CUANDO doble el cabo que te lleva al viernes todo se habrá consumado, se acabarán los rumores y amanecerá el mundo real. Se acaba la cuestecita de marras para meternos en la cruda realidad del esto es lo que hay y no va más. Y cuando se llega a esta tesitura, todo cristiano se pregunta que por qué el frenesí de los últimos momentos, por qué se espera tanto con el riesgo que conlleva de frustrar operaciones encarriladas.

Encarriladas o sólo aparentemente encarriladas, que esa es otra cuestión. Y en llegando a este punto, y ciñéndonos al Betis, la inquietante pregunta es si el plantel quedará reforzado o debilitado después de tan azarosa apertura de mercado. Por lo pronto, tras los buenos servicios de Luiz Henrique en los últimos partidos, la sensación que deja su marcha es de pesadumbre. Y es que ya parecía absolutamente adaptado y su uno contra uno era una buena baza en ataque.

Esperemos que cuando sean las doce en todos los relojes de este jueves noche, las soluciones sean satisfactorias. Y en el caso del Betis, por siempre y para siempre Real Betis Balompié, el problema se agranda a la hora de componer la relación de futbolistas que puedan jugar la Conference. Y desde la premisa de que UEFA sólo admite tres cambios y que ya se han ido varios de los que estaban, a ver cómo se le dice a un recién llegado que no hay hueco para él.

En fin que verdes las siegan y que lo mejor de todo este panorama es que, a pesar de todo, el Betis sigue en Europa y hasta asomado a otra clasificación continental. Es una situación óptima para el optimismo con el único lunar de una tesorería con telarañas que no permite comprar sin desprenderse de activos que merecen la pena. Y de esa manera es complicado mejorar el grupo, pero confiemos en que Pellegrini, su sapiencia y su baraka sigan surtiendo efecto.