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La financiación europea

La Voz Invitada de Andrés García Lorca

El autor analiza las repercusiones en la agricultura del reparto de fondos de Bruselas y la situación del sector agrario como básico para la balanza exterior

Ángela Merkel interviene en el Parlamento Europeo.
Andrés García Lorca, Catedrático De Universidad. Consultor Territorial

04 de agosto 2020 - 08:00

No es un problema de victimismo, pero sí de justicia, la protesta de los agricultores por el recorte de los fondos de la PAC, como consecuencia del plan extraordinario de financiación europeo para hacer frente a la crisis provocada por el coronavirus. Este recorte presupuestario en España cobra una especial significación al afectar a la médula de nuestro sistema socioeconómico como es la actividad agraria.

La crisis del coronavirus ha agravado una situación, que ya venía determinada por la inconsciente política económica del Gobierno social-comunista, caracterizada por un exceso del gasto público totalmente improductivo. Esta ayuda europea busca paliar los efectos de la crisis y evitar una situación que se devendría en catastrófica.

Ya las movilizaciones de los agricultores y ganaderos, al inicio del año, nos alertaban de las dificultades para competir con terceros países, debido al constante y descontrolado aumento de los costes de producción que, incluso se van a ver agravados por la conocida como “Nueva Ley de la Cadena Alimentaria”.

La realidad es que el sector agrario es uno de los sistemas productivos básicos de nuestro modelo económico y el que asegura unos flujos de exportación necesarios para el mantenimiento de la balanza de pagos y del empleo.

Esta realidad, se ha construido y se construye día a día con mucho esfuerzo y por una apuesta firme por la aplicación del conocimiento y la investigación, lo que posibilita que la agricultura española sea un modelo de producción sostenible en toda la extensión del término, lo que debería traducirse en una constante y mejorada atención por los poderes públicos.

Los datos son la mejor valoración de la realidad que describimos, así dos potencias en agricultura tecnológica como Israel y Holanda, mantienen unos niveles de consumo de pesticidas por hectárea, según la FAO, de 12,61 kilos por hectárea y de 7,90 kilos por hectárea respectivamente, mientras que en España solo se utilizan 3,59 kilos por hectárea.

Es pues España el país con menores niveles de riesgo y de producción mas saludable del conjunto europeo. Este dato, ya de por sí, es una imagen de competitividad y bien hacer de nuestra agricultura, pues implica el desarrollo de un modelo de lucha biológica y de crecimiento de la agricultura ecológica.

El impacto de las ayudas

La realidad de este progreso en seguridad alimentaria y en calidad productiva, está también ligado al impacto que producen las medidas agroambientales de la PAC, que suponen un 40% del conjunto de las ayudas, las cuales posibilitan el desarrollo de estos procesos y la constante mejora de la oferta productiva.

El recorte de las ayudas de la PAC como consecuencia del plan de ayuda financiera, supone un varapalo al esfuerzo de los agricultores y una pérdida de capacidad inversora, de innovación e incluso de apoyo para la continuidad y viabilidad de las explotaciones.

El recorte de 5.000 millones de euros en este período hasta 2027, supone un serio problema para la competitividad de nuestras empresas, que cada vez se encuentran más afectadas por las importaciones de terceros países, que no solo compiten por sus bajos salarios, sino que también lo hacen con los bajos sistemas de control sanitario; solo Turquía en sus exportaciones a la UE de pimientos, ha generado en esta campaña 58 alertas sanitarias.

En Algeciras o en Motril, la falta de equipos y personal de inspección fronteriza nos evidencia una situación preocupante, cara a la llegada de productos africanos; en estos momentos Marruecos exporta más tomate que Almería.

Desconozco los términos de las negociaciones llevadas a cabo, pero me preocupa que siempre sea la actividad agraria la que pague la factura, cosa que por otro lado no me extraña dado la competitividad de nuestro modelo en Europa, por lo que países como Holanda o Francia apuesten siempre por limitar la potencialidad de nuestro sistema agrario.

Luego aparece el ministro Planas diciendo que no va afectar nada esta pérdida, que se compensará, como ya lo dijo con el tema de las aceitunas y los aranceles de Trump, que serían los impuestos a las tecnológicas los que revertirían a los agricultores para compensar estas pérdidas de competitividad, luego se olvida la promesa y ya veremos; ahora le toca aplaudir a su presidente por el logro alcanzado.

Un aspecto que no debe pasar desapercibido es el relativo a la afección sobre los procesos de despoblamiento, que pueden verse afectados negativamente con estas medidas reductoras y reestructuradoras de las ayudas de la PAC.

Sistemas agrarios tradicionales

No podemos ser más insistentes, pero la pervivencia y continuidad de los sistemas agrarios tradicionales son una garantía para el mantenimiento de los ecosistemas y ello exige inversiones y desgravaciones fiscales para su mantenimiento.

Como último interrogante cabe preguntarnos, si el pago de la ayuda a devolver del fondo de recuperación europeo y que deberá hacerse bien con nuevos impuestos o aumentando los actuales, supondrá una subida en el coste de los factores de producción ya de por si preocupantes.

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