La aldaba
Carlos Navarro Antolín
¡Anda, jaleo, jaleo!
La campaña del olivar
Estabilidad en la producción y récord de ventas. Los datos deben dejar satisfecho al sector, que ha consolidado en la última campaña su peso en los mercados con más de 1.640.940 toneladas vendidas. Así se desprende de los últimos datos provisionales elaborados por la Agencia de Información y Control Alimentarios (AICA), dependiente del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, referentes al mes de septiembre, y que cierra el ejercicio oleícola. De esta forma, la 2020-2021 desplaza a la 2013-2014 como la campaña con el mayor volumen de salidas de la historia.
Y en cuanto a producción para la campaña 2021/2022, las estimaciones sitúan en torno a 1,3 millones de toneladas y 570.000 toneladas para la aceituna de mesa, cifra que indica estabilidad, en línea con la media de las últimas cuatro campañas y ligeramente por debajo de la campaña pasada.
En el último mes del ejercicio 21/22 se vendieron 136.840 toneladas, cantidad que se sitúa en la media comercializada en un mes de septiembre. No obstante, destaca el ritmo medio de salidas registrado a lo largo de la campaña, establecido en 136.750 toneladas, el más elevado de la serie histórica.
“El mantenimiento de las salidas a lo largo de estos doce meses ha permitido sacar al mercado más de 1.640.940 toneladas y, por tanto, se confirman las previsiones de Cooperativas Agro-alimentarias de Andalucía: la 2020-2021 es una campaña histórica”, recalca el presidente del Consejo Sectorial de Aceite de Oliva de la federación, Cristóbal Gallego.
La consolidación del sector oleícola en los mercados es fruto de la ingente labor que hacen los agentes del sector, en los que las cooperativas tienen un papel protagonista. La apertura de nuevos destinos comerciales, el impulso de la promoción de los aceites de oliva con la marca España y la apuesta por la calidad y los nuevos formatos “han favorecido la fluidez de los mercados del aceite de oliva, incluso con unos precios más dignos para el agricultor”, sostiene el representante sectorial.
En agosto, cuando aún faltaba un mes para el cierre del ejercicio, la 2020-2021 ya era una campaña sin precedentes en materia comercial, al haberse vendido más aceite de oliva del producido (1.387.800 toneladas). Ahora, con la campaña cerrada, se da otro hito: por primera vez en la historia hay menos stock en las almazaras que en los envasadores. Según los datos, en manos de estos últimos hay unas existencias de 210.000 toneladas, frente a las 197.000 toneladas que hay en las almazaras.
“Con un enlace de 420.000 toneladas, un aforo que apunta a una leve caída en la producción de aceite de oliva (unas 1.050.300 toneladas en Andalucía) y la menor cosecha que se dará en los principales países competidores asientan el terreno para que la campaña 2021-2022 sea un ejercicio estable y con precios dignos para el productor”, indica Cristóbal Gallego.
El responsable de la Sectorial de Olivar y Aceite de UPA, Cristóbal Cano, considera “muy relevante comprobar que la comercialización ha cerrado la segunda campaña consecutiva de récord. Esto demuestra que los consumidores siguen valorando el aceite de oliva como lo que es, la mejor y más saludable grasa vegetal que existe en el mundo”.
“Estos datos, y los más importantes que representan la evolución de los últimos 30 años, tienen que servirnos al sector olivarero para creernos, de una vez por todas, que somos el gran actor internacional de la comercialización y que tenemos que seguir por este camino para ser capaces de marcar el futuro. Hay una cosa muy clara y tengo que insistir en ella: no sobra aceite de oliva, sobran especuladores, porque se vuelve a demostrar que el consumo, a precios en origen por encima de los costes de producción en olivar tradicional, no se resiente”, añade.
En cuanto a la producción, y a partir de los aforos comunicados por las comunidades autónomas y de los datos del propio sector, la producción de aceite de oliva experimentará un ligero descenso en todas las comunidades autónomas, excepto en Extremadura, donde se podría llegar a obtener una cosecha récord.
En el caso de la aceituna de mesa, que se encuentra en el ecuador de la recolección, la previsión de 570.000 toneladas implicaría un incremento del 5,7% respecto de la media de las últimas 4 campañas y un 4,3% respecto de la campaña pasada.
En la última reunión de la Mesa Sectorial del Aceite de Oliva y Aceituna de Mesa se estudiaron las previsiones de balance para el conjunto de la campaña y concluyeron que habrá un nivel de recursos suficiente para atender la demanda de aceite de oliva del mercado nacional y las exportaciones, que no hacen prever grandes cambios en las cotizaciones. Afirman, a la luz de estos datos, que no será necesario activar el mecanismo de retirada de aceite de oliva, ya que no existen indicadores de posibles riesgos de desequilibrio en el mercado nacional.
De hecho, la escasez de precipitaciones en los últimos meses y la posibilidad de que esta situación influya a la baja en las previsiones de producción, refuerza aún más la idea de no recurrir al mecanismo de retirada que contemplan las normas de comercialización del aceite.
Esta medida forma parte del decálogo que presentó el MAPA en junio del año pasado para reequilibrar la oferta y la demanda.
Nutriscore está siendo implantado, como es el caso de Bélgica, donde productos ultra procesados con menos beneficios para la salud que el aceite de oliva y asociados a dietas poco saludables, tienen una mejor calificación.
El modelo Nutriscore no tiene en cuenta las ventajas que aporta la composición de grasas monoinsaturadas del aceite de oliva y su aportación de polifenoles y vitamina E.
Así lo entiende Rafael Sánchez de Puerta, presidente del sector Aceite de Oliva de Cooperativas Agro-alimentarias de España, quien ha subrayado que el sistema de etiquetado frontal debe ser un modelo armonizado en la UE, que evite perturbaciones en el mercado interior y la desconfianza en los consumidores.
Para Sánchez de Puerta “tiene que ser un modelo sólido, independiente y avalado científicamente, fundamentado en una evaluación completa de los alimentos”. Ha insistido en que el modelo que la UE implante debe estar basado en porciones para cada categoría de productos, evaluando los micronutrientes y las sinergias que confieren las propiedades saludables de los alimentos.
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