El Rastro de la Historia
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Tras varios años enquistado por la falta de financiación, la Universidad de Sevilla ha conseguido reactivar el proyecto de remodelación integral de la antigua Fábrica de Tabacos, aunque de forma muy lenta y con un planteamiento ligeramente diferente al inicial. Ocho años después de su aprobación, apenas se ha ejecutado el 10% del plan y el esperado traslado de la Facultad de Filosofía al histórico edificio no será posible como mínimo hasta finales de 2019. A pesar de las adversidades económicas -acentuadas por la demolición en 2012 de la fallida biblioteca del Prado-, la Hispalense no renuncia a este proyecto, que parecía una quimera durante la crisis económica.
El objetivo sigue siendo el mismo que en 2009, cuando se aprobó el Plan Director diseñado por el entonces arquitecto de la Universidad de Sevilla, Miguel González Vílchez: recuperar la esencia del monumento y convertirlo en un gran campus de Humanidades. González Vílchez estimó el coste de la remodelación en unos 50 millones de euros. Pero la escasa financiación que llega desde la Junta de Andalucía ha obligado a la Universidad a replantear las obras en función de las necesidades más urgentes que vayan surgiendo en el edificio, descartando así la planificación en cinco grandes fases diseñada en un primer momento, según confirma el director general de Infraestructuras de la Universidad de Sevilla, Pedro García Vázquez.
La masificación de estudiantes en los años 90 hizo que se introdujeran "añadidos desafortunados", tal como reconoció en su día Miguel González, ya jubilado. Para ganar espacio, se construyeron entreplantas que rompieron la altura de los históricos techos y se invadieron pasillos para la construcción de despachos, rompiendo en algunos casos la circulación por los mismos. Un claro ejemplo de la construcción de entreplantas es la biblioteca, que tiene hasta seis niveles en un edificio de dos plantas, "un auténtico sándwich", admite García Vázquez.
El Plan Director, que tenía que haber concluido en 2013, contempla actuar en los 42.000 metros cuadrados útiles del inmueble y plantea demoler las entreplantas, recuperar los primitivos espacios abovedados y las galerías de circulación de Norte a Sur y de Este a Oeste, dotar al edificio de nuevas medidas de seguridad y adaptarlo a las necesidades especiales de las personas discapacitadas.
Otro de los grandes objetivos es trasladar la Facultad de Filología, dispersa en varias zonas del edificio, al espacio que antes ocupaba la Facultad de Derecho (ahora en el campus de Pirotecnia), así como el traslado de la Facultad de Filosofía, hoy en la calle Camilo José Cela, al Rectorado y la remodelación del ala oeste ocupada por Geografía e Historia, que ganaría espacio. De forma paralela, también está prevista la rehabilitación integral de la fachada del inmueble del siglo XVIII.
Con la nueva reorganización, los decanos del campus de Humanidades tendrán un balcón cada uno. De este modo, el de la avenida del Cid sería para el de Filología; el de la calle Palos, para el de Filosofía; y el de María de Padilla, para el de Geografía e Historia, según explica el director general de Infraestructuras de la Hispalense. Y aunque cada facultad tendrá su propio espacio, compartirán algunas dependencias como aulas, la biblioteca general, servicios generales y servicios administrativos. "Ahora todo está mezclado e inconexo. Hay una especie de caos", reconoce Pedro García.
El Plan Director también proyecta un museo donde se exhiba el patrimonio de la Universidad en el espacio que hoy ocupa la Hermandad de los Estudiantes, que sería desplazada a unas dependencias colindantes a las actuales, más cerca aún de la esquina de la capilla universitaria.
El proyecto es más que ambicioso. Ya en 2009, el entonces vicerrector de Infraestructuras de la Universidad de Sevilla -y actual consejero de Economía y Conocimiento de la Junta de Andalucía-, Antonio Ramírez de Arellano, lo calificó como la intervención arquitectónica "más importante de la historia". No hay duda de ello, pero, como para todo, se necesita dinero y no lo hay.
