Ser o no ser
El proyecto afronta en Leicester la cita más decisiva del año en plena búsqueda de la indentidad perdida
Los de Shakespeare, en mejor dinámica
Sevilla/ésa es la cuestión. El Sevilla de Jorge Sampaoli quiere ser grande, muy grande, pero debe demostrarlo en plena búsqueda futbolística de la identidad perdida. No es el que era o apuntaba ser cuando, tras ganar al Real Madrid y acercarse tanto a la hegemonía de los todopoderosos, más de media España quiso ver en el proyecto un rayo de frescura, una alternativa real al título y a la hegemonía de Real Madrid y Barcelona.
Ahora, tras dos resultados discretos ante dos recién ascendidos a la Liga Santander y un bajón evidente de juego que han enfriado el sueño de poder llegar al final del torneo luchando por el título, llega la ocasión de poder hacer historia en la Champions League en un duelo al que acude con ventaja en el marcador, pero con la amenaza de estar en peor dinámica de un rival que ha cambiado las tornas y que, encima, llega con diez días de descanso y una minipretemporada en Dubái.
Tomando como referencia la mundialmente famosa primera línea del célebre soliloquio de Hamlet, el Sevilla se plantea su particular ser o ser ante el equipo que ahora entrena otro Shakespeare, no William sino Graig. Desconocido en el último mes, el equipo de Sampaoli ha generado dudas que, no obstante, no deben cambiar la forma en que afronte la cita de mañana martes en suelo inglés. Este equipo, con todas sus mejores piezas en perfecto estado de revista, se transforma en las citas importantes, por lo que no debe haber relación entre la imagen ofrecida en la Liga y la que exponga en el que puede considerarse el partido más importante del año por lo que está en juego tanto en materia deportiva como económica, ya que la clasificación para los cuartos de final de la máxima competición continental permitirá que el presupuesto suba unos millones de euros más.
Está claro que mientras el Leicester se frota las manos y espera la cita en una situación muy diferente a como visitó Nervión, la autoestima de los de Sampaoli, cuando menos, ha sufrido alguna fisura, si bien todo el mundo es consciente de que el entrenador argentino ha reservado a jugadores para llegar con las máximas garantías al encuentro de mañana. La destitución de Claudio Ranieri, precisamente tras la derrota en el Sánchez-Pizjuán (2-1), ha cambiado por completo la dinámica del equipo inglés, que suma dos triunfos claros con su nuevo técnico y llega en una racha totalmente positiva. Además, el gol que Vardy logró en el tramo final del partido de Nervión es una peligrosa amenaza para los sevillistas, que deben demostrar una fortaleza mental en terreno hostil para hacer valer el resultado de la ida.
La gran esperanza de la afición nervionense es la recuperación de tres jugadores clave y que volverán a estar juntos ante el Leicester. La pareja formada por N'Zonzi y Nasri debe devolver al bloque la pausa y el control del balón que ha perdido alarmantemente en el último mes, mientras que la fuerza de Vitolo se antoja fundamental para que el equipo se estire y meta miedo arriba.
"El equipo está acelerado y ansioso y eso quita capacidad de elaboración [...] Tenemos que hacernos responsables de que con este rendimiento vamos a tener difícil pasar a cuartos. Ojalá recuperemos el control del juego", reconoció Sampaoli tras el partido ante el Leganés, en el que el Sevilla bajó alarmantemente sus prestaciones.
Como aspecto positivo, puede recordar que el Sevilla también decepcionó en encuentros inmediatamente anteriores a sus dos citas más decisivas en la fase de grupos de la Champions, los dos partidos ante el Lyon... evidentemente guardando recursos. Antes del 1-0 en el Sánchez-Pizjuán (gol de Ben Yedder), los de Sampaoli dieron una pésima imagen en Bilbao, mientras que previo al encuentro en Francia, en el que el Sevilla amarró con un 0-0 el pase a octavos, cayeron (2-1) ante un Granada en puestos de descenso y que no conocía la victoria. En otra ocasión también sembró dudas en Gijón (1-1) justo antes del 4-0 al Dinamo de Zagreb. Igualmente, ganó aunque con apuros e in extremis antes de los partidos frente a la Juventus (2-1 a Las Palmas y 2-3 al Dépor) y con el Dinamo en Croacia (2-3 al Leganés). La última vez, cuatro días antes de recibir al Leicester, los blancos vencieron al Eibar con un 2-0 un tanto engañoso, pues el juego no fue el de siempre y la afición se encrespó con el equipo.
Es un ser o no ser, no sólo por lo que hay en juego en sí, sino porque la identidad de este equipo está en el aire. Urge reencontrarse.
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