Desde mi córner
  • La ola de lesionados es tan nociva por cantidad como por lo inoportuno de sus coincidencias

Las vicisitudes abrillantan el curso

POCAS veces ocurre. La ola de lesionados que está sufriendo el Betis desde aquella noche ilicitana en que se quebró una rodilla de Fekir, la enfermería bética no ha dejado de colgar el ‘no hay billetes’ en su puerta. Y se alimenta el drama con la identidad de la mayoría de damnificados y con la inoportunidad que siempre representa tener inhabilitados a todos los ocupantes de un puesto determinado en la alineación; o sea, mal sobre mal.

Aparte de hombres fundamentales como Bartra, Guido o Fekir, la malhadada casualidad de que se rompan los dos porteros o los tres laterales diestros de una sola tacada. Son circunstancias negativas que, sin embargo, andan incidiendo poco en el devenir del curso. Exceptuando el tropiezo inexplicable de la noche del Rangers, la andadura del Real Betis Balompié está siendo no sólo aceptable, sino de un nivel bastante alto según vienen dadas las circunstancias.

Meritoria en grado sumo la campaña que está cuajando el equipo verde, blanco y verde. Un solo punto por debajo de la gran Real Sociedad, esa séptima plaza se antoja premio justo para un equipo que ha ido deambulando entre minas. Y como nota curiosa, el Betis es el único que no ha tirado ni una sola vez desde los once metros. ¿Tan poco pisa el área como para no haber sufrido penalti alguno? Habrá sido así, ya que sabido es que el arbitraje deviene en asignatura infalible.

Y así está la cosa y así anda Manuel Pellegrini, ese milagro, haciendo encajes de bolillos para que la nave avance sorteando obstáculos. Sin una sola queja, el chileno va superándose a sí mismo sacando de su chistera soluciones que solucionan. Estar a estas alturas donde está con el cúmulo de vicisitudes padecidas, el curso del Real Betis Balompié es para enmarcarlo. O por lo menos para negarle la mayor a cuantos hablen de crisis al menor tropiezo. ¿No lo cree usted, lector?

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