Un edificio subterráneo de 7.500 m2 con luz natural
Caixafórum Sevilla
El arquitecto sevillano Vázquez Consuegra ha logrado el reto de encajar el Caixafórum en la estructura de un subterráneo.
Una monumental marquesina de color plateado, hecha de espuma de aluminio estabilizada, preside la plaza del Caixafórum de Sevilla y se adapta a los árboles del exterior (tipuanas, jacarandas y melias) de una forma muy ecológica. Es la zona de luz del edificio desde la que se accede al vestíbulo principal por unas escaleras mecánicas (ascensor para discapacitados) que llevan al nivel subterráneo, donde el visitante se encuentra con la tienda-librería, las dos salas de exposiciones y el auditorio para 276 personas. La atmósfera oscura de esta estancia se va iluminando a medida que el visitante avanza y es aquí donde entra la luz natural por un lucernario que es, en realidad, una prolongación interior de la marquesina exterior plateada. En este punto la espuma de aluminio es menos densa para que los haces de luz pasen sin problemas por los huecos y se reflejen en el suelo del vestíbulo.
El arquitecto sevillano Guillermo Vázquez Consuegra, Medalla de Oro de la Arquitectura Española en 2016, tenía el difícil reto de construir el Caixafórum en una infraestructura subterránea ya existente (parte del aparcamiento de Torre Sevilla) y ha logrado un espacio acogedor donde reina la tranquilidad. Con el día nublado y lluvioso que amaneció ayer esta entrada de luz natural no pudo percibirse demasiado, pero la realidad es que funciona con un sol radiante.
Es el primer Caixafórum que se adapta a un espacio ya existente: el parking y el edificio Pódium, que forma parte del complejo Torre Sevilla. Esa estructura ha predeterminado la distribución de los espacios que lo configuran. En total, son 7.500 metros cuadrados útiles.
El auditorio, la única estancia para la que existía un espacio para este fin, es uno de los mejores en sonoridad para hacer conciertos y su infraestructura escénica supera en calidad a la del auditorio de Fibes. Las butacas, muy cómodas, han sido diseñadas por el arquitecto, al igual que el mobiliario. El revestimiento de las pareces es del mismo material que la marquesina de entrada. En esta instalación se han planificado 200 actividades diferentes cada año entre conciertos, conferencias, debates y espectáculos de artes escénicas.
Una vez se sale del vestíbulo-sótano al nivel de entreplanta, en este punto encontramos dos salas polivalentes y el laboratorio para niños. Los responsables de la Fundación La Caixa explicaron que los espacios educativos están presentes en todas las salas de exposiciones porque los aspectos pedagógicos y didácticos son claves para la entidad con el objetivo de "llegar a todos los públicos", con independencia de su nivel cultural.
Para subir de la entreplanta a la cafetería y a la terraza mirador, localizadas en la planta primera del Caixafórum que coincide con el nivel de la calle, hay otras escaleras hechas con acero, aluminio, hormigón y barandillas de cristal. Son escaleras suspendidas de una gran originalidad. En esta planta primera se ubica también la zona de gestión del centro cultural.
El arquitecto organizó ayer una visita guiada a la prensa para conocer con detalle el edificio y explicó que con la marquesina exterior ha querido crear una metáfora de luz, aire y movimiento que flota y convertirla en icono de este proyecto cultural. Y es que una de las características principales de Caixafórum Sevilla es la potenciación de la entrada de luz.
La espuma de aluminio estabilizada es un material innovador, que sólo se fabrica en Canadá y ha sido la solución para levantar una marquesina ligera que cubre así la zona subterránea que determina el edificio. Se ha construido con unos paneles de distinta densidad en los que se inyecta aire en una fundición de aluminio. Los paneles están hechos con materiales ligeros producto de una aleación de aluminio y magnesio.
Así pues, el Caixafórum de Sevilla incluye dos mundos: la superficie marcada por la marquesina y la zona subterránea que constituye el interior del edificio, que, gracias a un estudiado juego de luces, puede recordar a una catedral, con proyecciones de luz que se filtran desde arriba similares a las que obtenían los constructores de las catedrales góticas, simulando la luz que penetraba por las vidrieras.
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