El cambio está en los vértices

El modelo de marcas individuales del sistema Berizzo parece mutar en sentido positivo cuando invierte el triángulo del centro

Dos interiores mejor que dos pivotes hasta ahora

Berizzo sigue el partido inmediatamente después de ser expulsado.
Berizzo sigue el partido inmediatamente después de ser expulsado. / James Hinks
Jesús Alba

15 de septiembre 2017 - 02:34

Sevilla/Explicar el cambio que el Sevilla experimentó en Anfield durante la segunda mitad con respecto a la primera y ceñirse a un par de retoques en la posición de los jugadores es, probablemente, faltar a la verdad. Intervienen en el desarrollo de un partido de fútbol para que cambie el sentido de éste decenas de variables, unas provocadas y otras no, las provocadas además unas intencionadamente y otras no; unas tienen una incidencia en el marcador final y otras no; unas son por acción y otras por omisión; unas son provocadas por el rival y otras no, como por ejemplo el despliegue físico que el Liverpool exhibió en la primera mitad y que tras el descanso, porque el Sevilla lo obligó a jugar de otra manera o porque simplemente acusó el esfuerzo, no fue igual de determinante. El caso es que el Sevilla, de ser apabullado y haber podido salir goleado de la primera parte, acabó el partido controlando algo más el centro del campo e incluso habiendo podido ganar con la última ocasión de Muriel.

Con el riesgo que conlleva y el respeto que exige un análisis con datos únicamente externos y que buenamente se pueden apreciar desde fuera, y sin el conocimiento del funcionamiento interno y sus indicadores, sí puede decirse que se apreció un cambio de posiciones que modificó algunas cosas en el modelo de pares fijos (marcas) en el centro del campo dentro del 4-3-3 clásico de Berizzo.

En cuanto a registros tácticos, el argentino hasta el momento no ha enseñado más que dos variantes de su esquema tipo: con el triángulo de centrocampistas con el vértice hacia el rival, como en la primera parte con Banega arriba y Pizarro y N'Zonzi en paralelo en la base más cerca de la defensa, o como en la segunda con la salida de Sarabia, cuando el madrileño se situó en esa posición en la que de salida jugó ante el Eibar y que deja a N'Zonzi como único medio centro. Digamos que Berizzo -también lo hacía en el Celta- tiene dos variantes: el triángulo con la base atrás o, invertido, es decir, con la base por delante uniendo en el caso de Liverpool a dos jugadores con más llegada como interiores, Banega y Sarabia.

No es algo que haya descubierto ahora. Ni siquiera la posición de Sarabia como medio fue novedosa ante el Eibar, ya que en el partido de Getafe el madrileño jugó los últimos 20 minutos en paralelo con Ganso, desplazando precisamente al brasileño hacia la derecha, donde empezó Krohn-Dehli.

¿Pero por qué incidimos tanto en ese triángulo en el modelo Berizzo y en la dirección de sus puntas? Primero porque todo lo que haga un equipo de fútbol tendrá que ver con lo que hagan los medios. Cruyff decía que siempre quería en el campo un centrocampista más que el rival y Lillo, llevándolo al extremo máximo, que jugaría con 11. Pero, por la concepción de Berizzo en el reparto del espacio, es muy importante este triángulo y lo cerca que estén sus vértices de los centrocampistas contrarios cuando el balón va a cambiar de dueño, esto es, en las transiciones. Una transición no es un contraataque como algunos lo utilizan a modo de sinónimo. Una transición, como su nombre indica, es el momento en el que se cambia de una de las dos fases principales del juego, de atacar a defender o de defender a atacar. Hay veces que son segundos, incluso décimas de segundo, y el secreto del éxito está en el tiempo y el orden que un equipo emplee en el repliegue y en el despliegue y la capacidad de sorpresa sobre el rival.

