Desde mi córner
  • Sin ganar desde el 26 de septiembre en casa, el Alavés debe pagar tanta vajilla destrozada

Sólo cabe un uno en la quiniela

CITA trascendental así que den las nueve de la noche en todos los relojes de Nervión. En otro tiempo, la visita del Alavés se consideraría como un trámite a solventar sin ni siquiera despeinarse. La distancia entrambos contendientes fue siempre sideral, aunque ya hubo una vez, década de los cincuenta, Helenio Herrera en el banquillo y Juanito Arza al mando de las operaciones, que el equipo babazorro daba la campanada en el viejo estadio.

Aquello fue una sorpresa morrocotuda, pero ha pasado demasiada agua bajo los puentes y hogaño pintan las cosas muy distintas. Por lo pronto, el Alavés mira al Sevilla por el retrovisor, no lejos en la tabla, sólo un punto arriba, pero por el retrovisor. Es más, en aquel tiempo, con los equipos saltando a escena cada uno por su lado, el Glorioso (apelativo que sus incondicionales le adjudican) sería acogido con mucho afecto tras lo de la reciente noche de Reyes en Mendizorroza.

Hoy no caben muestras más o menos versallescas con el rival y no tiene otra salida el Sevilla que salir con el cuchillo en la boca para no ver aún más cerca el pozo de la tabla. Y es hora también de hacerse fuerte en casa, rodeo en el que no gana desde la muy lejana fecha del 26 de septiembre (39º aniversario de la cogida y muerte de Paquirri) mediante goleada contundente a un Almería que aún no sabe a qué sabe ganar. Por lo tanto, urge victoria y no se hable más.

Bajo el mando de Quique, el Sevilla ha aparentado cierta mejoría con solvente triunfo en Granada y, mal que bien, sorteando obstáculos en Copa. Quiere decirse que no hay otra salida que la de confiar en el buen desempeño de la tropa blanca a fin de intercambiar posiciones con ese Alavés que viene de quitarse de en medio al Betis y a sus circunstancias en Copa. Viernes gélido a la hora del pleito y apostemos por un uno en la quiniela, que lo demás sería inadmisible.

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