Un estudio confirma la presencia de anticuerpos del Virus del Nilo en mirlos y gorriones
Estas aves no pueden volver a infectarse ni a contagiar a mosquitos
Se han analizado muestras de sangre recogidas en años sin brotes con otras de 2020
Una de las cuestiones que deja claras Jordi Figuerola, como investigador principal al frente del equipo del CSIC que intenta monitorizar al Virus del Nilo Occidental (VNO), es que hay que desechar la idea de que el patógeno ha estado de paso, como las aves migratorias que se posan en los humedales del entorno del Guadalquivir en sus idas y venidas entre Europa y África. “El virus está aquí”, confirma.
Hay un estudio realizado a raíz del brote de 2020 que ha detectado un crecimiento exponencial de la presencia de anticuerpos en aves asentadas en el territorio, tanto silvestres como habituales en los entornos urbanos, como mirlos y gorriones. Es la evidencia de que esos ejemplares también pasaron la enfermedad en un porcentaje elevado el verano pasado, aunque ya no son contagiosos, ni pueden volver a serlo para los mosquitos, si les pican.
Es algo en lo que el biólogo pone el acento pidiendo esfuerzo pedagógico para evitar simplificaciones que lleven a atacar a estas especies. Si están inmunizados y esos ejemplares siguen aquí son la garantía de que no pueden volver a contagiarse, y es mejor porque aves insectívoras contribuyen a disminuir las poblaciones de mosquitos.
El estudio de serología en aves compara datos históricos recogidos en muestras de sangre entre 2002 y 2019 (excluyendo las de 2016, cuando hubo otro pequeño brote) en zonas del Bajo Guadalquivir, con los recogidos en 2020 en la finca La Hampa, la Cañada de los Pájaros, Dehesa de Abajo, Palomares del Río y Gibraleón, a raíz del repunte de la incidencia. En las zonas más afectadas (Coria, Puebla y Palomares) capturaron para el trabajo gorriones en parques urbanos.
En el caso del gorrión común (Passer domestius) los anticuerpos del VNO se encontraron en el 20% de los analizados en esa última tanda, cuando en años sin brotes no eran ni el 2%. En el mirlo común (Turdus merula), de alrededor de un 5% se pasó a detectar el anticuerpo en sangre en más del 80%. Estos datos confirman que el virus había estado circulando de manera intensa en La Puebla y Coria, pero también en zonas cercanas como Palomares, donde no se registraron casos en humanos.
El anticuerpo del VNO se detectó en casi la totalidad de ejemplares grajilla occidental (Corvus monedula) analizados; en más del 80% de las cigüeñas blancas (Ciconia ciconia) y la focha común (Fulica atra). También en más del 60% garceta común (Egretta garzetta); en más de la mitad de las garzas reales (Ardena cinerea). Asimismo, apareció en casi un 40% de los ejemplares de garcilla buyera (Bubulcus ibis), tórtola turca (Streptopelia decaocto); y en algo más del 30% de los ejemplares de morito común (Plegadis falcinellus).
La estrategia de investigación de plantea el CSIC combina el análisis de la presencia del virus en mosquitos, para intentar detectar su circulación antes de que se produzcan los primeros caso en humanos, con el análisis de la serología de las aves para determinar dónde y cuándo ha estado circulando con más intensidad.
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