartelamiento sevillano de Eritaña. / Juan Carlos Vázquez

-Algunos les pondrían las excusas más peregrinas, ¿no?

–De todo tipo. Hubo que denunciar a algunas personas que reincidían una y otra vez, algunas veces argumentando ideas rocambolescas para salvar esos controles de movilidad. Hubo algunas medidas muy duras. Una palabra muy concreta se repetía mucho: salvoconducto.

-¿Salió la imagen de la Guardia Civil fortalecida de la pandemia?

Pienso que sí. Fue un tiempo muy complicado que afortunadamente se fue reduciendo. Y también sufrimos pérdidas importantes, tanto a nivel nacional como en Andalucía.

-Pasemos al narcotráfico, cuya lucha ha estado muy presente durante toda su etapa como jefe de la IV Zona, ¿cómo ha evolucionado este asunto?

-Andalucía está donde está. Su situación geográfica, con la proximidad con el continente africano, con sus casi 900 kilómetros de costa y con ese productor de hachís que tenemos tan próximo, hacen que sea una de las rutas de entrada de droga. La Guardia Civil siempre ha llevado medidas innovadoras en materia de control de narcotráfico, desde el SIVE hasta el servicio marítimo. Por último, a raíz de la implementación del plan especial de seguridad del Campo de Gibraltar, se hizo un plan propio denominado Carteia. Se creó un órgano de inteligencia, el Crain, y otro operativo, el OCON, que durante cuatro años han llevado a cabo un trabajo extraordinario e impresionante, revirtiendo esa dinámica que se estaba generando en el año 2018, cuando se estaba deteriorando el principio de autoridad.

-¿Qué balance hace de este trabajo?

–El trabajo ha sido inmejorable, arduo, exhaustivo y los frutos están ahí. Más de 1.250.000 kilos de hachís intervenidos. Los datos abruman. La pena de dar datos es que son fríos y parece que no llevan detrás una gran tarea de esfuerzo y dedicación. En todo este tiempo ha habido un gran número de operaciones, tanto en el ámbito típico de infracciones penales como en otro aspecto casi más importante, el blanqueo de capitales. Esto ha generado poder desarticular esas organizaciones criminales que previamente se veían impunes y tuvieron que ampliar su radio de acción, pasando de ese santuario del Campo de Gibraltar a hacer desembarcos en Portugal, las costas de Levante, Cataluña y Baleares. Les hemos quitado la zona de confort. Esto genera más carga logística para las organizaciones criminales, pues hay que proveerlas de combustible, de embarcaciones con mayor capacidad y de guarderías fuera de esa zona relativamente de comodidad.

-¿Habría que endurecer las penas para los narcotraficantes?

–Quizás sería necesario llevar a cabo algunas modificaciones legislativas, al menos en cuanto a actividades del ámbito logístico como el control de combustible, por la peligrosidad que conlleva el acopio, el almacenamiento y el transporte de este tipo de material. Esto ni siquiera es una infracción penal, sino administrativa. Ya hemos alcanzado un millón de litros de gasolina intervenidos, que hay que destruir .

-Falta ese plan integral de distintos ámbitos para que un niño no le diga a su profesor que su padre gana en un día más dinero que él al mes, ¿no cree?

–No es algo exclusivo del narcotráfico, también pasa en asuntos como la violencia de género y la ciberdelincuencia. Hay grandes bloques de delitos que no se pueden afrontar desde un punto de vista exclusivamente policial. A veces he utilizado este símil: la droga es un cáncer. Se consigue con medidas reducir sus efectos, pero hoy por hoy eliminarla es complicado. Lo que hacemos es reducir sus efectos y hacer a las organizaciones más vulnerables.

-¿Y no se podría haber mantenido el OCON?

–El OCON nació a raíz de una operación de la Guardia Civil, que analizó la situación que había en el Campo de Gibraltar. Contra una situación especial se adoptan medidas especiales, que ni pueden ni deben permanecer eternamente, porque pierden eficacia y pueden generar otros problemas. Fue una decisión de mando de la Guardia Civil, pues habíamos alcanzado ya unos resultados magníficos y había que pensar en el paso siguiente. No podemos estar siempre alabando lo bien que lo estamos haciendo. Y ese paso era normalizar esa unidad especial para que su trabajo lo hiciesen unidades orgánicas. Corríamos el riesgo de que el plan especial desapareciese y con ello el OCON. Nos hubiera quedado sólo la íntima satisfacción del deber cumplido. Lo hemos hecho fantástico, hemos conseguido quitar un montón de droga, ¿pero qué viene ahora?

