Un 'shock' catártico

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El Sevilla se reencuentra con la competición en plena resaca del anuncio del adiós de Monchi y con la necesidad de recuperar su identidad y su pulso vital ante el débil Sporting

Un 'shock' catártico
Un 'shock' catártico
Eduardo Florido

02 de abril 2017 - 02:35

Sale el Sevilla del largo túnel del parón y se encuentra con varias realidades de un sopetón. La ciudad está ya tomada por la luz total de la primavera. Monchi ha anunciado que se va, sin vuelta atrás posible. Jorge Sampaoli mete riñones en el posicionamiento por ese hueco grande que deja el líder espiritual de los éxitos. La plantilla se conjura para dedicarle a Monchi, el responsable de que estén todos donde están, un triunfo revitalizador. Y llega el Sporting como propicio convidado de piedra a un mediodía cálido y luminoso. La luz lo inunda todo, pero Sampaoli quiere esa luz sobre el césped, la luz de buscar al rival de verdad, sin miedo y con hambre. Es el camino que debe retomar el Sevilla para seguir asido con fuerza a la tercera plaza.

Es Domingo de Pasión y se presenta un mediodía pasional. De entrada será interesante ver cómo ha acogido la afición la despedida del único hombre que, en un mismo cargo, ha sido protagonista de los nueve títulos del Sevilla del siglo XXI. Es previsible una primera despedida informal de Monchi ante los suyos, pese que parece que en la médula Gol Norte continúa la huelga de cánticos. Algo escuchará Monchi desde su asiento en Preferencia, en el rinconcito del antepalco más próximo a Gol Norte. Luego, habrá que ver cómo el shock de su marcha ha afectado al club entero, desde su dirección hasta su afición, pasando por los jugadores. Lo ideal sería que ese golpe anímico, no por esperado menos traumático, sea como una espoleta que produzca una necesaria catarsis. Está en juego el honor de un club que siempre ha presumido de estar muy por encima de las individualidades. La bandera, el escudo y la afición, que decía José María del Nido, quien ya tuvo que agarrar al escurridizo Monchi allá por 2006, justo antes de la gloria de Eindhoven. El reencuentro competitivo en casa, después del parón, con la primavera ya bien encauzada, y la debilidad del convidado de piedra, el débil y herido Sporting, se antoja como el momento idóneo para que se produzca esa revitalizadora catarsis. Porque el equipo, antes de este parón, parecía no dar síntomas vitales...

Los jugadores son los primeros que saben cuál es la importancia de Monchi. Lo saben porque fue la primera persona del club con la que hablaron antes de pisar el Ramón Sánchez-Pizjuán. Y lo saben porque siempre ha estado muy pendiente del día a día, de esa cansina rutina que puede torcer todas las ilusiones por un quítame allá esas pajas. Ya no estará ese Monchi bombero para apagar cualquier amago de fuego. Pero el Sevilla, sus jugadores también antes que nadie, se debe a sí mismo sobrevivir a su crisis y la despedida del ingeniero técnico. Y hoy tiene el equipo la primera ocasión para ello, una ocasión pintiparada, inmejorable.

Para darle más enjundia al escenario de idoneidad que se le presenta al Sevilla para reencontrarse con el triunfo, la Real Sociedad empató ayer en Anoeta con el Leganés. Pero es que el Villarreal perdió en casa con el Eibar. Es decir, el quinto clasificado se queda a ocho puntos y el sexto a nueve antes de que el equipo de Sampaoli salte al césped. Ganar no sólo garantizaría seguir tercero una jornada más, que no es poco, sino que prácticamente serviría para amarrar la cuarta plaza, que es mucho: abriendo la perspectiva es ni más ni menos que cumplir el objetivo marcado.

La luz de la valentía, de la búsqueda sin límites es lo que desea Sampaoli en este mediodía de luz, en el que tendrá que configurar una defensa de retales, otra más, por las bajas de Rami, Mercado y Escudero. Ese equipo que buscaba y agredía al rival aun sin laterales, con Sarabia o Vitolo ejerciendo en esa posición, es lo que quiere y necesita el aficionado sevillista hoy, tal y como recordó ayer Sampaoli, quien finalmente puede contar también con Jovetic para dar más profundidad al ataque.

Enfrente estará un Sporting que llega herido por sus bajas en la defensa. Dos de sus pilares, Douglas y Meré, no estarán por sanción, aunque Rubi recupera a Amorebieta justo a tiempo. El técnico del Sporting debe reconstruir la zaga y refrescar el ánimo de un equipo al que el parón pudo venirle mal, porque precisamente le llegó después de empatar en Mestalla y de remontar en El Molinón al Granada en su final. Aquellos bríos han quedado atrás y el Sporting llega a Sevilla como un corderito que va al ara del sacrificio, apesadumbrado al ver que continúa a seis puntos de la salvación. Pero, cuidado, ellos también han velado armas. Sólo vale la catarsis total, trasladar al campo la rabia, el hambre. Recuperar la identidad.

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