Con las miras puestas en la jubilación más segura
Definir metas, identificar necesidades o revisar la cartera de inversión con frecuencia, imprescindibles para el ahorro a largo plazo
Arranca 2018. Para muchos, el año de su jubilación. La preocupación por cómo sobrellevar este cambio tanto económica como personalmente está presente. Para ayudar a que la cuenta del banco, al menos, no se resienta demasiado, los expertos de la agencia de valores Finanbest han elaborado un listado con siete consejos prácticos, válidos para todos los bolsillos y circunstancias, con los que optimizar los ahorros en los próximos años.
Tener una red de seguridad, es decir, determinar rigurosamente cuál es la situación patrimonial actual, es una de las claves del ahorro a largo plazo. El objetivo es analizar qué parte de los ingresos se emplea para satisfacer las necesidades básicas y cuál es el excedente que se puede destinar al ahorro, es decir, aquel dinero del que se dispone y que no se necesitará en un periodo más o menos largo. En definitiva, conviene mantener una liquidez de emergencia que nos permita invertir y no tener que retirar ese dinero en caso de que aparezcan imprevistos de gastos variables.
¿Ahorramos para comprar una vivienda? ¿Para financiar los gastos corrientes en la jubilación? Una vez se han establecido las necesidades y objetivos financieros que queremos conseguir, hay que considerar los horizontes temporales asociados a cada inversión. Éstos pueden ser distintos para cada persona aunque su objetivo sea el mismo, puesto que intervienen aspectos como la edad, ingresos o gastos de cada uno.
Partiendo de la base de que no todos los inversores tienen la paciencia ni la posibilidad de tener el dinero depositado a un plazo muy largo, entrar y salir del mercado continuamente lleva aparejada una gran cantidad de toma de decisiones, casi siempre tomadas en el peor momento. Por el contrario, las decisiones en la inversión a largo plazo son escasas y, por consecuencia, más reflexivas y el riesgo se reduce. Los fondos de inversión exigen capitales mínimos cada vez más asequibles para todos los bolsillos.
La diversificación reduce el riesgo que asume el ahorrador, siendo conveniente optar por distintos activos, mercados o zonas geográficas. La elección de unos u otros activos que compondrán la cartera, así como el porcentaje de capital que tendrá cada uno de ellos, dependerá de la situación y personalidad del inversor. Aunque la responsabilidad final es del ahorrador, es necesario contar con un experto que aconseje cuál es la mejor opción de inversión. El contacto continuo con el intermediario determinará el alcance de sus responsabilidades y su libertad de actuación, por lo que es conveniente estar en contacto con el asesor durante todo el proceso inversor. Se trata de un modo de exigir transparencia y la máxima información.
La distribución de los activos en la cartera es uno de los elementos más relevantes para saber si está bien configurada y posicionada para alcanzar las metas financieras planteadas, por lo que conviene revisarla cada cierto tiempo. Puede que una compañía que en el pasado aportase crecimiento, hoy no lo haga o que su rol en la cartera haya cambiado. Razón por la cual es bueno actualizar y reajustar la cartera, adaptándola a las nuevas condiciones del mercado.
A la hora de hacer una inversión hay que tener en cuenta el impacto fiscal para que la rentabilidad adquirida no acabe por los suelos. Los fondos de inversión, por ejemplo, ofrecen ventajas a este respecto, ya que permiten retrasar al máximo el pago de impuestos al pasar el dinero de un fondo a otro, tributando sólo cuando se liquide la inversión. Además, no hay que perder de vista la inflación, dado que en los momentos en que es elevada puede acabar con la rentabilidad de una inversión.
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