La industria cárnica, compromiso con la alimentación saludable
La Voz Invitada
El autor afirma que ganaderos e industriales cuidan de los animales; les respetan y atienden
Estos días, coincidiendo con la celebración de la cumbre del clima en Madrid han arreciado los ataques contra la ganadería. Ataques tan sesgados como injustos, que producen un enorme hartazgo en la gente de este sector. Rompamos una lanza en su favor.
En las diversas noticias que se han publicado atacando a la ganadería confluyen diversos colectivos como son veganos, animalistas, ambientalistas, además de intereses económicos ocultos que quieren arrancar un trozo del enorme pastel que supone este sector, voceando medias verdades, cuando no puras mentiras, para sustentar sus respectivos argumentos.
Atacar a la carne es, de partida, profundamente injusto. En los albores de la humanidad la carne nos proporcionó la energía y las proteínas que necesitábamos para desarrollar nuestro cerebro. Somos lo que somos gracias a la carne, al paso de nuestros antepasados de una dieta vegetariana a una carnívora.
Y, además, la carne y sus derivados siguen aportándonos un concentrado de nutrientes importante: proteínas de alto valor biológico, minerales y vitaminas que son esenciales para mantener una dieta equilibrada y saludable. ¿Saludable?
Si saludable (y muy placentera), porque la carne es un a alimento sano, importante en todas las etapas de nuestra vida, cuando estamos creciendo, cuando necesitamos energía para desarrollar toda nuestra actividad y en la tercera edad, proporcionándonos una vida plena y activa. Lógicamente, sin abusar, dentro de una dieta equilibrada y, ojo, combinada con ejercicio físico.
Desgraciadamente, si algo hemos aprendido es que los científicos no comunican bien. Viven en su mundo y no son conscientes de que sus axiomas y conceptos muchas veces no son bien entendidos por el conjunto de la población (ni los medios de comunicación). Y esto influye en que la información positiva sobre los beneficios que aporta la ganadería a la sociedad o la carne en la dieta no lleguen a la ciudadanía con la claridad y contundencia con que deberían.
Consumo
En España tenemos unos niveles de consumo de carne y derivados moderados y alejados de los niveles de riesgo que pueden ocasionarnos problemas. Además, nuestra dieta mediterránea integra sabiamente la carne y los elaborados en nuestra cocina.
Recordemos, por otra parte, que el modelo de producción de la Unión Europea prohibió el uso de hormonas en el ganado hace ya décadas y que la carne no puede contener antibióticos. Está prohibido por ley.
En cuanto al bienestar animal, ha sido también objeto de una amplia y exigente legislación en la Unión Europea. Como debe ser, por otra parte. Y los hombres y mujeres del sector son los primeros que cuidan de sus animales, les respetan, les atienden y velan por su salud, porque son sólo su trabajo, son su medio de vida, es más, yo diría que su filosofía de la vida.
El sector ganadero español, además, está yendo más allá en las exigencias normativas, con sellos privados que certifican unas prácticas respetuosas con los animales.
En definitiva, los ganaderos e industriales cuidan de los animales, en su cría y sacrificio, para evitarles cualquier sufrimiento innecesario. Europa es un modelo en esto. En cuanto al medio ambiente, una vez más las medias verdades y el discurso anticarne tergiversan la realidad. En Europa las emisiones de gases de efecto invernadero del ganado no llegan al 6% del total. Nuestros transportes, nuestras industrias energéticas y nuestras grandes ciudades son responsable del 90% restante. Pongamos a cada uno en su sitio.
Medias verdades
Parte de la media verdad es que no se nos dice que esas emisiones del ganado se neutralizan en gran medida por el medio ambiente, en el que viven y contribuyen a sostener. No se nos avisa de qué sería de nuestros campos, bosques, pastos, montes, dehesas, prados, etc., si desapareciese la ganadería. Medios naturales que consumen CO2 intensivamente, y que la actividad ganadera no solamente los hace sostenibles, sino simplemente permite que existan. Y con ella, la pervivencia de un medio rural que es hoy más necesario que nunca.
Atacar a la ganadería, en España, además de injusto, es una enorme insensatez, porque ataca a esa España vaciada y sus pocos medios de subsistencia. Agrava el problema de la despoblación, del abandono de los pueblos y de la pérdida de una riqueza medioambiental, cultural y social irreemplazable.
Somos unos privilegiados por la variedad de razas, la calidad de nuestras carnes, la diversidad de nuestros productos cárnicos, que conforman nuestra tradición, gastronomía y cultura. ¡Defendámoslos!
Y repitamos a quien nos quiera escuchar que, en nuestro país, consumir carne es bueno, para nuestra salud y para nuestro medio ambiente.
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