La diferencia con otros modelos es que el de Berizzo emplea marcas individuales en esta zona del campo, una figura que puede parecer arcaica, aunque modificada y con unos indicadores especiales. No se trata de pontificar si es una buena fórmula o no lo es en el fútbol moderno, sino de detectar qué cosas buenas puede tener y qué no tan buenas. En el caso del partido de Anfield, siendo simples, puede estar claro: perjudicó al sistema defensivo en la primera parte y benefició al juego en general en la segunda.

vigilancias de cerca

La finalidad de estas marcas fijas que Berizzo cuando llegó a Sevilla explicó que en el Celta sus mismos jugadores le pedían jugar así es fundamentalmente estar cerca del rival cuando éste recupera el balón o cuando ataca para que no reciba con comodidad, ganarle tiempo a la presión. En Anfield, los pares eran Banega con Henderson, el medio más retrasado del Liverpool; N'Zonzi con Wijnaldum y Pizarro con Emre Can. Pero, por el propio el desarrollo del juego o porque el rival que conoce el modelo de Berizzo busque hacerle daño, puede cambiar el reparto de los espacios o, simplemente, llevarse como con un anzuelo a uno de esos jugadores a una zona del campo para que aparezca el espacio en otra. Para ello Berizzo también tiene el recurso de las permutas. Por ejemplo, cuando Banega por lo que sea salía a presionar a una banda, Ben Yedder inmediatamente retrasaba su posición para juntarse con Henderson, pero esos desequilibrios pueden acabar siendo incontrolables. En el primer gol del Liverpool apareció el espacio que aprovechó Henderson (tocó hasta dos veces sin nadie a su alrededor) cuando N'Zonzi estaba muy a la izquierda junto a su par, casi pegado con Escudero. Esa zona no la cubría Pizarro porque Emre Can se pegó a la banda contraria y Banega llegó tarde. En el primer toque de Henderson ni sale en la imagen. En el segundo aún le faltan tres metros para llegar cuando el balón ya lo tiene Alberto Moreno, que mete el centro ganador al área que anota Firmino.

condiciona el ataque

El sistema de los pares puede ser efectivo en defensa estática, pero también condiciona el propio ataque. Primero porque un equipo entrenado para salir rápido emplea movimientos en los que los atacantes pueden cruzarse a una velocidad de vértigo. Y defender una contra así se complica cuando cada jugador tiene un par asignado. Se ven jugadores cruzándose e incluso desentendiéndose del balón. Y ni que decir tiene que ello anula una de las figuras habitualmente empleadas por los equipos que juegan con laterales largos: que los medios centro ocupen de alguna forma en vigilancia el espacio del lateral que sube. Así lo hacía Emery por ejemplo y así, sin ir más lejos, le llegó un gol al Sevilla en Nervión ante el Basaksehir, cuando Pizarro y Escudero no se entendieron en un balón al espacio por esa zona.

¿Y por qué condiciona el ataque? Decía Berizzo que en el Celta los jugadores se sentían más cómodos estando pendientes de un rival mejor que de una zona, pero eso acaba haciendo que el subconsciente le haga jugar con el freno de mano echado en los ataques por la necesidad de estar cerca de su marca en el momento de que se produzca la pérdida de balón. Ya pasó en Getafe, pero en Anfield de manera más acusada incluso -se entiende que por la entidad del rival-, el Sevilla en un par de ocasiones en la primera mitad recuperó el balón arriba y los hombres de segunda línea no llegaban para acompañar si el Liverpool dejaba a sus centrocampistas muy arriba. El resultado es pérdida de potencial ofensivo.

Otro de los factores clave en el fútbol son las asociaciones entre jugadores y con la inversión del triángulo tras la lesión de Pizarro, Banega muy desafortunado y perdido, tuvo más acompañamiento con Sarabia cerca de él. Ésa puede ser una de las razones por las que el Sevilla dominó más el balón en la segunda mitad. N'Zonzi se siente más cómodo en el eje natural del campo y no algo escorado y cuando los jugadores de un mismo equipo empiezan a alejarse de los del rival para juntarse ellos mismos el control es más fácil tenerlo y empiezan a aparecer otros: Correa, Muriel que acabó de unir las líneas...

Ni es cuestión de poner en duda el modelo ni tampoco de aplaudirlo antes de que los resultados dicten sentencia. Entre otras cosas, el rival también juega y en Anfield tuvo enfrente el Sevilla a un coloso de Europa por historia y presupuesto. Se trata de profundizar y llegar a entender, sólo con los datos externos, como funciona un equipo de fútbol y cómo un modelo que dio un determinado rendimiento con una plantilla puede darla con otra. El modelo Berizzo tuvo un buen año en el Celta para en el segundo obtener un gran resultado en Europa y no tan bueno en la Liga (decimotercero). Quizá porque los rivales ya lo conocían y minimizaron el efecto sorpresa, quizá porque los esfuerzos en Europa pasaban factura en una plantilla que no es la del Sevilla. De momento aquí, como el propio Berizzo repite, va creciendo.

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