Bien porque se vivían años prósperos o porque se confiaba en que la Junta ofrecería los fondos necesarios para las obras en un corto periodo, se anunciaron fechas casi inviables. En 2009 se fijó un plazo de ejecución de sólo cinco años, algo bastante ambicioso si se tiene en cuenta que la adaptación del edificio a sede universitaria a mediados del siglo pasado se dilató durante más de 20 años. También se anunció el traslado de Filología a su nueva ubicación dentro del Rectorado para 2013, algo que no ha ocurrido aún; y, más recientemente, el de Filosofía para 2018, que tampoco será posible. "Es cierto que aún estamos lejos de llegar a la foto final que proyectó el Plan Director", comenta Pedro García.
Hasta el momento, según confirma el director general de Infraestructuras de la Hispalense, apenas se ha ejecutado el 10% del proyecto y se ha invertido algo más de seis millones de euros.
La primera obra que se llevó a cabo tras la salida de Derecho del inmueble fabril fue una cafetería-comedor en la planta baja que sustituyó al antiguo bar de esta facultad, y que se inauguró en 2011. A continuación, se actuó en las galerías subterráneas para instalar o mejorar las redes de saneamiento, electricidad, redes informáticas y climatización, entre otros aspectos. Ya en este punto comenzaron los problemas económicos, ya que la Junta le debía a la Universidad más de 178 millones de euros en transferencias.
A pesar de las dificultades económicas, a finales de 2012 arrancaron las obras de lo que se conoce como las antiguas viviendas de los ingenieros, en la esquina más próxima a la capilla universitaria. Ésta fue la primera gran reforma del interior del edificio, ya que afectó a toda la vertical del inmueble. Esta zona alberga un total de 140 puestos de trabajo (despachos en su mayoría), que en un futuro ocupará la Facultad de Filología. Estas obras concluyeron en la primavera de 2014 y desde entonces el espacio permanece cerrado. No quedó dinero para equipar los despachos, algo que no se ha podido hacer hasta 2017, tres años después.
También estaba previsto rehabilitar las cuatro portadas del edificio, pero, de momento, sólo se ha podido intervenir la de la calle Palos, conocida como Puerta de Ciencias. La de la avenida del Cid se clausuró por seguridad y el balcón de la calle Doña María de Padilla, perteneciente a Geografía e Historia, está cubierto por una malla para evitar posibles desprendimientos.
"Ha llegado un punto en el que o renunciamos al proyecto y dejamos que otras generaciones traigan al Rectorado la Facultad de Filosofía o intentamos hacer algo con el dinero que vaya llegando y ahorremos, aunque sea a cuentagotas", reconoce Pedro García, responsable de Infraestructuras de la Hispalense. "Ahora nuestra prioridad es crear el campus de Humanidades y habilitar ciertos espacios que ayuden a paliar los problemas de hacinamiento que existen. Pero el problema sigue siendo el dinero".
Ante esta situación, la Universidad estudia una nueva organización de los espacios. Rechaza trasladar en bloque de momento Filología al espacio dejado por Derecho, que será ocupado de manera provisional por Filosofía, con el objetivo de constituir cuanto antes el campus de Humanidades.
"Con sólo Filología y Geografía e Historia en el inmueble, podíamos jugar con espacios libres, espacios comodines, para ir moviendo a los alumnos y los servicios en función de cómo se fueran desarrollando las obras", reconoce García Vázquez. "Sé que la decisión de traer ya Filosofía nos va a generar un dolor de cabeza en el futuro, pero queremos que se constituya ya el campus de Humanidades". Para que esto ocurra, es necesario habilitar ciertas zonas del edificio, por lo que, tal como admite el responsable de Infraestructuras, el traslado de Filosofía no será posible, al menos, hasta finales de 2019.
La Universidad ya ha adjudicado por cerca de 1.420.000 euros la reforma de las dependencias de la planta alta situadas en torno al patio central del edificio, que permitirá rescatar los espacios abovedados y crear 17 aulas, cinco despachos y una sala de juntas, además de rehabilitar la parte superior de la fachada de la antigua Facultad de Derecho.
