Los vinos andaluces: un valor en alza en un mundo complicado
La opinión invitada
Nuevas perspectivas y mercados para un sector clave en Andalucía.
Más de 100 millones de litros de producción de vinos y mostos, en una superficie de viñedo de 25.346 hectáreas, incluyendo seis denominaciones de origen y dos "vinos de calidad" con indicación geográfica específica, para alcanzar unas exportaciones de casi 51 millones de litros por importe de casi 120 millones de euros, reflejan la importancia del vino en Andalucía. Quizás no sea el sector económico que más desarrollo haya conocido en los últimos años en la región y posiblemente esté lejos de las grandes zonas productoras como Castilla-La Mancha o los grandes exportadores como Rioja y Cataluña, pero se trata de un sector muy importante de la agricultura andaluza, que cuenta con buen número de profesionales del campo y la empresa que viven de ello y con gran potencial desarrollo. Un sector clave para la imagen de Andalucía en España y en el mundo, con grandes marcas mundialmente reconocidas y que puede tirar de otros tan importantes como el turismo.
Andalucía es la 10ª comunidad autónoma española por superficie total de viñedo y la 7ª mayor productora, con cifras en ambos casos muy lejanas de lo que uvas y vinos suponían en los años '80 o incluso a principios de este siglo XXI. Se ha perdido superficie cultivada de viña y se ha perdido producción, como se han perdido exportaciones, aunque se ha mejorado el precio medio de las mismas. Es cierto que el buque insignia de los vinos regionales, ha sufrido fuertes transformaciones y se ha visto afectado, quizás en mayor medida que otros vinos, por los fuertes cambios producidos en los mercados en los últimos años. Pero también es cierto que hay un nuevo dinamismo entre los vinos andaluces y están apareciendo zonas de producción, bodegas y tipos de vinos con grandes posibilidades de comercialización.
Los principales cambios que han afectado al vino en el mundo, en España y en Andalucía han sido la rápida internacionalización y la fuerte crisis en el canal de la hostelería y restauración. El vino andaluz, particularmente el de Jerez pero en mucha menor medida el de otras zonas, ya estaba presente en los grandes mercados internacionales. Pero ahora hay más y nuevos mercados y es en ellos donde más está creciendo el consumo. Estados Unidos, China, Rusia, Corea, así como los mercados nórdicos y otros países del Este de Europa, como en menor medida África y Latinoamérica, son algunos ejemplos. Mercados más inclinados, quizá por desconocimiento o quizá por gustos, a los vinos tranquilos y espumosos que a los generosos; pero mercados abiertos al mundo del vino y nuevas experiencias.
Mercados internacionales a los que se están dirigiendo muchas de las nuevas bodegas de vinos tranquilos, que se suman a las tradicionales exportaciones de Jerez y la progresiva mayor presencia internacional de los vinos de Montilla-Moriles, Málaga o Huelva. Porque hay nuevos y muy interesantes vinos en Sevilla y Granada, como extraordinarios vinos tranquilos en las sierras de Málaga o en la misma provincia de Cádiz, por mencionar solo algunos ejemplos. Vinos de las tradicionales grandes bodegas y también de pequeñas bodegas familiares que, a base de mucho esfuerzo, sacrificio y no excesivo apoyo público, empiezan a ser conocidos y reconocidos en los diferentes mercados. Vinos, que por su escaso volumen las más de las veces, deben necesariamente posicionarse en segmentos altos y medio altos de los mercados, pero que pueden tener magnifico recorrido en las principales plazas mundiales.
Dentro de España, la fuerte crisis de la hostelería desde antes de la crisis económica ha afectado también a las bodegas y el campo andaluces. De un sector que hace apenas 10 años dirigía sus ventas en más del 60% a bares y restaurantes, hemos pasado a mayoría de ventas en el competitivo canal de la alimentación y un nuevo y pujante canal de ventas directas, ya sean on line, a través de tiendas especializadas, directamente en bodega, a través de clubs de vinos o mediante autoconsumos. Ha cambiado la forma de vender nuestro vino, como también están cambiando los consumidores españoles que, pese a la bajada generalizada de consumo nacional, ofrecen nuevas oportunidades para vinos blancos, vinos frescos, algunos de baja graduación, tintos y rosados de calidad o nuevos moscateles, Pedro Ximénez y otros tipos de vino que se defienden muy bien.
Todos los cambios, tanto en el mercado nacional como en los internacionales afectan también a los vinos andaluces y al conjunto del sector que de ellos depende. Cambios que conviene seguir de cerca y a ser posible anticipar a través de instrumentos como el Observatorio Español del Vino que viene trabajando crecientemente en muchas comunidades autónomas. Cambios en los mercados que exigen nuevas inversiones y planteamientos para los que debemos aprovechar las ayudas europeas y nacionales disponibles mientras existan. Cambios que, en definitiva, nos obligan a escoger entre la radical competitividad en el segmento del volumen y precios ajustados o la diferenciación y la calidad excepcional ligados en ambos casos a mejoras sustanciales en la capacidad de comercialización. En todos los casos, los vinos españoles en general y los andaluces en particular, tienen grandes posibilidades de desarrollo y mejora de su rentabilidad a futuro porque cada vez está más claro que beber vino, de forma inteligente y moderada, como debe hacerse todo en la vida, es un gran placer.
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