Dos historias y una utopía por la convivencia pacífica
evaristo laguna, autor de 'el heredero de abdel'
'El heredero de Abdel' quedó finalista en el Premio Planeta y fue galardonada en la XXXV edición del Premio de Novela Felipe Trigo
Un pueblo ficticio sirve de punto de encuentro para dos historias que corren paralelas en periodos distintos: una transcurre a mitad del siglo XVI; la otra, en los convulsos años 90 del siglo XX. Ambas se hilvanan envueltas en misterios y utopías y dan como resultado una trama que sólo se desvela en la última frase. El argumento forma parte de la novela titulada El heredero de Abdel, que quedó finalista en el Premio Planeta y hace dos años obtuvo el galardón de Novela Felipe Trigo que el Ayuntamiento de Villanueva de la Serena (Badajoz) convoca cada año.
Su autor, Evaristo Laguna, vecino de Mairena del Aljarafe, no recuerda con exactitud cuándo comenzó a escribir. Lo que sí sabe es que la escritura se ha convertido en una forma de entender el mundo y en una vocación que combina con su profesión como administrativo. En el cajón de su casa guarda seis novelas más, pendientes de publicar, y una veintena de cuentos. "A menudo me digo que escribo para enterarme de las cosas porque, cuando plasmas sobre el papel las ideas, la reflexión se vuelve más intensa y todo se comprende mejor", señala.
Su última obra es, precisamente, eso: un compendio de inquietudes del autor que le hacen, más allá de resultar una novela histórica al uso, abrazar las reflexiones propias de la literatura. "Percibo que hay demasiada influencia del cine en las páginas de los libros actuales y creo que tiene que haber alguna desconexión. La lectura debe aportar ideas, reflexión y conocimiento", apunta.
Del argumento se desprende también una utopía que gira en torno a una convivencia pacífica entre distintas religiones, clases sociales y opiniones. Como de hecho existió en la Toledo medieval, hoy conocida como la ciudad de las Tres Culturas por la coexistencia de las tres religiones monoteístas. Una idea que, según el autor, se desvanecería hoy al contacto con la actualidad. "Con la radicalización del islam, cada vez es más complicado concebir una utopía como tal", comenta.
Su faceta como artista no se limita al mundo de las letras. La música -llegó a cantar con Carlos Cano-, la escultura o la pintura son otras de sus aficiones. Además del arte, el escritor diseña bases de datos para facilitar las investigaciones de los hospitales. Irrumpió en la informática cuando ésta era aún una asignatura pendiente en España. De ahí a aprender a programar y a diseñar páginas web fue sólo un paso más que aprendió a dar él mismo.
Cuando le preguntan de dónde saca el tiempo para cultivar tantas aficiones y dedicaciones, el escritor sonríe y confiesa que siempre le ha gustado ser un poco trapillero del tiempo. "Aprovecho los ratitos que se me brindan para tratar de buscar la belleza que hay en la vida", concluye.
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