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La falta de tiempo y la pereza que provoca pensar en enfrentarse a grandes colas tienen como consecuencia que cada vez más personas cambien los centros comerciales y grandes almacenes por las plataformas digitales. Sobre todo ahora en Navidad, cuando cualquier individuo que se decante por las tradicionales compras en tiendas físicas lo puede llegar a pasar peor que el propio Arnold Schwarzenegger en aquella película infantil en la que buscaba desesperado un muñeco Turboman. Para no terminar desquiciados como el que fuera gobernador de California, muchos recurren a plataformas digitales para hacer sus compras navideñas. Aunque, a veces, esta práctica pueda tener consecuencias peores que la eterna espera en una cola. Para evitar sustos en la red, lo mejor es seguir una serie de pautas.
A estas alturas es normal que muchos productos estén agotados. Nos ponemos a bucear por la red hasta que damos con una página nunca antes vista en la que, además de dar con lo que buscamos, lo encontramos a mitad de precio. Eso nos solucionaría la vida, pero podría ser una complicación a largo plazo. Los rateros de la red utilizan portales desconocidos por todos pero milagrosos para muchos para cometer sus fechorías. Por eso, lo recomendable es comprar en sitios web fiables, a ser posible en tiendas que dispongan de establecimiento físico.
Pero no sólo el espacio debe ser seguro, también se debe tener cuidado con las maravillosas –a la par que dudosas– ofertas para desesperados. Lo barato nos acelera el ritmo cardiaco y nos creemos Cristóbal Colón al descubrir un económico portal nunca antes colonizado. Es recomendable no dejarse llevar por esa exagerada taquicardia si no queremos que nuestro pobre corazón termine infartado de verdad. Los cacos de internet saben de nuestras debilidades –nos dejamos encandilar por lo gratuito y lo barato– y ponen pequeñas trampas para que les demos nuestros datos personales y bancarios y así arruinarnos sin que nos demos cuenta.
Ahora en Navidad pasamos mucho tiempo fuera de casa –las comidas, cenas y meriendas acaparan nuestro escaso tiempo libro– y, en muchas ocasiones, el tema de las compras navideñas sale a la palestra. "Hay una página web en la que venden artículos de Frozen a mitad de precio", dice uno de nuestros compañeros de mesa. No perdemos tiempo y nos enganchamos a la red wifi del sitio en el que estemos –gastar datos del móvil no entra dentro de nuestros planes– y nos lanzamos a bucear por el universo de internet. Cuidado, conectarse a redes que no conocemos o a las que no hemos recurrido con anterioridad puede jugarnos una mala pasada. Al usar una red a la que pueden conectarse muchos usuarios nuestros datos de navegación quedan expuestos y es cuando los ladrones despluman nuestra cuenta bancaria.
Lo sabemos, en internet somos como los caracoles, vamos dejando nuestro rastro allá por donde vamos. Por eso al iniciar una nueva búsqueda el propio buscador nos hace sugerencias acordes con lo que hemos indagado con anterioridad. Hay veces en las que, incluso, recibimos correos con sugerentes anuncios y apetitosas ofertas. Ante esto hay que ser cautos, ya que en muchos correos se suplantan identidades bancarias y financieras y se reciben virus que no se curan ni con la más efectiva de las vacunas.
Seguir estas premisas no son garantía de una compra 100% segura, pero mantener los ojos abiertos en la red nunca está de más. Si es imposible no desconfiar de internet, lo mejor será acudir al comercio habitual y fomentar las compras locales.
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