Pablo Rodríguez Blanco: un corazón hecho escudo
tribuna de opinión
El autor desgrana la historia del diseñador del escudo actual del Sevilla F. C., quien coincidió en la Sevilla Waterworks con Edward Johnston el primer presidente en 1890
Alo largo del tiempo, el hombre ha necesitado la utilización de símbolos para exteriorizar sus afinidades y sentimientos de pertenencia. Hoy en día, en el plano deportivo que tan elevado protagonismo tiene en la sociedad actual, esta simbología alcanza sin duda su mayor expresión en el ámbito futbolístico, siendo el escudo de cada club el elemento de mayor peso diferenciador y de identidad de cada uno de ellos.
En el caso del Sevilla F.C. es conocido -gracias a la magnífica labor de su Área de Historia que coordina Carlos Romero-, que el pasado 16 de octubre se cumplieron 95 años del estreno del escudo que Pablo Rodríguez diseñara en 1921.
Pablo había nacido el 11 de junio de 1894 en Sevilla, en el número 41 de la calle Santiago. Su padre, Eduardo Rodríguez Sarda, en la sevillana calle Agujas; y su madre, Rita Blanco Cáceres, en Jaruco (La Habana), cuando aún la isla de Cuba formaba parte del Reino de España.
La infancia de Pablo se desarrollaría en una Sevilla americanista, con aromas de ultramar y marcada por la grave crisis del 98 español en el seno de una familia de acomodada posición que permitía dar a sus hijos una educación universitaria. El temprano y casi simultáneo fallecimiento de sus padres y una ajena administración patrimonial truncaría el bienestar económico de la familia, originando que Pablo tuviera que ingresar en el mundo laboral con tan sólo 14 años en The Seville Waterworks CL (SWW), empresa inglesa cuyo primer director, Edward F. Johnston, había sido en 1890 el primer presidente sevillista.
El amor de Pablo por el dibujo le hace compaginar su trabajo con estudios de delineación pasando, una vez finalizados éstos, a la Sección Técnica de la SWW. Socio muy pronto del Sevilla F.C. y miembro de una familia de declarada pasión sevillista -sus hermanos Eduardo y Rafael también lo fueron- Pablo coincidiría con jugadores históricos del club, figurando su nombre en el listado que en 1921 reflejaba la profesión de fe del sevillismo: la colecta realizada para homenajear a los jugadores que tras llevar al equipo a la final del Campeonato de España, fueron administrativamente descalificados.
El protagonismo futbolístico del Sevilla a nivel nacional hace que Pablo considere que el escudo de la entidad debía tener una mayor carga de representatividad a nivel institucional, ciudadano y deportivo, diseñando por iniciativa propia un nuevo emblema en el que, desde el respeto y el cariño, fusionaría la historia del club, de su ciudad natal y de sus colores.
En su parte superior, un cuartel dedicado a representar el escudo de Sevilla en tonos celestes dejando ver, quizá, la influencia pictórica de Bartolomé E. Murillo de cuya obra, según testimonio familiar, era un enamorado. En el otro cuartel superior, el escudo que hasta entonces había sido el representativo del Club: el diseñado por Juan Lafita con las iniciales SFC entrelazadas en rojo. En la parte inferior, once barras (seis blancas y cinco rojas) simbolizando los jugadores que conforman un equipo de fútbol. Finalmente, en el centro del escudo y sobre las tres diferenciadas partes, el balón que identificaba el sport al que iba unido el nombre de la sociedad.
En 1955, Pablo rememoraba que tras entregar el diseño en el Club: "… No volví a tener noticias de mi emblema hasta cuando lo vi esmaltado. Se había hecho una serie de ellos en Alemania… Meses después la junta directiva decidió regalarme otro especial, que todavía conservo". Ese escudo que reproducimos y que su familia custodia es, que sepamos y junto con el boceto del mismo que se exhibe en el Club, la reproducción más antigua que se conserva del escudo sevillista. Su fuerte carga de representatividad y la atemporalidad de su diseño son, sin duda, las causas de que durante casi su siglo de existencia se haya mantenido -salvo una leve estilización y alguna modificación cromática motivada por la interpretación artística que del mismo hizo Santiago del Campo en su mosaico del Estadio-, tal y como Pablo Rodríguez lo diseñara en 1921.
Dotado para la pintura y el tallado de la madera así como de una especial sensibilidad artística, Pablo era poseedor de un alto sentido de autoexigencia que le llevaba a no firmar sus cuadros y a destruir sus obras una vez finalizadas. Casado con doña Matilde Rivero Moliné, tendría dos hijas -Josefina y Teresa- estando vinculado toda su vida laboral al abastecimiento de aguas a Sevilla. Curiosamente, como indicamos, su madre había nacido en el municipio cubano de Jaruco, voz indígena que significa "corriente de agua dulce", siendo durante 48 años empleado de la SWW y a partir de 1957 del Ayuntamiento sevillano.
Pablo se jubiló el 30 de septiembre de 1961 y por su apasionado sevillismo sus compañeros de la Dirección de Abastecimiento -entre ellos mi padre, Antonio Sánchez Perea, igualmente empleado de la SWW, activo sevillista y jefe de Contabilidad de la empresa de Aguas- le regalaron una reproducción en oro de su diseño del escudo del SFC.
Hombre serio y bondadoso, de sus últimos años de vida su familia recuerda con especial cariño su aún apasionada y nerviosa imagen viendo los partidos televisados de su equipo, con su irrenunciable sevillismo brotándole a borbotones del corazón. Las palabras de su hija Teresa señalando que el Sevilla F.C. "fue su vida", son el mejor testimonio de su pasión por el club.
Pablo Rodríguez Blanco, autor del escudo que hoy en día une, representa e identifica a todos los sevillistas, fallecía el 1 de junio de 1979. Ese día, su corazón dejaba de latir en su cuerpo para pasar a hacerlo, ya para siempre, en el pecho de todos y cada uno de los jugadores y seguidores del Sevilla F.C.
Corazón hecho escudo. Eterno, sevillanísimo y blanquirrojo escudo sevillista.
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