El general Alfonso Rodríguez Castillo, durante la entrevista.
El general Alfonso Rodríguez Castillo, durante la entrevista. / Juan Carlos Vázquez

-¿Y qué viene ahora?

–Hemos estado dos años trabajando en diseñar la nueva estructura de Policía Judicial y los equipos de delincuencia organizada en toda Andalucía. Para eso llevé a cabo un gran número de reuniones hasta conseguir algo excepcional, el incremento de 150 agentes especialistas en Policía Judicial. Uno no puede conseguir a un guardia de este tipo tan fácilmente, no va al SAE y lo coge de allí. Tienen que tener una selección, una formación, un curso y un destino, y eso no se hace en tres días. Hoy día cada comandancia tiene su equipo OCON, la marca OCON continúa mientras dure el plan especial. Pero cuando el plan termine habrá 150 agentes más de Policía Judicial en Andalucía, que es el mayor incremento de este tipo en la historia.

-¿Quizás faltó entonces una explicación pública como la que nos acaba de dar?

-Pero las explicaciones se dieron a quienes se tenían que dar. Tampoco se pueden dar pistas de las medidas que se adoptan en el ámbito policial. No era algo para exponer en rueda de prensa. Quien tenía que saberlo lo sabía, en tiempo y en forma.

-La cara negativa de esta ofensiva contra el narco fue la detención de varios agentes.

-Creo que ésa es la mejor señal de que tenemos unos servicios que funcionan, teniendo en cuenta que somos un colectivo de 81.000 agentes. Y no sólo llevamos a cabo esas actuaciones, sino que además las divulgamos.

-¿Se ha perdido el principio de autoridad, con tantas agresiones a agentes que estamos viendo?

-Hay que diferenciar lo que eran las embestidas de los narcos de los casos de otras personas que han podido tomar algún estimulante y se vuelven más agresivas. En el caso de los narcos, hubo un incremento de agresiones en 2019 y principios de 2020, pero se ha reducido muchísimo. En cuanto al otro tipo de ataques, estamos haciendo un análisis para poder afrontar mejor unas medidas de formación de cara a dar una respuesta equilibrada. Sí que se está viendo un incremento, y una de las cuestiones que más nos preocupan es la seguridad del propio guardia.

-No para de haber crímenes machistas, ¿está funcionando el sistema Viogen?

–Sí. Es un sistema que no es estático, sino que evoluciona y se modifican los niveles de evaluación. La violencia de género no es exclusivamente un asunto policial. Evidentemente es fundamental el apoyo que se puede dar desde un punto de vista policial para detener a los agresores, pero no podemos erradicarla sólo con trabajo policial. Hay otros ámbitos de formación, educación y divulgación que están haciendo gran labor. El sistema funciona, pero para eso la víctima tiene que considerarse como tal y colaborar. La Guardia Civil ocupa el 85% del territorio de Andalucía, con una dispersión tremenda, y estamos trabajando en formar a todo el personal para que preste una atención adecuada a las víctimas. Estamos en muchos municipios en los que ni siquiera hay Policía Local.

-¿Está bien dimensionada la plantilla de la Guardia Civil en Andalucía?

-Andalucía es la comunidad autónoma con un nivel de cobertura de plantilla más alto de España. En el Campo de Gibraltar, por sus condicionantes, está muy próximo al 100%. Otra cuestión es que esas plantillas estén dimensionadas para las necesidades actuales. Hay que tener en cuenta que las mejoras que hemos tenido en los últimos años en cuanto a los regímenes de jornadas y horarios de servicio de los guardias civiles lógicamente han mermado y reducido el potencial de servicio.

Alfonso Rodríguez Castillo, general jefe de la IV Zona de la Guardia Civil hasta septiembre.
Alfonso Rodríguez Castillo, general jefe de la IV Zona de la Guardia Civil hasta septiembre. / Juan Carlos Vázquez

-¿Pero hacen falta más agentes?

