Desde mi córner
  • Inapelable derrota de un Sevilla a merced de un Athletic que suele saber a lo que juega

Lo emotivo acabó de forma dolorosa

DOLOROSO traspié del Sevilla en la noche inaugural del año, que se presentaba llena de motivos sentimentales. Era el adiós de ese baluarte que fue Fernando y el debut en el cargo de presidente de José María del Nido hijo. Suficientes connotaciones para dotar al partido de una carga emocional que luego se vio que no acudía a la cita. Baño del Athletic en la primera parte, corajuda reacción sevillista luego, pero derrota concluyente.

Ausente En-Nesyri, Quique ensayaba un equipo en 5-3-2 que pronto iba a quedar en evidencia ante un equipo organizado y que juega de memoria. Toda la primera parte es un monólogo vasco que se traduce a la media hora con un testarazo de Vesga libre de marca en el corazón del área. Ya anteriormente, Nico Williams, esa pesadilla, había perdonado en una combinación con Berenguer pura orfebrería que, sin duda, rubricaba la diferencia de fútbol entrambos rivales.

Tras una reanudación terrorífica con misil al larguero de Williams, el Sevilla tiró de raza para que el soliloquio se convirtiese en algo más parecido al diálogo que debe ser un partido de fútbol. El Sevilla plantaba cara, pero lo hacía con más corazón que cabeza, con centros a la olla buscando un objetivo que nunca encontraba, la cabeza de Rafa Mir. Y, como es habitual, con Ocampos de agitador principal y como protagonista de lo poco que se hacía trabajar a Simón.

Con un gazpacho de cambios, Quique intentó dar sin éxito con una solución, pero cuando más creía el Sevilla en sí mismo llegó la puntilla. Fue en otra permisividad defensiva que dejó desprotegido el corazón del área para que, con Sergio pidiendo fuera de juego, Paredes batiese con calidad a Dmitrovic. Todo se había consumado y una jornada que arrancó emotiva terminó en el drama que supone ver al Sevilla a un solo punto de esa zona innombrable que tanto miedo da.

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