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Acuerdo del PSOE para impedir que Torrijos sea alcalde en Semana Santa

Monteseirín puede anunciar su marcha, pero no la haría efectiva hasta el Lunes de Pascua · Leire Pajín habría dado vía libre a Sevilla para presentar al candidato

Monteseirín departe con Francisco Toscano y Antonio Gutiérrez Limones. Detrás, Rosamar Prieto, Carmen Tovar, Isabel Pozuelo y Juan Espadas.
Claudio J. Castillo / Sevilla

14 de marzo 2010 - 05:04

Como si fuese un pacto entre caballeros, aunque algunos de los firmantes fuesen mujeres. Y secretarias, más de una para más señas, pero de ésas de mandar. Los tiempos en los que el alcalde de Sevilla, Alfredo Sánchez Monteseirín, podría decir definitivamente adiós al cargo que ha ostentado en los últimos 12 años también han sido pasto de análisis durante el congreso que ha revestido a Griñán como nuevo faro del socialismo andaluz. Se barruntaba que después de la renuncia del regidor teledirigida por el presidente de la Junta a través de un teletipo de Europa Press, lo único que le quedaba a Monteseirín era decidir cuando poner el punto final. Lo hará, pero no en solitario, sino de acuerdo con el partido y sometido a unas directrices internas consensuadas en función de cuál sea el escenario temporal para su marcha definitiva.

Monteseirín ha obtenido el plácet del aparato para hacer pública su decisión incluso sin esperar la llegada de la Semana Santa con un único requisito: que en ningún caso oficialice su marcha antes del Lunes de Pascua (después del Domingo de Resurrección), lo que bloquearía que el actual primer teniente de alcalde del Ayuntamiento de Sevilla, Antonio Rodrigo Torrijos (IU), sustituyera al regidor durante la celebración de la Semana Grande de Sevilla, máxime en los actos institucionales de recepción en los palcos durante la carrera oficial de las hermandades y representación de la Corporación municipal en las salidas y entradas a sus templos de las cofradías. "En ningún caso el PSOE permitirá que Torrijos sea alcalde sustituto de Sevilla en esas fechas", aducen desde el partido, una hipótesis que parece haber sido "amarrada" con el acuerdo unánime de todos, incluido el de Monteseirín. De anunciarlo previamente, el alcalde se despediría del bastón de mando en Semana Santa, uno de los acontecimientos festivos en los que siempre ha manifestado sentirse más a gusto.

Sólo después, en la segunda semana de abril, se activaría el proceso para nombrar al alcalde de transición de acuerdo con el reglamento municipal y la ley electoral. Torrijos como primer teniente de alcalde sería el regidor en funciones de la ciudad desde que Monteseirín renunciara a su cargo vía decreto de la Alcaldía y hasta que se celebrara el Pleno extraordinario que diese cuenta de su marcha. Éste sería el marco en el que, acto seguido, tomaría posesión de su cargo como concejal el siguiente en la lista electoral del PSOE -correspondería a Enrique Lobato, de la agrupación de Miraflores que dirige Evangelina Naranjo- y elegir al nuevo alcalde, un honor que, según todos los indicios, recaería sobre la edil de Fiestas Mayores y Turismo y actual presidenta del Pleno, Rosamar Prieto-Castro, la segunda mujer tras Soledad Becerril (PP) en sentarse en la silla de San Fernando.

La asistencia al congreso de Griñán de la secretaria de organización del PSOE, Leire Pajín, ha sido clave para que, visto el panorama de la capital en vivo y en directo, acceda a hacer de Sevilla una excepción. Parece claro que será la Ejecutiva provincial la que decidirá no ya el quién, sino el cómo y cuándo se hará pública la elección del candidato. "Hasta con día y hora", apuntan, lo que da a entender que Pajín habría dado carta blanca a Griñán y Viera para su propósito. El todavía consejero de Vivienda y Ordenación del Territorio de la Junta, Juan Espadas, se perfila ya como única opción con peso para ser cabeza de lista del PSOE a la Alcaldía. Todo ello, con permiso del secretario provincial, José Antonio Viera, que se reservaría a sí mismo como opción B. Sea cual fuere la secuencia, Viera iría en las listas como ocurriera con Monteseirín hace tres años (fue su número dos), un gesto que, ahora sí, avalaría el respaldo orgánico al aspirante a gobernar la ciudad y, de paso, le abriría las puertas a una hipotética presidencia de la Diputación de Sevilla, cargo en el que basta con ser edil.

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