"No puedo vivir sin la naturaleza ni la música, puedo vivir sin televisión"
los invisibles
Mercedes Eirín. Ha convertido su persona en Universo, su taller en factoría. Trabaja para hoteles, restaurantes y empresas. Concibe el arte como veneno para el que no hay antídoto
Hizo una mecedora inspirada en los músculos del ser humano. Sorprendió en la feria de diseño de Milán. Sus retratos femeninos se convierten en sillas. El Universo creativo de Mercedes Eirín (Sevilla, 1971).
-¿Quién es Mercedes Eirín?
-Desde hace tres años y medio, cuando creé el Universo Eirín, soy simplemente yo misma.
-¿Y qué distingue el 'Yo misma' del 'Tú misma'?
-Que puedo mostrar al mundo aquello que quiero contar a través de pequeños objetos en hoteles, restaurantes, avenidas. A partir del concepto, trabajo con arquitectos y decoradores para fábricas, empresas, industrias...
-¿Le condiciona la ciudad en la que nació y donde trabaja?
-No creo para Sevilla, creo para el mundo. Cuando te abres a cualquier cosa es cuando creces. Mi forma de ser me lleva a no conformarme con las cosas y con las reglas del juego, que están hechas para romperlas. La historia nos enseña que las cosas no son eternas, que todo en la vida se acaba alguna vez.
-¿Qué hace un libro de Platón en su Universo?
-El día que deje de ser curiosa estaré muerta. Me inspiran la Filosofía, la Historia y la Anatomía.
-La publicidad de 'La Peste' dice que la curiosidad mata...
-Al final el arte es un veneno. Para mí es un veneno diario para el que no quiero antídoto.
-¿Se adapta a la realidad o procura transformarla?
-Todo cambió cuando fui a Milán. Tenía una experiencia de veinte años con el interiorismo. Tenía una tienda de muebles, una tienda de cocinas, pero era como el que juega con la arena pudiendo hacer castillos.
-¿Qué pasó en Milán?
-Cuando llegué, me dijeron que era imposible, que había que esperar siete años. Pero era mi momento, aunque era el peor momento porque empezaba la crisis. Casi morimos de éxito. Cámaras de televisión, interés de multinacionales. Llevé un objeto que es una cabina inspirada en un armadillo. Me salieron muchas cosas, pero no iba preparada, tengo la suficiente humildad para decirlo. Me subí al caballo, como Juana de Arco. Un negocio de 17 años no se cierra de un día para otro.
-Esos clientes, fábricas, industrias, ¿son el antiglamour?
-La forma de hacer empresa está caduca, quieren innovar.
-¿Es compatible la producción con el chispazo, la inspiración?
-La inspiración puede llegar en cualquier momento, si llega trabajando mejor. Si lo intentas controlar no sale, eso seguro.
-¿Sus modelos?
-La Bauhaus, Dalí, el impresionismo, el dadaísmo y sobre todo El Bosco. El Jardín de las Delicias es mi cuadro de cabecera.
-¿Trabaja para los museos?
-Me encargaron un bolso para el museo Thyssen a partir de un cuadro de Frederick Carl Friesek de una mujer que tenía todo menos bolso. Hice una serie de quince, el primero para Tita Cervera.
-¿Le marca su ascendencia?
-Por parte de madre soy sur-sur, andaluza de cortijos y caballos. Por parte de padre, de norte-norte, mi padre nació en Portugal pero es de origen gallego. Por eso he salido así.
-¿Se queda con el Centro?
-Me quedo con el Sur. Para vivir, ojo. Para trabajar en cualquier sitio del mundo. Quiero hacer más cosas en Nueva York y París.
-¿La llaman por la novelería o porque entienden su trabajo?
-Porque saben que muchas veces el éxito está en la diferencia. Hay que llegar al sentimiento, no es la palabra, llegar a la emoción.
-¿La vida es arte o al revés?
-El secreto es vivir el ahora.
-¿Qué aficiones cultiva?
-Hasta que fui madre hice muchas aventuras: espeleología, descenso de cañones. No puedo vivir sin la naturaleza ni la música. Puedo vivir sin televisión.
-¿Irá a Simof?
-Voy a Cibeles el lunes. Dos veces al mes tengo que ir a Madrid. Si no voy me ahogo.
-¿Qué está leyendo?
-Una biografía de Gandhi y a Neruda, que hace temblar monumentos.
-¿Vivió la Expo?
-Estaba en un proceso de búsqueda y de romper con la tradición. Empecé pintando, como mi padre. Hice vírgenes y cristos por un tubo, pero viajé a Roma y me cambió. Hay que aprender y cambiar y reinventarse. Desaprender para volver a aprender. Muchas veces me agoto de mí misma.
-¿Expone sus obras?
-Estoy diciendo que no a todo. Tengo que trabajar y trabajar. Ya habrá tiempo para exponer, no será por falta de ofertas. Me han llamado para ir a México.
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