Hallazgo en la Catedral: Dos túneles bajo el Patio de los Naranjos
Patrimonio
La investigación arqueológica de la obra del Sagrario revela que existen dos galerías subterráneas que funcionaban como aljibes y que se conectan por un túnel perimetral.
Bajo el Patio de los Naranjos de la Catedral hay dos galerías subterráneas (aljibes) con sendos túneles de acceso. Se trata de un vuelco en el esquema que se tenía hasta ahora del estrato inferior de esta zona de la antigua mezquita que precedió a la Catedral gótica. La intervención arqueológica practicada con motivo de los movimientos de tierra a los que ha obligado la obra de rehabilitación de la sacristía de la Parroquia del Sagrario ha reportado información sustancial sobre la antigua mezquita. Hasta ahora se creía que debajo de cada hilera de naranjos existía un aljibe. No es así. Bajo el patio sólo hay dos aljibes, no once como se mantenía. Uno de ellos se conocía. De hecho, se limpia periódicamente y, por sus dimensiones, se parece a un túnel de Metro por el que pueden caminar las personas. El otro es nuevo para los arqueólogos, al igual que son nuevos los túneles de bajada hasta el inicio de los aljibes. El acceso a ambos aljibes, efectivamente, se efectúa bajo sendos túneles que, además, están conectados entre sí por un túnel perimetral. Se trata de la gran novedad según se refleja en el informe preliminar del arqueólogo Álvaro Jiménez, un documento depositado en la Delegación Provincial de Cultura, al que ha tenido acceso este periódico, y cuyo contenido ha sido aprobado por las autoridades con competencias en la tutela del patrimonio histórico-artístico.
La hipótesis que se baraja es que estos aljibes y sus túneles interconectados servían para garantizar el suministro de agua para el mantenimiento de la mezquita. Un edificio de semejantes proporciones y elevado nivel de uso necesitaba de agua para su funcionamiento ordinario.
Los trabajos efectuados en el mismo patio para la renovación del pavimento han servido para detectar que bajo la mayor parte de la superficie no hay aljibes a modo de galerías, sino simplemente tierra. En sólo dos hileras sí se tiene constancia cierta -una vez que se ha levantado el firme- de la existencia de bóvedas y, en efecto, se corresponde con la cubierta de sendos aljibes. Se trata de un ejemplo muy valioso de la arquitectura hidráulica almohade que se puso en práctica en la antigua mezquita.
El aljibe descubierto tiene más de 30 metros de longitud, 3,40 metros de anchura y una altura de 3,05 metros. El túnel de acceso es definido en el citado informe como una "estructura desconocida hasta ahora que incide profundamente en el estudio de los aljibes de la mezquita y en la complejidad del edificio en cuanto a sus infraestructuras". Se trata de una escalera subterránea -a modo de corredor- fabricada en ladrillo que llega a descender 1,65 metros y que cuenta con once peldaños. Es la que permite alcanzar el inicio del aljibe o galería subterránea. Los arqueólogos creyeron, en principio, que podía tratarse de una cripta, pero cuando comprobaron la "continuidad" que tenían modificaron sus planteamientos.
Estos descubrimientos deberían servir para seguir investigando las características del fabuloso edificio de la antigua mezquita mayor de Sevilla, de la que el Patio de los Naranjos y la puerta que da acceso a la conocida como Nave del Lagarto -sita a los pies de la Giralda- son los restos de mayor importancia que se conservan en la actual Catedral.
Todos estos hallazgos han sido posibles gracias a la ejecución de la gran reforma pendiente de la parroquia del Sagrario, un proyecto que avanzó en su día este periódico. El hundimiento registrado hace tres años obligó al Cabildo Catedral a emprender una importante reforma, en la que se han invertido más de medio millón de euros con la autorización de la Comisión provincial de Patrimonio. El Cabildo se ha centrado en la planta alta del templo, en el tramo comprendido entre la Puerta del Perdón y la esquina en la que confluyen la Avenida y Alemanes, con fachada interior hacia el Patio de los Naranjos. Una obra que también ha tenido importantes repercusiones en la planta baja e incluso bajo tierra. La planta alta queda ya para salón de usos múltiples en el ala occidental, dos despachos para las hermandades (Sacramental del Sagrario y la Corona), un archivo y dos aseos para usuarios de esta planta, ubicados en el ala oriental. La planta baja se destina, como hasta ahora, al acceso y comunicación con la sacristía y a oficinas de la Parroquia del Sagrario. Y en la planta sótano se han instalado dos cabinas de inodoro, uno de ellos adaptado a minusválidos, una zona común de lavabos, un cuarto de limpieza y armarios para instalaciones.
El proyecto es obra de los arquitectos Ignacio Villa Barbacid y Javier Haro Geppi, quienes han trabajado a petición del Cabildo Catedral, que en los últimos años, salvo excepciones, tenía paralizadas las grandes obras de restauración por efecto de una crisis económica que derivó en continuas bajadas de visitantes y obligó, por tanto, a los correspondientes ajustes presupuestarios. El proyecto ha abarcado la reforma de los salones altos de la sacristía y de las oficinas parroquiales. La reforma incluye la excavación de un sótano que ha estado precedida de las correspondientes catas arqueológicas que han ofrecido importantes novedades sobre los estratos inferiores.
La planta alta del Sagrario ha cumplido varias funciones en los últimos años. Desde salón de cine hasta lugar de acogida del vasto patrimonio pictórico de la Archicofradía Sacramental del Sagrario, hasta que en 1997 fue tomada por los miembros de la escuela taller que se hizo cargo de la renovación de la instalación eléctrica del inmueble, una labor que quedó inconclusa. Con posterioridad se instaló un ascensor, hoy inutilizado, y ya en 2009 se afrontó la restauración de la cubierta de tejas. Ese mismo año, una parte de la planta alta fue ocupada por la Hermandad del Cristo de la Corona, mientras que otra parte comenzó a ser usada por la Orden de Caballeros de San Clemente y San Fernando, aunque no consta que se trate de un asentamiento permanente.
La causa de este gran proyecto de reforma radica en el "importante hundimiento" registrado en 2012, según los técnicos, en el lado sur del espacio que funcionó en su día como cine y del ocupado para almacenamiento de los valiosos enseres de la Archicofradía Sacramental. La intervención ejecutada ha tenido como objetivo reforzar la bóveda para que gane en estabilidad y capacidad permitiendo los nuevos usos con total garantía. La escalera (fechada a mediados del XX) y el ascensor actual (de 1997) han sido sustituidos. Y las entreplantas, demolidas.
Los técnicos han construido un sótano, para lo cual se han ejecutado sendas pantallas de micropilotes adyacentes destinadas a la contención del terreno durante la excavación y a servir de nueva cimentación. En el fondo de este sótano se ha ejecutado una losa de hormigón armado. El forjado del techo del sótano (el suelo de la planta baja) se ha hecho a base de losa maciza de hormigón armado. La nueva escalera que sube al nivel superior de la bóveda se ha construido en chapa plegada de acero, apoyada sobre la estructura metálica que resuelve el hueco del ascensor que discurre por el interior del ojo de la misma, quedando por tanto completamente independizada.
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