Menos mal que el Liverpool sí 'jugó' (1-1)
Maribor-Sevilla FC · la crónica
El Sevilla rubrica, un año más, su pase a los octavos de la Champions pese a desarrollar una deplorable primera mitad en Maribor.
Ganso logró el empate cuando los blancos habían apretado algo en su fútbol.
enviado especial a Maribor/Primer objetivo cumplido para el Sevilla 2017-18. El cuadro entrenado por Eduardo Berizzo estará en los octavos de final de la Liga de Campeones y hasta ahí todo debería ser venturoso para los blanquirrojos. Sin embargo, existe un pero en el partido perpetrado en Maribor ante un rival que tendría problemas para mantenerse en la Segunda División española. Ni siquiera el empate materializado por Ganso puede servir esta vez como eximente, los blancos tuvieron una actuación descorazonadora en líneas generales y sólo los mantuvo a salvo los goles que iba sumando el Liverpool en Anfield Road.
Eso fue lo único que proporcionó tranquilidad en esta ocasión, dado que el fútbol que estaban realizando los hombres dirigidos por Ernesto Marcucci, sobre todo en el primer periodo, fue una verdadera mentira, justo lo contrario de lo que debe exponerse en este juego para tener posibilidades de éxito en el dominio del mismo. El modestísimo Maribor no sólo se puso por delante en el marcador, sino que tuvo las opciones más diáfanas para haberlo dejado finiquitado de tener algo de calidad sus futbolistas. Afortunadamente para el Sevilla, era una evidencia que los eslovenos no son precisamente un rival a tener muy en cuenta y encima el Liverpool no se conformaba con su ventaja inicial y casi dejaba liquidado su encuentro en Inglaterra con rotundidad.
Pero el juicio sobre lo desarrollado por este Sevilla en su visita a Maribor no se puede fundamentar en lo que haga otro equipo, en este caso el Liverpool, a muchos kilómetros de distancia, sino que conviene diseccionarlo de la manera adecuada para que no se vuelvan a dar espectáculos tan deprimentes como el que acaeció en la fría noche eslovena. Para empezar, Marcucci apenas realizó cambios en el once inicial, pues sólo ingresaban Sergio Rico, Kjaer, Krohn-Dehli y Correa en el mismo, es decir, dos titulares indiscutibles, una pieza habitual en las rotaciones en las bandas y un Krohn-Dehli que se había ganado los minutos en sus participaciones desde el banquillo para darle algo de descanso a Franco Vázquez con vistas a compromisos más trascendentales. El resto, empezando por Banega, eran los mismos que afrontaron desde el arranque la cita liguera contra el Deportivo.
Y no tuvieron un mal arranque en el juego y en la disposición. Los blanquirrojos aparentaron tomárselo con seriedad en unos primeros minutos en los que el mando pertenecía a Banega y la presión era bastante arriba para incomodar a un Maribor que se veía desnudado, sobre todo en la zona de sus dos centrales. Los visitantes parecía que querían liquidar el litigio pronto y a ello contribuía también un Pizarro que no tenía ningún problema para dar un paso adelante para robarle el balón al rival con prontitud. Sin embargo, una falta del argentino en una zona de nadie le echó un jarro de agua fría a todos los suyos.
El Maribor sacó con celeridad con el Sevilla bastante despistado, el primero de ellos el propio Pizarro que no llegó ni a estorbar el lanzamiento del golpe franco. Balón hacia la derecha del ataque esloveno, Correa le entra de mentira al lateral derecho y el centro de éste es rematado en franquía por un Tavares que se limitaba a aprovecharse de la desidia de todos sus adversarios a la hora de cumplir con sus tareas defensivas. Pronto, demasiado pronto, estaba el Sevilla por debajo en el marcador y a partir de ahí iba a virar en negativo todo el juego de los hombres entrenados por Marcucci.
Porque los nervionenses exhibieron un fútbol falso a partir de ese 1-0. La intención de tocar y tocar se convirtió en una mentira permanente, sin ningún desborde de nadie, dejando Ben Yedder que se peleara en solitario contra todos los zagueros, que, por muy deficientes que aparentaran ser, siempre estuvieron en superioridad. Lógicamente, esto también tenía que ver con la incomparecencia de algún elemento de ataque del Sevilla, particularmente un Correa que jamás lo intentaba de verdad y se limitaba a echarla hacia atrás cuando le llegaba la pelota, si es que antes no la había perdido, claro. Tampoco sus compañeros de línea, Krohn-Dehli y Sarabia, aportaban mucho al colectivo, aunque en sus casos era mucho más por desacierto que por pasotismo.
Lo cierto es que el Sevilla se iba a los vestuarios sabiendo que el Liverpool ya ganaba por 3-0 y que ni siquiera iba a necesitar un punto en su visita a Maribor, pero al mismo tiempo con la sensación de haber practicado un gilifútbol insoportable para todos los suyos.
Estaba claro en ese momento que todo debía ir a mejor en el segundo periodo, que a peor era imposible, y eso se corroboró desde el arranque del juego. Escudero lanzaba un disparo lejano en el minuto 47 que ya avisaba de la consigna de probar a un Handanovic que poco después se encontraría con otro lanzamiento de Banega rebotado en uno de sus zagueros. El Sevilla le había metido una velocidad más a su juego de toque y el Maribor no tardó en descomponerse.
Otro disparo de Escudero, una rosca de Sarabia y una ocasión clarísima de Ben Yedder fueron los avisos antes de que Ganso se decidiera a probar a Handanovic. El balón se le metió por debajo del cuerpo al guardameta y el Sevilla no sólo tenía ya segura la clasificación por lo que sucedía en Liverpool sino que, además, se iba a ir con un punto en su haber. Ganso pudo darle los tres, pero no llegó a un buen centro de Jesús Navas. Uno a uno final y algo de maquillaje en el juego, pero la sensación fue que menos mal que el Liverpool sí jugó en Anfield...
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