–Alguna vez he preguntado si existe algún algoritmo que muestre cuál es el número de agentes necesarios según la extensión, población, problemática y singularidades de un territorio. No lo hay. Somos asimétricos. Porque Andalucía tiene algunas localidades que tienen más delincuencia que provincias enteras de España. Es muy complicado llevar a cabo una distribución equilibrada. Hoy Andalucía cuenta con 15.000 guardias civiles, ¿pero qué organismo o institución no va a decir que necesita más personas? Cuanta más gente tengas, mejor servicio podrás prestar, pero esto no significa que haya carencias. Estamos trabajando en una reorganización, pero el problema grande que tenemos es que cuando tienes que reducir agentes en un sitio, esto crea rechazo.

-¿Para ello habría que cerrar cuarteles?

-Claro. Y llevar a cabo esa medida es complicado.

-De hecho es algo de lo que se puede llevar hablando más de veinte años, ¿no es así?

-Y muchos más. Se han hecho estudios. Recuerdo un general que cuando era comandante se recorrió media España, pero luego se encontraba con el rechazo porque la gente quiere que el cuartel de su pueblo siga abierto, aunque esté abierto dos días.

-¿Cómo se lleva con la Policía Nacional?

-Las relaciones son magníficas, se trabaja coordinadamente y hay un gran nivel de cohesión y remamos todos en el mismo nivel. Al tener los mandos esa relación, esto se transmite a los responsables provinciales. En casos como este último (en referencia al de Álvaro Prieto), la Guardia Civil ha prestado todos sus apoyos para ayudar en búsquedas si hubiera sido necesario.

-La cibercriminalidad se ha disparado en los últimos años, ¿estamos preparados para afrontarla?

-Es algo que venía creciendo desde 2010 pero en la pandemia, con el mayor uso de los dispositivos electrónicos, hubo un salto considerable. Ahora mismo tiene un incremento exponencial. En 2023, uno de cada cinco infracciones penales que se cometen en Andalucía en el ámbito de Guardia Civil es de ciberdelincuencia. El porcentaje de delitos cibernéticos sobre el total es de entre el 18% y el 20%. En 2010 esa proporción era del 0,2%. Hoy todos tenemos ordenadores, tablets, móviles, redes sociales, etcétera, de ahí que hagamos siempre un llamamiento a tener una formación para los usuarios. Hay que tener unos mínimos conocimientos en ciberseguridad. Lo decimos en las charlas dentro del plan de convivencia escolar, pues son los jóvenes los que utilizan más estos medios, y luego tenemos también a un colectivo muy vulnerable que es el de los mayores. Es importante tener dispositivos seguros y antivirus, que los solemos tener en los ordenadores pero no tanto en los móviles.

-¿Cuál fue su mejor día?

-Hubo muchos bonitos, porque la Guardia Civil me ha dado muchísimos días felices. Ser guardia civil es una condición, es toda una vida. El día que me comunicaron que iba a ascender a general, o el que ingresé en la Academia General Militar. Son días que me llenaron de orgullo. Días felices he tenido muchos, pero sobre todo aquellos en los que alguna persona desconocida me ha llamado por algo que yo ni recordaba que había hecho y me ha dado las gracias. Anécdotas de esas tengo bastantes. En Cádiz, siendo comandante, llegó una familia portuguesa que quería verme. Me traían una botella de vino como regalo, porque yo siendo teniente, 18 ó 20 años atrás, había identificado un cadáver y había conseguido contactar con la familia gracias a un boleto de lotería que llevaba. Era un pescador que cayó al mar en el Cabo de San Vicente y lo arrastró la marea hasta Rota.

-¿Y el peor?

-Ha habido varios momentos muy malos. Uno no fue un día, sino unas semanas. Fue con la patera de Rota. Yo estaba de jefe accidental de la comandancia de Cádiz. Sufrí mucho porque era un reguero de cadáveres día tras día, con la impotencia de no poder hacer nada. Era una desgracia que se podía haber evitado. Murieron muchas personas ahogadas a escasos metros de la orilla. Pero probablemente haya una fecha que me marcó mucho más y ese fue el atentado contra la casa cuartel de Zaragoza, el 11 de diciembre de 1987. Yo había estado viviendo y trabajando años antes en ese cuartel, conocía a muchas familias y la masacre que llevó a cabo ETA me produjo un dolor tremendo.

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