La aldaba
Carlos Navarro Antolín
El rey brilla al defender lo obvio
Entrevista al presidente de Hortiespaña
Profesional vinculado al mundo financiero a través de Cajamar, donde ha desarrollado una dilatada carrera profesional, Francisco Góngora está ahora al frente de Hortiespaña y desde esta plataforma lucha por los cultivos de invernadero. En esta entrevista nos relata sus desafíos y sus lastres.
–¿En qué se diferencian las frutas y hortalizas cultivadas bajo invernadero de las que están al aire libre? ¿Influye en el sabor o en la calidad?
–Se diferencian en que los cultivos de los invernaderos están menos expuestos a las inclemencias meteorológicas y las plagas porque cuentan con unas estructuras (los plásticos) que los protegen, lo cual permite cultivar cuando no es posible hacerlo al aire libre por las bajas temperaturas. Algunos consumidores tienen la errónea impresión de que el invernadero acelera o induce la maduración provocando la falta de sabor en las frutas y hortalizas. Y nada más lejos de la realidad; el sabor depende fundamentalmente de la variedad cultivada, del modo de cultivo (riego, fertilización y clima), del momento en el que se cosecha, y de su conservación post-cosecha. De hecho, existen muchas apreciadas variedades que son famosas por su exquisito sabor, como el tomate raf, los pimientos dulces, el melón piel de sapo, la sandía Fashion o la amplia gama de hortalizas minis.
–¿Cómo se ha incrementado la producción con los invernaderos de Almería y Granada?
–Gracias a los invernaderos del sudeste español, Europa se puede abastecer de productos saludables durante todo el año, sin tener que recurrir a productos extra continentales. Cada año, los invernaderos proveen de 4,5 millones de toneladas de frutas y hortalizas frescas y naturales a una población de 500 millones de personas. Concretamente, abastecen al 47% del mercado interno y al 50% de los mercados europeos, llegando a superar el 60% durante los meses de invierno.
–¿Qué aporta la trazabilidad a las frutas y hortalizas y cómo se garantiza ese tipo de control?
–La trazabilidad, fundamentalmente, aporta tranquilidad al consumidor, ya que se puede saber todo sobre ese producto (cómo ha sido cultivado, en qué finca, los tratamientos aplicados… Es algo así como el DNI del producto. El latente riesgo que existe en la contaminación de los alimentos hace necesario que los consumidores y clientes cuenten con sistemas que determinen si los productos cumplen con las especificaciones de seguridad y las garantías de calidad exigidas. Además, la trazabilidad permite que, si algún producto presenta algún problema, se identifique rápidamente el origen y el destino, para que así pueda ser retirado del mercado y no cause ningún perjuicio al consumidor.
–Algunos cultivos como el pepino, han sufrido campañas de desprestigio sólo por mala información ¿ha conseguido ya este producto recuperar los niveles de producción anteriores a la crisis que padeció en 2011?
–En 2011 afrontamos una de las mayores crisis de imagen de nuestra historia cuando las autoridades sanitarias alemanas acusaron a España de originar un brote causado por la bacteria E.coli que causó la muerte de 53 personas e intoxicó a 3.800 personas. La apresurada acusación apuntó hacia una partida de pepinos cultivados en los invernaderos de Almería, una imputación que causó la retirada de millones de kilos de este producto y el hundimiento económico y reputacional del sector. Precisamente, gracias al eficaz y riguroso sistema de trazabilidad de los invernaderos se pudo saber que el brote se había originado en Alemania y que nada tenía que ver con el pepino. Este episodio supuso un duro golpe para nuestro sector y aunque quedó demostrado que no teníamos nada que ver con este problema hemos tardado años en recuperar la credibilidad, ya se sabe que solo basta un minuto para perderla y años para ganarla, pero estamos trabajando para que el consumidor conozca que los invernaderos solares no solo son una alternativa segura, natural y de calidad, sino que, además, son un sistema que no daña al medio ambiente y que contribuye a luchar contra el cambio climático. Estamos llevando a cabo campañas de promoción e información, como la de Cutesolar: cultivando el sabor de Europa en invernaderos solares, cuyo objetivo es desmontar falsos mitos y que el consumidor reconozca que un producto de invernadero es sano, natural, seguro y de calidad.
–Una vez superado aquel asunto ¿cree que los cultivos de invernadero han ganado la credibilidad del consumidor?
–Aunque aún nos queda mucho por hacer, lo cierto es que comenzamos a observar un cambio de tendencia en la percepción que tienen los consumidores respecto a los cultivos bajo abrigo. De hecho, según el I Observatorio Europeo sobre la Percepción de las Frutas y Hortalizas realizado en el marco del Programa CuteSolar, cerca del 50% de los encuestados tiene una percepción favorable de los invernaderos solares y de sus métodos de producción.
–El uso de energía solar es una de las innovaciones que ha hecho el sector ¿Qué superficie de invernadero, respecto al total, se alimenta con energía solar?
– A menudo, cuando se habla de los invernaderos solares se suele caer en el error de pensar que éstos funcionan gracias a la energía fotovoltaica producida por placas solares, pero es un error, ya que las placas solares transforman la energía solar en energía fotovoltaica, mientas que, en los invernaderos solares, la luz del sol se transforma directamente en las hojas de las plantas, en energía “fotonutritiva” y “fotosaludable”. La intención del sector al poner el sobrenombre de solar junto al de invernaderos es poner el foco en que los productos que se cultivan en estos invernaderos únicamente reciben la luz del sol para su crecimiento, como aquellos que se cultivan al aire libre pero protegidos por los plásticos. Esto solo es posible en zonas como Almería o Granada.
–El sector no está muy satisfecho con algunos puntos del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia y piden que se incluyan a los invernaderos con cubiertas de polietileno de baja densidad ¿por qué se han quedado fuera? Y ¿qué les responden en el Ministerio?
–Aquí hay dos aspectos. Por un lado, la dotación de fondos que va a ser gestionada por el Ministerio de Agricultura es claramente insuficiente, habida cuenta del peso que tiene el sector en la economía española y en la balanza exterior. El MAPA ha elaborado un Plan de Impulso de la sostenibilidad y competitividad de la agricultura donde se enmarca un Programa de apoyo a la transformación integral y modernización de invernaderos y si el MAPA no rectifica el borrador que ha presentado, se perderá la oportunidad de que el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia llegue a nuestro sector, que ha sido estratégico para la gestión de la pandemia, y que además es netamente exportador.
–También consideran que la dotación presupuestaria para modernización es insuficiente ¿cuáles son sus necesidades?
–Totalmente insuficiente. Por ejemplo, en Andalucía se dotan 31 millones de euros para modernización, considerando que hay 36.000 hectáreas y que las inversiones deben ser punteras, y por tanto, costosas, habrá pocos beneficiarios. Para el Perte agroalimentario, nuestras empresas han calculado una inversión estimada de 280 millones de euros.
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