No hay pasado que no caduque
Las Palmas - Sevilla | La previa
Al Sevilla de Sampaoli no le sirve de nada haber firmado la mejor primera vuelta de su historia si no se estrena en la segunda.
Las Palmas, un rival a su semejanza, aún no ha perdido en casa.
El fútbol no entiende de pasados por rutilantes que sean. La segunda Europa League no se ganó con triunfos de la primera, ni la tercera con las gestas de la segunda. Por mucho que el Sevilla de Sampaoli haya logrado firmar la mejor primera vuelta de la historia del club con esos 42 puntos que fueron en su momento una barbaridad, de nada sirven para los objetivos marcados a inicios de la temporada si el cuadro nervionense no suma su primer triunfo de la segunda parte de la competición.
Es verdad que en Cornellá las circunstancias jugaron en contra del Sevilla con ese penalti y la roja que injustamente vio Pareja por ponerle la mano en el hombro a Piatti; es verdad que ante el Villarreal los biris no animaron y Asenjo tuvo su día parando un penalti a Nasri y sacando un cabezazo de Iborra en la misma raya de gol, pero todo son simples excusas. Los puntos, cinco nada menos, que han volado en dos jornadas no están ni estarán en la clasificación de este Sevilla que durante un tiempo ilusionó a su gente con poder ser la china en el zapato de los grandes.
Podrá serlo aún, pero estas cosas no se consiguen ni con cuentos de la lechera ni viviendo del pasado recordando batallitas. Por eso, para volver al punto de hace dos semanas, el Sevilla y su cuerpo técnico deben moverse ya, pero ya.
Y da la casualidad de que no es la plaza idónea el estadio de Gran Canaria. Hay que reconocer que el Sevilla de Sampaoli baja algún punto de intensidad fuera de casa pese a que los números digan que los nervionenses, en puntos, son los segundos de la Liga tanto de local como de visitante, pero las sensaciones son a veces las que cuentan y también es cierto que lejos del Sánchez-Pizjuán ha sido un equipo que no ha demostrado tener siempre el control de las situaciones. Hay casos y casos. Evidentemente, el Sevilla logró victorias de autoridad ante rivales acreditados como Celta y Real Sociedad, a los que goleó en sus visitas, pero también tiró en muchos desplazamientos de esa raza final que rescató muchísimos puntos y en otros ni siquiera llegó a competir, aunque afortunadamente para intereses y diversión de los sevillistas estos duelos quedan ya lejos en el tiempo: Bilbao, Granada, Éibar...
En su última salida ante el Espanyol hubo de todo. Un hándicap importante al jugar todo el partido con diez, también una fase de dominio y acoso al rival, pero también por qué no decirlo deficiencias graves en el sistema defensivo que derivaron en dos goles de cabeza en contra y un buen rosario de centros desde la banda.
Hoy es distinto, pero también será difícil, muy difícil. Si el rival es uno de los equipos mejor valorados de la Liga por la calidad de su fútbol, también está presente su condición de invicto ante su público, algo que sólo puede decirlo aparte de Las Palmas de Quique Setién el Real Madrid de Zidane. Con un Roque Mesa discutiéndole a N'Zonzi el primer puesto en el ránking de pases de todo el torneo, los amarillos son un equipo con muy buen gusto en el trato del balón que tiene a jugadores con gran calidad como Tana, Boateng, Jonathan Viera y, ahora, más materia desequilibrante con Jesé y hasta con Halilovic. Con la disposición que Sampaoli confiere a los suyos, habrá que tener una vigilancia especial y evitar con esa presión alta característica del de Casilda todo lo que sea posible las situaciones de uno contra uno, que -se quiera o no- van a aparecer con la forma de jugar de este Sevilla en el que el sistema defensivo está claro que no es la prioridad por su modo de trabajo.
Otra cosa, el Sevilla ha logrado liberar a Nasri de la sanción que podía ocasionar la tremenda orfandad que sin el francés puede aparecer en el enorme latifundio que va desde la posición de N'Zonzi a la de los delanteros. O abarcacándolos a todos los de arriba, sean dos, cuatro o cinco. El juego de este Sevilla de argentinos -querámoslo o no- depende de dos franceses, que son los que llevan la manija y crean los espacios. Los rivales han empezado a entenderlo y se hacen necesarios algunos planes alternativos. Están las arrancadas de potencia de Vitolo, el golpeo de Sarabia, alguna incursión de Mariano... pero hace falta más sustancia para alimentar las bocas de Ben Yedder y Jovetic.
Esto no para y detenerse en recrearse con el pasado para nada permite avanzar en los objetivos. No hay pasado que no caduque. Y menos aquí, con una hora menos.
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