Los cuatro mitos del vino
Bodegas Acontia elabora un ranking con las leyendas más comunes y erróneas referidas a los caldos
Bodegas Acontia han elaborado un listado con los cuatro principales mitos que todo principiante en el arte del buen beber debe conocer.
El primero de ellos está relacionado con el convencimiento de que poner una cucharilla en la botella de cava para que éste no pierda el gas sirve de algo. Pues es una de las grandes leyendas del vino. En el Centro Interprofesional de Vinos de Champagne, en Francia, hicieron el experimento. Cogieron varias botellas de champán, las destaparon a la vez y vaciaron 250 ó 500 ml. Se separaron en varios grupos, unas se taparon con cucharillas, otras con tapones normales, unas cuantas con tapones herméticos y otras se dejaron destapadas. Los resultados demostraron que solamente los tapones herméticos conservan la presión e impiden que el gas salga de la botella. Así que, o tienes un tapón a mano, o mejor te acabas la botella de cava.
Otro mito es el guardar el crianza para que en unos años se transforme en reserva. No pierda el tiempo, eso jamás ocurrirá, bébase el vino antes que se eche a perder. La denominación tipificada como vino de crianza, reserva o gran reserva sólo la otorga el consejo regulador o la entidad regidora de las normativas alimentarias de la región, según sea el caso, incluso dentro de un mismo país o región productora, pueden exigir distintos tiempos de guarda, para denominarlos como tal.
Los sedimientos sólo aparecen en vinos malos. Otro gran mito. Los sedimentos, precipitaciones o vitartratos lo único que indican es que el vino no fue filtrado o muy poco filtrado. Hay muchos productores a los que no les gusta filtrar sus vinos, ya que cada vez que se filtra un vino se pierden aromas y color. De hecho, hay quienes afirman que esto desnaturaliza el vino.
Mientras más añejo, mejor. Pocas cosas pueden ser más falsas que esta afirmación. Hay que tener en cuenta que el vino es un producto vivo y como todo producto vivo tiene su línea de crecimiento, plenitud y declive, es decir, nada es para siempre, si se hace caso a este dicho, todos debemos guardar nuestras botellas para que mejoren, es más, hay vinos que al guardarlos varios años les perjudica enormemente.
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