TODO empezó con el traspaso de Luiz Felipe fuera de tiempo y con el italo-brasileño inscrito para competición europea. Y no es que fuese un futbolista imprescindible, pues con él en la cancha recibió el Betis cuatro goles en San Mamés. Pero es indudable que su marcha precipitó un drama que ya hizo crisis con la lesión de larga duración de Bartra, lo que dejaba a Pezzella como único central para confirmación de un auténtico despropósito.

Fue como si todo hubiese sido planificado por el enemigo, pues ir a una competición continental con un solo defensa central era jugar a la ruleta rusa o a aquel viejo adagio de si sale con barbas San Antón y si no, la Purísima Concepción. ¿Y quién se responsabiliza de este desavío? Partiendo de la base de que en las circunstancias que atraviesa la tesorería y que nadie se aventura a pronosticar el fin de esta penuria era obligado el traspaso de Luiz Felipe ¿por qué se inscribió?

Sabiendo que el autor de las listas era y es Pellegrini, ¿fue una medida de fuerza del chileno para impedir dicho traspaso? Quién sabe, pero sí es seguro que el Betis fue a la guerra con munición de fogueo. Y por si fuera poco, la plaga de lesiones en puestos claves del equipo. Junto a ese verso suelto de Sabaly, posiblemente en el ránking de los menos rentables a causa de sus continuas lesiones, que estén fuera de cobertura Isco, Guido, Bartra y Ayoze es demasiado.

Y eso sin contar a un presente tan ausente como Fekir que, un año después de caer en Elche, no recuerda en nada al que fue. También obviemos el caudal de pesos muertos de la plantilla con William Carvalho portando la pancarta. En fin que un año más se quedó el Betis fuera de Europa demasiado pronto, como si estuviera ante una asignatura imposible de aprobar. Una pena que tan bien llevado en los despachos no dé para que se evite el ridículo allende las fronteras.