Porcino blanco, un sector en progreso
La Voz Invitada
El autor afirma que el reto del sector sigue siendo profesionalizarse y seguir unidos
Desde mis primeras visitas a explotaciones porcinas intensivas en Andalucía vengo escuchando atentamente a los ganaderos. La mayoría han sido pioneros que no han heredado tierras y fortunas ni se han educado en colegios de élite. Siempre han tenido las puertas abiertas a las novedades y han estado dispuestos a mejorar sus instalaciones, a probar productos nuevos y nuevos manejos.
Nunca han tenido prejuicios con los extranjeros, siempre han admirado a los catalanes y han hecho negocios y sociedades con ellos y nunca les ha importado el color o la religión de los trabajadores. Siempre estuvieron atentos, semana tras semana, al rumbo de los mercados y nunca se quedaron parados esperando que nadie les arreglara nada. Nunca pensaron que tenían unos derechos que se pudieran exigir.
La demanda de carne les arrastró a dimensionar sus instalaciones y aumentar las estructuras, a automatizar los procesos y renovar los materiales. Algunos perfeccionaron su lectura con las revistas sectoriales e hicieron sus primeros viajes en grupos a las ferias donde entenderían el sector al que pertenecían en toda su amplitud.
Después de crecer, al cabo de los años sus granjas se han quedado pequeñas, obsoletas, demasiado cerca de los pueblos o las urbanizaciones, los mayores han muerto o están jubilados. Algunas no se mantienen en pie y se ha perdido totalmente su rastro, otras permanecen en ruinas . En ninguna de ellas se llevó a cabo un plan de abandono, un plan de traslado o simplemente un plan.
El tiempo arrasó con casi todos los proyectos de estos pequeños y aficionados emprendedores. Ya llevamos 20 años metidos en el Siglo XXI, miembros de pleno derecho de la Unión Europea, y en un sector productivo netamente exportador y un mercado de precios agresivo y con posición dominante de la distribución.
Actitud proactiva
Desde luego a los productores andaluces se les puede criticar muchos aspectos pero no la sensación de estar satisfechos ni de sestear. Siempre le han echado coraje, entusiasmo y confianza. Han visto los errores como oportunidades para aprender y las dificultades como pruebas que hay que superar para crecer. Han sido responsables de todo lo que les ha sucedido, nunca se han sentido culpables, y siempre se han cuestionado lo que se podía hacer para rectificar, mejorar o cambiar la situación.
Se han concentrado siempre en los aspectos positivos de ellos mismos y de los demás, de sus fortalezas, no de sus debilidades. En definitiva, han sido siempre unos optimistas que no han negado la verdad, que han asumido sus problemas y han definido sus estrategias de acción con esperanza para afrontar la realidad y transformarla.
Después de todo lo recorrido, con todos los logros y los fracasos, con todas sus luces y todas sus sombras, parece que ha llegado el momento de otro cambio de mentalidad en nuestra gestión de las explotaciones.
No podemos seguir utilizando herramientas viejas para la maquinaria nueva. Tenemos que valorar el nuevo escenario en el que nos encontramos y actuar. La dificultad de lanzar un producto diferenciado sigue ahí como una oportunidad para los pequeños productores independientes, al estilo de la producción ecológica.
Sin antibióticos
Por otro lado no hay otra opción que producir sin antibióticos, la respuesta a esta cuestión tan grave está siendo espectacular, la concienciación en la reducción del uso de antibióticos va muy por delante de la sanidad humana. Tampoco hay otra opción que velar por el bienestar animal, grupos de presión bien financiados y organizados ajenos a la realidad fisiológica y psicológica de los animales no pueden sustituir a los cuidadores como garantes del bienestar de nuestros animales de producción.
A la problemática urbanística y de ordenación de las explotaciones se suman los requisitos ambientales, sobre todo la implantación de las MTDs, mejores técnicas disponibles para reducir el impacto ambiental y el consumo excesivo de recursos. No podemos seguir mirando para otro lado en nuestra parte de responsabilidad con el calentamiento del planeta por la emisión de los GEI, gases de efecto invernadero.
No podemos olvidar la falta de apoyo de parte de la Administración al mantenimiento de las pequeñas explotaciones y el abandono de la red social arraigada en el medio rural al que se están viendo sometidos, por ello hay que ser más beligerantes y estar más presentes en los medios de comunicación y más proactivos frente las administraciones públicas.
Peste Porcina Africana
Y por último es fundamental incrementar nuestras medidas de bioseguridad, tanto dentro como fuera de las granjas. Este es el ultimo esfuerzo en inversiones que se requiere para seguir siendo viables, porque el peligro de una nueva epidemia de PPA es real, pero además las perdidas asociadas a las enfermedades que tenemos enquistadas en nuestra cabaña por una falta de cultura de limpieza, desinfección, desratización y desinsección (LDDD) son demasiado elevadas a pesar de que ya están asumidas en nuestra cuenta de resultados como inevitables.
Ahora, después de todos estos años, el reto sigue siendo el mismo: profesionalizarse, mejorar la gestión, asumir el cumplimiento de las normas, mantenerse unidos y actuar conjuntamente.
También te puede interesar