Según indica la memoria del proyecto de ejecución diseñado por el arquitecto Alberto Balbotín, el ámbito de actuación se limita a la crujía perimetral de ese patio, que actualmente cuenta con cuatro clases -una de ellas un Aula Magna- y ocho despachos. El objetivo es recuperar las bóvedas originales, que darán lugas a espacios más pequeñas que los actuales. La mayor dimensión de las crujías que existe actualmente se debe a la reforma que se hizo a mediados del siglo XX para albergar aulas de mayor tamaño. Entonces se unificaron las dos naves de bóveda para crear una única sala y se crearon nuevas bóvedas con vigas de hormigón armado y tabicadas con tres hojas de ladrillo, rompiendo con la estructura original.
La reforma que ahora se propone pretende eliminar cualquier elemento superpuesto y recuperar los espacios abovedados existentes. "Ya no se necesitan aulas tan grandes ni aulas magnas. Sólo se mantendrá el aula magna de Filología Tenemos nuevas necesidades", explica Pedro García.
Las obras ya están adjudicadas y deberían empezar antes de que finalizara el año, pero el responsable de Infraestructuras admite que "no empezarán hasta que no se hayan aclarado todos los aspectos del proyecto con la empresa adjudicataria". "No me importa empezar la obra más tarde. Lo que no quiero es encontrarme luego con problemas, los trabajos paralizados y otros follones", subraya García.
La Universidad también ha sacado ya a licitación la reforma de la planta alta de la esquina de la Avenida del Cid con Palos por un importe de salida de 602.305 euros y un plazo de ejecución de cinco meses. Esta obra permitirá la recuperación de hasta 16 bóvedas superpuestas y la ampliación del pasillo, para lo que será necesaria la demolición de los tabiques que dividen hoy el corredor.
"Es posible que las dos obras acaben solapándose, pero no resultará un problema", comenta Pedro García. "Si todo sale según lo previsto, los trabajos estarán acabados en la primavera o el verano de 2019 y sólo después se podrá llevar a cabo el traslado de Filosofía al Rectorado, que ocuparía de forma provisional el espacio de la antigua Facultad de Derecho".
Los trabajos que sí están ya en marcha son los del patio de la Facultad de Geografía e Historia, conocido como el patio del ajedrez. Esta actuación no estaba prevista en un primer momento, pero los técnicos aconsejaron una intervención conservadora de las cuatro fachadas del patio para frenar el deterioro de la piedra. La memoria del proyecto detalla que las fachadas "se han degradado notablemente en su medio siglo de existencia debido a la mala calidad de la piedra elegida para su ejecución, una caliza no cristalina, soluble en agua a largo plazo y de escasa dureza". La obra se adjudicó en verano por 230.000 euros y un periodo de ejecución de cinco meses.
Hasta el momento, la Universidad de Sevilla ha invertido algo más de seis millones de euros en las reformas del Plan Director, ocho millones en total si se suman también los dos proyectos que arrancarán en los próximos meses. Todos los trabajos se centran de momento en la planta alta, ya que la planta baja del edificio "es un auténtico galimatías, hay despachos y salas en los rincones más insospechados", confiesa Pedro García. "Todo el mundo que trabaja aquí se queja de la falta de espacio pero nadie quiere irse. Éste es un edificio muy especial".
El edificio de la antigua Fábrica de Tabacos, reconvertido en sede universitaria, data del siglo XVIII y constituye una obra maestra de la arquitectura industrial de la época. Su construcción se debe a los ingenieros Ignacio Sala, Diego Bordick Deverez y Sebastián van der Borcht, que se hizo cargo de la obra a partir de 1750. El inmueble ocupa una superficie de 185 por 147 metros y esta rodeado en tres de sus lados por un foso que lo aísla del exterior. A lo largo de su historia ha tenido un uso fundamentalmente industrial y militar hasta que a mediados del siglo XX se transformó para albergar la sede del Rectorado de la Universidad de Sevilla y algunas facultades. Los autores de estas reformas fueron los arquitectos Alberto Balbotín de Orta, Antonio Delgado y Roig y A. Toro Buiza. Sin embargo, a lo largo de estos años, y fruto de las necesidades académicas, se han ido acometiendo modificaciones puntuales, levantando falsos techos y entreplantas que han ido ocultando parte de la esencia arquitectónica del edificio.
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