Los retos del sector primario: el acceso a la energía eléctrica a precio razonable es vital
La Voz Invitada de Andrés García Lorca
El catedrático propone que se faciliten recursos hídricos a las zonas más áridas. Andrés García Lorca recomienda una visión holística y global sobre el sistema territorial
Con el inicio del año nos encontramos con una serie de retos que en unos casos son obligatorios y en otros sugeridos, pero en ambos casos nos siguen creando desconfianza e inseguridad, así como cierta perplejidad para poder asumirlos desde la razón y la viabilidad del modelo de desarrollo sostenible en el que se deben incardinar.
Una de las preocupaciones fundamentales del sector primario está, en cómo asumir el precio de la energía en los costos de producción, sin que ello haga perder competitividad de los productos generados.
Como dato de referencia tenemos que en Holanda, los agricultores, han renunciado a criar tomate en rama en la campaña de invierno pues les supone un incremento en los costos de producción del 50%, claro que ellos necesitan de una energía que no disponen como es el sol, pero sigue siendo un referente, pues en el sur de España aunque disponemos de ella para la producción en invernadero, la necesitamos en otros factores de producción distintos como es la producción de agua para el cultivo, sin olvidarnos el impacto en los costes logísticos.
Una de las propuestas de los agricultores está en la reducción de las tarifas eléctricas para el regadío y manipulado, pero no está claro que eso pueda ser una realidad, máxime cuando la política energética del Gobierno es ajena a la realidad territorial de la producción y consumo energético en España y además carente de cualquier lógica.
En estos días se ha cerrado la última central térmica de carbón en España, cuando acababa de realizar una inversión superior a 300 millones de euros en adecuación del sistema de descontaminación y purificación de las emisiones de gases contaminantes, ésta planta tenía asociada una desaladora que produce 120.000m3 diarios de agua potable aprovechando la energía en horas valle; a ella habría que asumir la necesidad de energía eléctrica que necesita el resto del conjunto de desaladoras que componen el esquema de los nuevos yacimientos de agua, así como los sistemas de impulsión y distribución de la misma; todo ello determina una acelerada subida de los costos de producción que no nos parece coyuntural, pues no hay un diseño en la estructura energética presente y futura que determine una bajada significativa de los precios.
Paralelamente no podemos obviar la renuncia del Gobierno de Zapatero al Plan Hidrológico y lo que suponía el recurso de los trasvases en un contexto de absoluta dependencia energética y de crisis hídrica.
De otra parte, la pérdida de competitividad de los precios de los productos andaluces, están en función de los precios de los productos de terceros países al mercado comunitario, por lo que los agricultores claman por su revisión para ajustarlos a los costos de producción europeos; la realidad es que no va ser así, pues como ocurre con el caso de Marruecos la geopolítica manda y no va haber ningún cambio; por ahora solo cambian las exportaciones de Marruecos que en una década han superado el 118% de su valor.
Europa clama por una agricultura y una gestión de la naturaleza que palíe los efectos de la producción de dióxido de carbono del conjunto de los sectores productivos, aspecto muy loable, pero para que este sistema funcione con eficiencia necesita de sol y de agua, sin embargo, las áreas más soleadas son las de mayor déficit hídrico.
Ello nos permite plantear la necesidad de proporcionar recursos hídricos a las zonas áridas, semiáridas y subhúmedas que cuente con una aportación de radiación solar importante y eso solo es posible disponiendo de energía eléctrica a un precio razonable que posibilite el desarrollo de nuevos yacimientos de agua ya sea por desalación, depuración o trasvases de excedentes entre cuencas.
La pérdida de rentabilidad del sector primario
Por su parte, los ganaderos, claman al cielo ante la pérdida de rentabilidad de sus explotaciones debido también al incremento de los costos de producción unido a la imposibilidad de control sobre los precios que les impone la demanda, dando con ello lugar paradojas, como que un litro de refresco sea más caro que un litro de leche, como podemos comprobar en cualquier lineal de un supermercado, lo cual es un disparate.
No podemos olvidar la situación del sector pesquero en ámbitos territoriales como es el Mediterráneo occidental y las limitaciones impuestas por la política pesquera de la UE, que van cercenando las posibilidades de la flota pesquera conforme a los criterios de: preservación de recursos, mantenimiento de la rentabilidad y reparto de posibilidades con la TAC (Toneladas Admisibles de Capturas); aspecto teóricos que merecen una reflexión crítica, pues no siempre responden a la realidad como podremos comentar en algún momento.
Cierto que son recursos limitados por lo que hay que abordarlos con criterios científicos, pero no olvidemos que la primera fuente del conocimiento científico es la experiencia adquirida por la evidencia empírica y ésta la tienen los pescadores.
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