La nueva normalidad de los mercadillos: tallas grandes, ropa infantil y "batas fresquitas"
El sector se queja de que no todos los ayuntamientos se hayan decidido a organizarlos en estas primeras fases de desescalada
En Camas ha reabierto este sábado, con más espacio y la mitad de los puestos para garantizar las distancias
Lo que más se busca es ropa amplia para estar en casa y calzado y prendas para los niños
Uno de los mercadillos de referencia del Aljarafe es el de Camas. Desde hace 25 años, más de 80 puestos se despliegan en hileras en la calle Ferrocarril, en la explanada de albero en la que se monta la feria, que no se iluminará este año. Hasta hace dos meses y medio, esta cita de los sábados constituía una colorida amalgama de voces ensalzando el género, clientela y viandantes que observan, en una venta ambulante que es característica del país y que empieza a volver cargada de incertidumbres.
La principal queja de los autónomos del sector, como los que este sábado acudieron al mercadillo de Camas, que ha reabierto y puede servir de referencia, es que no dependen de sí mismos para trabajar, sino de los ayuntamientos. Y son bastantes todavía, como el de la capital, los que han optado por aplazar la apertura hasta próximas fases, temerosos de no poder garantizar medidas seguridad y el distanciamiento.
Ello está dejando a muchos vendedores en casa, sumando semanas sin ingresos en la temporada fuerte de venta. Tienen la sensación de que se les da menos importancia que a los bares y se les estigmatiza más que al centro comercial, cuando las aglomeraciones que se pueden ocasionar en sus puestos se dan ya a diario en los supermercados o comercios y en recintos cerrados, recuerdan.
En esa fase 2 de la desescalada el Gobierno central sólo permite la mitad de los puestos habituales si no se puede ampliar el recinto. En la fase 1, era peor: sólo un tercio. En Camas, solían montar 74 puestos fijos y diez rotatorios, en el recinto ampliado, sólo caben 36, colocados como alrededor de una gran plaza. Para dar cabida a todos de forma rotatoria, se ha decidido empezar por los que tienen asignado un número par, que no volverán hasta dentro de 15 días.
"Todo mal", señalaba Jonatan, de 31 años sobre cómo está yendo en general el reinicio, poco después de abrir,en su puesto de zapatos. Explica que está en mercadillos desde los 15, que esta semana ha vuelto a trabajar en Carmona y El Viso -lunes y martes, en donde han ampliado los espacios para que quepan todos los puestos fijas- y en Camas, pero que "las ventas están siendo un tercio de lo habitual" y "la gente picotea, pero necesitamos más ventas en la primavera y el verano para subsistir todo el año".
Muestra las líneas blancas marcadas, como una acera alrededor de los puestos, para que la gente sepa dónde esperar si ya hay dos o tres personas mirando dentro. También señala el producto que va aplicando a los zapatos, los rollos de papel, el gel hidroalcohólico... "Ahora vas a un supermercado a un centro comercial y miras si la gente toca y van desinfectando detrás...". Están "contra el mercadillo", sentencia, y cuestiona esas distancias entre puestos que marca el BOE y que han dejado a casi la mitad de sus compañeros en casa.
La afluencia crece conforme pasa la mañana tras una apertura desabrida, en la que incluso faltan puestos. Van llegando los clientes habituales del entorno, de pueblos cercanos y tambiénde paso, como Lola, de Valencina, que había acudido al súper y lo vio: compra unos calcetines y, detrás de su mascarilla, deja claro que no tiene reparos. Lo peor lo ha vivido en el Hospital Virgen del Rocío, donde trabaja en laboratorios.
Si lo que ocurre en Camas puede indicar por dónde irán las ventas tras el confinamiento, la gente andaba buscando tallas grandes y, en ese argot dicharachero que parece que hay que manejar para comprar con tino -como en un zoco el regateo-, hay quien confiesa haber aumentado varias tallas después de dos meses con "el sillón y el mando". También se vende la ropa y el calzado para niños y las "batas fresquitas", dicen los vendedores, el clásico bambito andaluz revalorizado por las circunstancias.
"Se quedó sin vender la ropa para comuniones, Semana Santa y feria, que saldrá el año que viene ya a precio de costo", apunta Joaquín. Como otros muchos de los consultados, reconoce que las ventas que han podido hacer estos pocos días de desescalada, en su caso en Mairena del Alcor y en El Viso, han sido buenas. Todavía estaban cerrados los centros comerciales y la gente tenía ganas. También va bien la mañana en Camas. "Me lo pruebo en casa y la semana que viene me lo cambias si no me va...", dice una clienta: "Tendrá que ser en 15 días...", responde el vendedor que accede para que la venta salga.
Como el resto de autónomos, los de la venta ambulante han podido cobrar el subsidio de unos 660 euros, en su caso, que el Gobierno ha dado por primera vez a los que han tenido que parar y no han tenido que pagar el seguro. Casi todos lo agradecen. Pero el desahogo ya depende de la situación de cada cual.
La mayoría de los vendedores de Camas residen en pueblos de la provincia de Sevilla. Pepe, por ejemplo, otro de los veteranos, es de Lebrija. Le preguntan por camisetas de algodón y tallas grandes. "Si los artículos no se pueden tocar no habrá negocio", insiste. De los seis mercadillos a los que acude, sólo están funcionando dos. Camas es el primero en el que monta. El viernes irá a Arcos, donde estuvo justo antes de que se declarase el estado de alerta. Había mucho miedo y le perdió al viaje.
Algunos comerciantes reconocen que han intentado reciclarse, como Miguel Ángel y su mujer, que cuelgan fotos en facebook para vender y lo llevan a domicilio. Están preocupados porque no haya abierto todavía el mercadillo de Burguillos, en el que les suele ir muy bien con su puesto de ropa, muy surtido de conjuntos infantiles.
También está barruntando montar una web y vender por internet Juan, que lleva 25 años en el mercadillo con su puesto de ropa. Le acompaña su hijo, que estudia un Grado Superior de Informática. Tiene otra hija estudiando en la Universidad y la ayuda que han dado a los autónomos no da para cubrir gastos. A contracorriente, la preocupación ha hecho que pierda ocho kilos. Volvió al trabajo en Bormujos, donde las ventas fueron bien, aunque está convencido de que hay que pensar en ampliar las formas del negocio.
Gabriel, ya jubilado y que echa un cable a su hijo, en el puesto que le dejó de frutos secos, legumbres y especias, señala que han salvado estos meses porque habían comprado 8.000 kilos de ajos que han podido vender a fruterías. Han elaborado mamparas caseras para el puesto con plástico para forrar libros de texto.
Con el paso de las horas, los puestos se van llenando. La edil de Desarrollo, Marian Gómez, pasea y vigila junto al operario encargado del mercadillo, al que a primera hora todos llamaban para resolver dudas con el montaje. La concejala explica que el trabajo de su área es intenso en estos días, con las numerosas reglas para los negocios que van abriendo y el enredo a pesar del exceso de información que parece que llega.
La medianoche noche previa, todavía estaba resolviendo dudas de los bares que creían que el anuncio de la Junta de abrir hasta las tres de la mañana era ya efectivo. La nueva normalidad no será fácil para nadie.
También te puede interesar